LUIS SPOTA

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Lic. Simón Álvarez Franco.

               Difícilmente podemos a una actividad, como en el caso de Spota. atribuir a la “buena suerte” que cumpla su destino, se dé a conocer y resalte en sus actividades diarias usualmente las básicas, y se forme un sitio único, resalte de los demás y triunfe en cualquier actividad que se proponga; “la buena o mala suerte”, no existe, no es gratuita. Ni cae del cielo porque sí.  Una actividad, sobresaliendo, triunfando en reconocer en otros muchos, los más, no han podido hacerlo, por una sola razón, “la suerte” buena o mala, no existe, no cae del cielo ni sale al paso del hombre ofeciéndosele;  no, la llamada buena suerte es otra cosa; es trabajo, esfuerzo, agotante muchas veces, la tenacidad y constancia del individuo la hace suya a través de su dedicación y entrega absoluta a ella.

            No, Luis Spota no nació el 13 de julio de 1925, para ser un hombre común, pero si luchista, trabajador, humilde, servicial y amistoso, vino al mundo con su nombre, Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares, abreviado a Luis Spota

Luis Mario Cayetano Spota Saavedra Ruotti Castañares

            Su padre, un  inmigrante italiano, avecindado en la entonces aristocrática colonia San Rafael, ahora venida a menos, no muy lejos del Monumento a la Revolución, dedicado con algún éxito al comercio de artículos alimenticios de consumo básico, con quien Luis nunca llevó buenas relaciones, lo cual hizo que éste se fugara de su casa en su primera adolescencia a buscar una vida autónoma y a sufrir toda suerte de carencias, sin nunca dejar de trabajar en lo que fuera con tal de no depender de nadie.

           No recuerdo o nunca supe el nombre de su madre y si tuvo otros hermanos, lo que si me comentó alguna vez, que  el almacén y casa familiar estaba ubicado a un lado del convento de San Francisco, en la esquina de lo que ahora es Avenida San Juan de Letrán y Madero frente al Jardín de Guardiola, justo donde se levanta la Torre Latinoamericana, (En el mero ombligo del mundo) nunca reconoció a la colonia San Rafael como su lugar de nacimiento, lo que sí comentó que su nana indígena (otomí) le relataba historias de mitos aztecas y leyendas o le regalaba cuentos de Emilio Salgari, Julio Verne, Payno y otros de aventuras con los que alimentaba su temprana imaginación.

              Estudió la primaria en el Colegio Francés, ubicado en la calle Puente de Alvarado de la colonia San Rafael, y la secundaria en una escuela pública.

              Llegó a Tampico, Tamaulipas, donde se empleó en un barco con destino a Progreso, Yucatán. Tras muchas dificultades logró regresar a México, donde desempeñó varios humildes trabajos: ayudante de mesero en el Café del Hotel Regis, repartidor de volantes, vendedor callejero de navajas para rasurar, vendedor de enciclopedias de puerta en puerta. Todo fue experiencia para más tarde echar mano de los personajes que iba conociendo y utilizar sus lenguajes para incluirlos en sus obras literarias. Tomó un curso de fotografía y se preparaba para ser novillero; debutó como tal en la Plaza El Toreo de la colonia Condesa. También fue un apasionado del boxeo, llegando a ser miembro de la Asociación Nacional de Box, presidente de la Comisión de Box y Lucha del Distrito Federal en 1959 y presidente y fundador del Consejo Mundial de Boxeo, obvio es decirlo, practicó con el alma todos estos deportes, aunque no destacó con primeros lugares en ninguno de ellos, pero su eficiencia en la administración y defensa de “sus muchachos” ennobleció estos deportes y otorgó dignidad y comodidad a muchos de los agremiados. (Puso en marcha un programa de alfabetización para boxeadores y luchadores).

