José Guadalupe Robledo Guerrero.
Durante algún tiempo, en este mismo espacio, he insistido en preguntar: ¿Para qué se sigue trayendo empresas sin saber si contamos con el agua suficiente, no solo para el consumo humano, sino para el industrial y agrícola? Y la pregunta es porque ignoramos con cuánta agua contamos en momentos en que se pronostican tiempos de graves sequías por el cambio climático, sobre todo porque Saltillo en 50 años incrementó su población en una decena de veces más, y sin mayores datos se nos ha dicho que tenemos agua para 27 años, es decir hasta 2050, pero no dicen en qué basan su expectativa. ¿Habrán hecho profundos estudios para saber el tamaño y la situación del manto freáticos de la región?
También se ha informado que para satisfacer la demanda del crecimiento y la crisis de la sequía, se deben perforar más pozos; sin embargo, nunca se ha informado a la ciudadanía a qué profundidad está perforando Aguas de Saltillo (AGSAL, filial de Aguas de Barcelona), y cuántos nuevos pozos ha integrado a la red de abastecimiento, para saber cuántos “popotes” más le han puesto al agua del subsuelo.
Desde octubre de 2001, se firmó el acuerdo de venderle a AGSAL el 49 por ciento del Simas-Saltillo por 81.9 millones de pesos que -según los conocedores- representaba menos del 50 por ciento de su valor real.
Para esa fecha, los saltillenses sufrían el desabasto del preciado líquido, a pesar de que dos años antes de la privatización, el estado y el municipio invirtieron en SIMAS-Saltillo 100 millones de pesos y, por esos años, CONAGUA también destinó recursos para su infraestructura.
La privatización se hizo con mucha discreción, sin tomar en cuenta a los saltillenses, que son los verdaderos propietarios del agua y su sistema, y sin trasparencia alguna. Esto provocó muchas especulaciones.
Los argumentos de la privatización fueron que SIMAS no tenían capacidad para cobrar el agua a los consumidores, y tampoco había dinero para reparar la red de distribución que, por su enorme deterioro, desperdiciaba el 40 por ciento del vital líquido. Las autoridades hicieron creer que el Simas era inoperante.
Es cierto que AGSAL logró eficientizar el cobro del agua a los consumidores, cosa que no pudo hacer el municipio saltillense, debido a que la empresa española no utilizó el sistema electoralmente ni como “caja chica”, y se dedicó a comercializar el agua, para obtener ganancias.
Sin embargo, a la fecha, la red de distribución no ha sido restaurada, como se suponía que lo haría la nueva empresa, y lo único que hemos visto en los 22 años que Aguas de Saltillo se ha hecho cargo del sistema, es arreglar las filtraciones que reportan los usuarios haciendo pozos en las calles, pero no han sustituido la vieja red por una nueva.
Al parecer el contrato con AGSAL es por 25 años, el cual de ser así, se vence en octubre de 2026, y desde ahora se cree que el contrato será renovado, incluso se está pensando en privatizar otros SIMAS como el de Torreón, en donde ya se están manejando los mismos argumentos que se dieron antes de la privatización del SIMAS-Saltillo, por lo que es claro que hay la intención de privatizar los sistemas de agua y saneamiento de otros municipios coahuilenses. Y por lo que se ve, la beneficiaria será Aguas de Barcelona.
El agua es un recurso vital para cualquier comunidad, pueblo o ciudad, por eso es necesario que los saltillenses sepamos con cuánta agua contamos, y si es suficiente para seguir trayendo empresas que nos den empleo, pero siempre pensando que el desarrollo industrial sea compatible con el agua que tenemos, de lo contrario estarán creando un problema difícil de resolver en el futuro, todo por no exigirle información verídica a AGSAL.
Política aldeana
El “Cállate chachalaca”, frase que le dijo AMLO al entonces presidente Vicente Fox, cuando “El Peje” era jefe de gobierno de la Ciudad de México, bien podría aplicarse con toda justeza al merolico de Palacio Nacional, en cuyas mañaneras, diariamente injuria, agrede y descalifica a sus opositores, y desde el púlpito presidencial polariza a los mexicanos y los enfrenta, en momentos que se debe mantener la unidad nacional, para resolver los urgentes problemas de México. CÁLLATE CHACHALACA, es lo que debemos decirle al Peje, para que deje de mentir descaradamente, de proteger la gran corrupción que priva en su desgobierno, de desmantelar las instituciones que vigilan la actuación de las autoridades y de violar las leyes.
Preguntas huérfanas
¿Cómo se puede calificar a un gobierno municipal que no puede ni cobrar el agua a los consumidores?
¿Creerá de verdad el Peje que los mexicoamericanos le harán caso para no votar por los políticos estadounidenses que critican al gobierno mexicano?
¿Sabía usted que hay psicólogos que piensan que El Peje miente diariamente por conveniencia o porque tiene un problema de salud mental?