Rufino Rodríguez Garza.
Llegué temprano al ejido y me pasé directamente a la sierra con la idea de llegar al Cañón de Zacarías.
Esta vez no pude llegar, me metí a otro cañón sin nombre, que es en el que se encuentran los grabados de las lagartijas.
Para llegar aquí hay que cruzar el Cañón del Pitayal y girar al noreste, el camino es muy borroso por el poco uso y mi vehículo es muy bajo, por lo que hay que cuidar la parte inferior del mismo; pues bien el compadre Octaviano Alonso del ejido Pelillal me indicó la manera de llegar al cañón y no capté bien las señas, antes llegaba en mi vehículo a éste de una forma muy fácil saliendo desde el ejido, pero ahora la multiplicación de las cercas bloqueó el viejo camino.
Para llegar se tiene que dar un gran rodeo, es decir: llegar al Cañón del Pitayal y cruzarlo, caminar por un camino bueno para camionetas y muy malo para carros, es decir muy erosionado. Me tocó un día nublado con amagos de lluvia por lo que fue una salida con un clima otoñal pese a que estamos casi en verano.
Entré por fin al cañón de las lagartijas, lugar interesante por localizarse grabados de más de seis reptiles, un colibrí y astas de venado cola blanca. Una asta de cérvido es especial pues es ricamente grabada, pero además es la única que se le grabó la calavera y una cuenta a base de muescas en el filo de la roca.
Entre los reptiles grabados se aprecian no sólo lagartijas, algo que quizás se refiera a unos camaleones (una arriba y otra por debajo) mordiéndole la cola al de arriba, una de las lagartijas es de 40 cm de cola a cabeza. Hace algunos años la descubrí casi por accidente, pues sólo se le veía una pequeña parte de la cola, pero levantando una planta muy propia de estos lugares (huapilla) abajo de la planta estaba el resto del reptil finamente grabado y que es de una elegancia a toda prueba.
En la parte poniente de este cañón, en el lado sur se localizan unas enormes rocas con múltiples grabados con el estilo propio de estos lugares “Estilo Pelillal”, podemos identificar algunos grabados, por ejemplo, algunas navajas enmangadas donde la punta era de piedra y el maneral de madera, herramienta de mucha utilidad para el uso diario y para defensa y/o ataque; se observan algunas de estas piezas bien grabadas y algunas llegan hasta 27 cm de altura, la base perfectamente separada de la punta del pedernal.
En las cuevas de Coahuila como la de La Paila o la de La Candelaria fueron encontradas estas navajas y se muestran en los museos de Torreón o de Saltillo. Estas navajas están rellenas con la salvedad de que en algunas partes se observan no pocas sin terminar. Como curiosidad en el Cañón de Puerta Grande localizamos una gran navaja de hasta 1 metro de altura.
Otros motivos son los proyectiles con la característica del Pelillal, es decir, una línea horizontal y debajo las flechas como colgadas en un tendedero, también una mano algo deforme, pero se observan sus cinco dedos y una palma deformada; aquí se ven cuando menos 4 astas de venado cola blanca, y por el dibujo llegamos a la conclusión de que son muy antiguas que se grabaron hace muchos años.
Las astas de este lugar contienen un centro medio ovalado y las puntas del asta es muy redondeada, sólo una de estas tiene un pequeño triángulo relleno; al igual que los óvalos seguramente fue una tribu que explotó estos sitios, porque aquí como en otros lugares de este rumbo se graba un extraño símbolo que para nosotros es un símbolo territorial, es decir, un grupo homogéneo que vivió y estuvo asentado por muchos años, un grupo que sólo permitía a grupos afines a él estar en estas localidades.
Donde este símbolo se extendió por unos 500 km² parte de lo que ahora es Coahuila y algo del Estado de Nuevo León se ve el hongo. Aunque para algunos es la representación de un raspador o de una onda para lanzar piedras, acá podemos observar una figura con un semicírculo y dos tirantes; aquí pude ver una variante de la misma que consiste en un círculo y dos tirantes, aparte de la mano derecha por cierto hay una figura humana muy utilizada para nosotros corresponde a un chamán.
En los alrededores podemos admirar alguna chimenea, lugares donde los nativos hicieron sus fogatas. Aunque es a finales de mayo podemos ver las flores del cactus llamado “manca caballo” y aún flores de Pitaya. Como dato curioso, el cactus “manca caballo” sólo echa la flor un día y al siguiente no hay nada; por último no podía faltar una pintura en rojo muy emocionada, pero que corresponde a unas líneas curvas totalmente abstracto.