LA CARRERA POR LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA YA COMENZÓ

0
601

Jorge Arturo Estrada García.

La política es un asunto demasiado serio
para dejarlo en manos de los políticos.
Charles de Gaulle.

“En un país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza.
En un país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza”.
Confucio.

El presidente avanza casi imparable. Los partidos opositores no están a su nivel. Sus dirigencias apestan a incapacidades y corruptelas. Ya solamente piensan es su sobrevivencia política personal. La ciudadanía sigue desorganizada, marginada y se rezaga. Parece paralizada. Las corcholatas de López Obrador están en campaña, buscando sumar voluntades. En contraste, del lado de los adversarios, de Andrés Manuel, sólo hay listas gordas de caballos flacos y famélicos. AMLO y la 4T están preparados para quedarse con el poder.

El 2024 ya comenzó. Las elecciones del 2023, solamente perfilan las señales de alarma para ambos bandos en contienda. La de este año, sólo es una batalla previa de una gran guerra por la democracia de un país. Este año el Partido Revolucionario Institucional se quedará sin gobernadores, por primera vez en su historia. El viejo dinosaurio dejará las grandes ligas de la política nacional, para pasar a convertirse en un partido rémora. De esos que necesitan a otros para obtener victorias ocasionales y legisladores plurinominales.

Para la madre de todas las batallas electorales, el PRI no será ni la sombra de lo que fue. Ahora es un viejo lagarto desdentado, sin gobiernos estatales, sin dinero, con el CEN quebrado y sus edificios hipotecados y sin estructuras que acarrean los votos. Ni Manolo Jiménez, ni Alejandra del Moral, ganando Coahuila y el Edomex, encabezarían un gobierno priista, el suyo sería una administración de coalición con panistas y perredistas. Y, ya para nada, ellos necesitarían de los despojos del tricolor.

El PRI va a fallar cuando más se le necesita. Ya es incapaz de ganar una elección estatal, sin ayuda de una coalición con el PAN y el PRD. El Nuevo PRI de Enrique Peña Nieto, con su escolta de gobernadores corruptos, hartó a los mexicanos y le abrió el camino al proyecto de Andrés Manuel. Ante la imposibilidad de vencer al morenista, Peña le ayudó a ganar y de paso a derrotar al PAN en el 2018.

Alejandro Moreno, el actual dirigente tricolor, es un exgobernador señalado por corrupción, Enrique Peña lo dejó al frente del PRI. Este exgobernador campechano, le solicitó su venia al presidente electo López Obrador para convertirse en dirigente y se ha mantenido cercano y temeroso al inquilino del Palacio Nacional. Su cauda de legisladores plurinominales, en ocasiones vota en favor de Morena, aun en perjuicio de sus electores.

La carrera por la presidencia de la república ya comenzó. El presidente tiene perfiladas a sus corcholatas, que van sumando conocimiento y adeptos. En contraste, los partidos políticos opositores están en las peores manos de su historia. El PRI de Alito Moreno es patético y el PAN de Marko Cortés va por ese camino.

Las figuras del tricolor envejecieron. Lucen cansadas y desconectadas del México del 2023. El otrora poderoso, Miguel Ángel Osorio Chong, fue destituido de fea manera de su liderazgo senatorial y nadie protestó ni se desató una rebelión. Alejandro Moreno, se auto amplió el período en la dirigencia y todos callaron como momias y se quedó como casi dueño del tricolor. Las gobernaturas del expartidazo se las fueron entregando a Morena sin chistar, 18 derrotas en fila, para el campechano. Y ahí sigue y quiere ser candidato presidencial el año próximo.

Sin el dinero ni la estructura electoral del Edomex, el PRI quedará reducido a partido bisagra, sin gubernaturas, ni recursos suficientes, para sostener a sus comités directivos estatales, mucho menos a sus estructuras en las manzanas y en las colonias. Serán chiquillada. Por su parte, Alito y Marko, ya están frotándose las manos, con los repartos de plurinominales del 2024, para sobrevivir políticamente en los despojos de sus partidos.