             La vida en la calle y los múltiples empleos conseguidos y desempeñados le dieron valor a su espontaneidad y sin pensarlo mucho en 1959 se atrevió a sus 14 años a hablar con  don Regino Hernández Llergo, director de la revista Hoy, convenciéndolo que lo enviara a entrevistar a Francisco Sarabia, el héroe y piloto de moda en esos momentos,  diciéndole que sería un buen reportaje para la revista, don Regino aceptó y publicó el reportaje con buenos resultados en la revista. Hernández Llergo, quizá impresionado por el caradura de Luis, lo autorizó y sí, fue un éxito en su publicación lo que contribuyó a que la revista le asignara un fotógrafo enviándolos al puerto de Veracruz a cubrir la llegada  de los refugiados españoles que huían de la guerra civil en su país, la prosa sencilla de Spota y el lenguaje del pueblo llano en sus ya conocidas notas y reportajes  Don Regino supo apreciar  el estilo fuerte y a veces despiadado de Spota en sus notas sueltas que llamaban atención e interés de los lectores tanto como en noticias sueltas  o en sus  entrevistas, engalanadas con buenas fotografías y conmovedores relatos, situaron a la revista en las preferencias del público.

               Pasó un par de años en las revistas Así, Novedades de la Pantalla y en Mujeres y Deportes dirigidas por Gregorio Ortega, con escritos sobre cine.

               Su ingreso al periódico Excélsior (mayo de 1942) fue posible gracias a la entrevista que realizó a Carlos Luyando, percusionista de la Orquesta Sinfónica Nacional. En Últimas Noticias, Manuel Becerra Acosta le encomendó una columna diaria de notas para la primera edición. En la edición vespertina escribió la columna Rezagos, en sustitución de la escrita por Salvador Novo, (no había buena química entre estos dos escritores). De 1943 a 1944 escribió la columna Pericles, en colaboración con Rafael Heliodoro Valle. Llegó a conseguir el récord de publicar el encabezado de ocho columnas en la primera plana durante 43 días consecutivos y a publicar diez notas suyas el mismo día en primera plana. Se convirtió así en el mejor reportero del periódico. Su triunfo, fruto de su excelente y continuo trabajo le valió el mote de “el niño terrible de Bucareli”, en referencia a la avenida, donde tiene su sede el Excélsior.

              Con apenas 19 años, se le encomendó la dirección del periódico La Extra (1945-1947), el tiraje logró aumentarse de 30,000 a 90,000 ejemplares diarios, modernizó y cambió la tipografía, aumentando el tamaño de los titulares en primera plana. Nos encontramos frente a un verdadero periodista profesional.

           En 1945 hasta 1947 fue director de Últimas Noticias, al siguiente año obtuvo el Premio dePeriodismo gracias a un artículo donde reveló la verdadera identidad del literato anónimo Bruno Tráven en la revista Mañana en la que era jefe de redacción. También colaboró en Novedades en la cual escribió la columna 24 Horas. Claridades y de la revista cultural Espejo, Director de El Heraldo Cultural del periódico el Heraldo de México. En 1979 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo de México por su trabajo en televisión.

Radio          

Desde 1949 se hizo locutor y presentador en la XEW, donde obtuvo el Premio al Mejor comentarista Radiofónico dos años seguidos, 1952 y 1953. 

Televisión   

             Su primera participación en televisión (1958) fue en el programa Magazine Televisado, realizó junto con Rafael Solana, el programa de crítica Tribunal Cinematográfico programa del canal 4; a partir de ese año fue titular de Grandes Series de Golf (1959), por el canal 8. Junto con Lolita Ayala, condujo el programa Cada Noche lo Inesperado (1973) transmitido por Televisa. Ingresó a canal 13 en 1974, allí condujo los programas Diálogo Abierto, Fuera de Serie y a partir de 1977 La Nota Periodística, donde a menudo no hacía sino narrar, con otros nombres (propios y toponímicos), momentos particulares de la política mexicana de aquel entonces.

Obra literaria

               La característica literaria de Spota, es que el personaje principal en casi toda su obra es la Ciudad de México que en esa época estaba en franco desarrollo, sus habitantes llegaban ya a 3 millones, el crecimiento nunca se ha detenido, a principios del año 2000 contaba con 20 millones y sigue creciendo junto con todos los problemas que esto acarrea.

             Murieron a Mitad del Río (1948) aborda el tema de los migrantes al vecino país del norte; Las Grandes Aguas, (1954) la construcción de una enorme presa; (1954) por la que recibió el Premio Ciudad de México.

Más Cornadas da el Hambre (1950) crónica sobre el toreo y nuevamente recibe el Premio Ciudad de México. Casi el Paraíso, sátira, crítica y burla de la clase económica alta, engañada por un falso conde italiano.