Será un triste final para el partido que construyó al México moderno y sobre todo a las clases medias del país. Esas mismas clases medias, que hartas de la corrupción y de los desatinos gubernamentales, lo repudiaron en todos los estados y en la presidencial del 2018, en donde arrolladoramente ganó López Obrador. Los herederos de la revolución, diseñaron este partido y lo mantuvieron como el símbolo del poder en México. A casi 100 años de su fundación, el PRI está al borde de la extinción. Las derrotas, de los últimos años, han sido enormes. Sin embargo, la historia del tricolor es, en cierta forma, la historia del país.

Ante el asesinato de Álvaro Obregón, y frente al asedio de los hombres fuertes regionales, esos ex revolucionarios que contaban con grupos armados y deseos de que la revolución les diera acceso al poder central, Plutarco Elías Calles, decidió que era el momento de transitar de un gobierno de caudillos, a un régimen de instituciones.

En 1928, Calles, decidió fundar un partido y Manuel Pérez Treviño se encargó de darle forma. Sus primeros dirigentes fueron el propio Plutarco, luego Pérez Treviño y posteriormente, Lázaro Cárdenas. Así, el sonorense se consolidó como el hombre fuerte del país.

El Partido Nacional Revolucionario, PNR, estuvo vigente de 1929 hasta 1938.  Surgió como una coalición de partidos regionales de diversos estados del país, con ideología nacionalista, populista y capitalista, que integró a obreros y a las grandes masas campesinas. La clase media, no era muy numerosa en esos tiempos. 

Sus gobiernos, optaron por un fuerte intervencionismo del estado en la economía, la educación y la industria. Así, ese partido inició como un partido de corrientes, de fuerzas políticas distintas pero afines, provenientes del movimiento de 1910.

De esta forma, el PNR sería el marco para la competencia política, y el lugar propicio para establecer acuerdos en la lucha por el poder público. Así, se lograron generar los relevos de gobierno por medio de elecciones y en condiciones de estabilidad social. Este partido, tuvo como primer propósito agrupar a los revolucionarios, y evitar que la presidencia se decidiera por las armas.

En los años treinta, había cerca de mil partidos a lo largo y ancho del país. Aunque no había ninguno que los agrupara y que sirviera para fortalecer al Estado mexicano. Así, la fundación del PRI, y sus antecesores, sentó sus bases con los caudillos y líderes locales.

 En 1936, se creó la Confederación de Trabajadores de México, CTM, y en 1938 la Confederación Nacional Campesina, CNC. En 1943, se constituiría la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) en 1938, luego de la ruptura entre Calles y Lázaro Cárdenas se le cambió el nombre por el de Partido de la Revolución Mexicana, PRM.

En las siguientes décadas. Ya como PRI desde 1946, sus gobiernos iniciaron la construcción de una red de carreteras que conectaron al país, lo que resultó en el abaratamiento de los alimentos; se fortalecieron los sindicatos cetemistas, se ampliaron los derechos de los trabajadores y se crearon los sistemas de pensiones de retiro. Al mismo tiempo, se ampliaron las oportunidades de la educación lo que mejoró las condiciones de progreso para la población.

El PRI, nunca fue un partido ideológicamente sólido.  Cada presidente, impuso su visión de país. Lázaro Cárdenas, buscó un México agropecuario con justicia social. Manuel Ávila Camacho, dio el giro definitivo hacia la producción industrial con beneficio a las élites económicas; Adolfo López Mateos, se enfocó en impulsar la educación y al Seguro Social; Gustavo Díaz Ordaz, mantuvo el orden en lo financiero, pero falló en el Movimiento del 1968; Luis Echeverría y López Portillo ampliaron la infraestructura para el desarrollo e hicieron crecer al Infonavit y a Pemex, pero en lo económico fracasaron y originaron una gran crisis cambiaria y de deuda pública.

Miguel de la Madrid Hurtado, llegó a la presidencia, para implantar el modelo neoliberal impuesto por los organismos financieros internacionales, que rescataron al país del naufragio de la Docena Trágica de Echeverría y López Portillo. Sin embargo, él falló al manejar las crisis políticas internas de su partido, provocando la disidencia de Cuauhtémoc Cárdenas de donde surgiría el PRD y luego Morena.

En su turno, Carlos Salinas de Gortari, expandió el modelo neoliberal y fue quien privatizó de manera masiva las empresas estatales que Luis Echeverría había acumulado, para salvar los empleos en los 70´s, cuando colapsó el modelo del Milagro Mexicano. Finalmente, Ernesto Zedillo Ponce de León, luego de meter al país en una gran crisis, decidió que ya era tiempo de que el PRI perdiera la presidencia de la república. Para entonces, México era el lugar 12 en tamaño de su economía; era miembro del G 20, el grupo de los 20 países más importantes del mundo; también de la OCDE, era la quinta potencia mundial exportadora de petróleo y ya era socia del Tratado de Libre Comercio, con Estados Unidos y Canadá, en el bloque comercial más importante del mundo.

Fue entonces, que aparecieron los panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, como mandatarios. En sendas elecciones, Calderón y Peña Nieto le cerraron el paso al proyecto político de López Obrador, el que heredó de Cuauhtémoc Cárdenas. Las clases medias y el INE ya habían demostrado su relevancia en los procesos electorales. En el 2018, estos clasemedieros le dieron la victoria a Andrés Manuel.

Así, a lo largo de 110 años de post revolución, México se convirtió en el país que ahora conocemos. En un país de contrastes. Con una amplia clase media que echó al viejo y al nuevo PRI del poder. Que logró la democracia, la alternancia; la que construyó al Instituto Nacional Electoral, los institutos de Transparencia y los sistemas anticorrupción. La que ayudó a llegar a Morena al Palacio Nacional.  Y, también, la que ahora junta millones de manifestantes en marchas anti-Peje y que busca unirse, que intenta encontrar a un candidato; y, también, expulsar a Morena del poder.

De igual forma, somos el país con la mitad de los empleos en la informalidad y sin prestaciones, con el 40 por ciento de los mexicanos en situación de pobreza, con decenas de miles de asesinados impunemente cada año, con hospitales en ruinas, sin medicinas ni doctores suficientes; con casi un millón de muertos en la pandemia mal atendida, en la que el gobierno obradorista no quiso gastar y ni siquiera reconocer su importancia, porque estorbaba a los planes de poder político de AMLO.

Es cierto, que el gobierno 4T no construyó este país de políticos corruptos. Sin embargo, también es cierto, que en cinco años nunca lo arregló, y ni siquiera intentó hacerlo. También, ha demostrado, que a los morenistas les gusta meter las manos en los negocios públicos, descaradamente. El PRI y sus gobiernos, fueron autoritarios, corruptos e incompetentes. Los morenistas van por la misma ruta, finalmente son exprianistasprd ataviados con chalecos guindas.

Sin embargo, los ciudadanos tienen los votos decisivos en todas las elecciones del 2023 y 2024. Los ciudadanos son los votantes no acarreables, son los más enterados y conscientes de la situación económica, social y política del país. Así, el paso más importante para impedir que la Cuarta Transformación siga en el Palacio Nacional seria ganar el Estado de México, en junio del 2023. De los clasemedieros, dependerá derrotar a López Obrador y sus proyectos en el 2024. Los partidos solamente servirán como franquicias con registros electorales.

El PRI ya no será el mismo luego de las elecciones de Coahuila y el Edomex. Tampoco el país. Son tiempos de rupturas. El futuro de México está en juego, el de las familias y el de nuestros hijos. Se necesitarán ciudadanos más participativos y decididos. El desgaste de AMLO es acelerado y está listo para ser echado. Sin embargo, los partidos opositores fueron aplastados. Tienen miedo y además son incapaces de armar una oposición competitiva. Veremos.