           Para no hacer la lectura pesada a mis lectores y cansado este artículo, permítanme hacer la lista de sus novelas, además de las mencionadas antes omitiendo el argumento:

1954. De la noche al día                                1947. José Mojica, artista y fraile
1947. El coronel fue echado al mar               1950. La Estrella Vacía
1958. Las Horas Violentas                             1959. La Sangre Enemiga
1960. El Tiempo de la Ira                              1964. La Pequeña Edad
1964. La Carcajada del Gato                         1966. Sueños del Insomnio
1968. Lo de antes                                          1971. La Plaza
1971. El Viaje                                                1973. Las Cajas
1975-1980. (Serie) La Costumbre del Poder
1975. Retrato Hablado                                  1982. Mitad Oscura
1975. Palabras Mayores                                 1983. Paraíso 25
1976. Sobre la Marcha                                   1985. Los Días Contados
1977. El Primer Día                                       1986. Días de Poder (póstuma)
1979. El rostro del sueño                               Pend. Historia de familia (inconclusa)
1980. La Víspera del Trueno}

Teatro

1947. Ellos pueden esperar                Dirigida por José de Jesús Aceves, estrenada en Teatro de Bellas Artes.
1998. El aria de los sometidos           Teatro Rafael Solana
1999. Dos veces la lluvia                   Pendiente de estrenarse

Cine
Escribiendo guiones se inició en 1949 con Hipócrita, cuando a petición de Miguel Morayta y con objeto de promocionar a la bella tabasqueña Leticia Palma, creó un personaje avillanado con música de Los Panchos, descubriendo así a una estrella que sería triunfante y famosa. En el rodaje conoció Spota a una escritora, periodista y comentarista, bella, e inteligente, que tuvo un papel secundario en el filme, pero primario en la vida del escritor, Elda Peralta, una belleza clásica, seria, estudiosa que hizo una corta pero triunfante carrera en el cine, a la cual renunció voluntariamente para dedicarse con una entrega total a cuidar la salud de Luis y ayudarle en la administración de su carrera hasta que el destino los separó. Se ampararon con el seudónimo de Oscar Ayala y varios otros para no ser reconocidos.

La obra de Elda fue numerosa, ya tendremos pronto un artículo sobre esa hermosa e inteligente mujer, por lo pronto recomiendo encarecidamente su biografía sobre Spota: Las sustancias de la tierra, (1990)
obra imprescindible para conocer al clásico de nuestros contemporáneos.

Spota escribió guiones para 36 películas, algunas tan importantes como En la Palma de tu Mano y El Hombre de Papel y casi de todos sus libros como La Estrella Vacía o La Mujer Marcada, pues era reconocido que cualquier producto de Spota resultaría un éxito.

En el verano de 1984, pasaba con mi esposa un corto período de descanso en el Hotel Princess de Acapulco cuando reconocí a la pareja formada por Elda y Luis a pocos pasos de nosotros, me apersoné con ellos e iniciamos sabrosa charla, noté en ella cierta tristeza y en él una extrema delgadez y signos de cansancio, ya casi para despedirnos, Luis me hizo una pregunta –¿Simón, dijo: ¿Eres mi amigo? –pero claro, no sólo eso, sino que soy tu más ferviente admirador, –¿qué curiosa pregunta me haces, a lo que
respondió: “no es un secreto para ti ni para nadie que mi muerte está cercana; no le tengo miedo, sólo quisiera que el Señor consintiera y consiguiera que cada uno de los miles de amigos que tengo, tú el primero, me regalaran 15 minutos de su vida cada uno y que el Creador me permitiera juntarlos para terminar la novela que estoy escribiendo y espero sea la mejor que haya escrito en mi vida”.

No, el Señor no se lo concedió, Luis Spota falleció el 20 de enero de 1985 a los 59 años de cáncer de páncreas.

Y yo me sigo admirando de su fortaleza y de la “suerte” no existe. La hace el ser humano, que en 40 años de vida productiva haya escrito 40 novelas, 36 guiones de películas, cientos de reportajes periodísticos y televisivos y dejado un clásico de la literatura mexicana, Insisto: leamos su obra.