Jorge Arturo Estrada García.
“La guerra es el arte de destruir a los hombres, la política es el arte de engañarlos”. –
Jean Le Rond d’Alembert.
“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”.
Albert Camus
“Siempre hacen más ruido las latas vacías que las llenas. Lo mismo ocurre con los cerebros”.
Truman Capote.
El presidente está desconcertado y dispuesto a todo. Los escenarios proyectados se alteran ante sus ojos. Entonces, hace lo que sabe: atacar. Lo hace de inmediato, sistemáticamente y de forma implacable. Sin embargo, Andrés Manuel no es infalible; se ha vuelto soberbio, y envuelto en el poder, desprecia a sus adversarios y a las leyes. Es así como, en este momento, emerge con fuerza, un nuevo elemento en la ecuación. Tal vez la elección del año próximo no esté resuelta. Y, se convierta en un proceso muy cerrado y apasionante. Ya se quitaron las máscaras, la lucha del 2024 será en super libre.
La realidad impacta con fuerza. El presidente sabe que ya no puede arreglar las cosas, el tiempo se le agota. Su gobierno fracasó en materia de seguridad, de salud, de empleos de calidad y la carestía agobia las mesas de los hogares. Entonces, López Obrador se concentra en los temas electorales, que son los que más domina. Ahora, se dedica a impulsar a sus corcholatas y a perfilar a su preferida. Además de atacar con intensidad a Xóchitl.
De esta forma, va inmiscuyendo a la opinión pública nacional al terreno electoral y así la polariza. Convierte, a sus fieles seguidores, en militantes agresivos ante la realidad que lo abofetea, con los amplios fracasos en un gobierno que languidece.
Así, va convirtiendo a las grandes tragedias nacionales, que crecen cada día, en detalles de desinformación malintencionada. Sin embargo, en el tema de la sucesión ya no avanza solo y eso lo altera. Los opositores, con su bloque, se han reposicionado; y con la senadora hidalguense, hasta parecen competitivos, por el momento.
Ante la irrupción de Xóchitl Gálvez sus corcholatas pasaron a segundo plano. La selección morenista incluye personajes que arrastran más pasivos que prestigio. Cuentan con largas trayectorias salpicadas de aciertos, pero ensombrecidas por errores fatales como gobernantes de la Ciudad de México; ellos sólo son elogiados por la comentocracia de la CDMX, tan alejada de las dinámicas locales del país.
El presidente, iracundo por los problemas que lo agobian cada día, ahora debe reencauzar su sucesión. Nadie puede ayudarlo, solamente él puede controlar a Marcelo Ebrard, quien ya se ve disgustado por el proceso interno de selección, pese a las concesiones que se le hicieron.
Claudia Sheinbaum, está harta de andar lejos de su zona de confort y de lidiar con medios “provincianos”, tan impertinentes y poco dóciles. También, parece haber alcanzado el tope en cuanto a crecimiento. Sus limitaciones, y el estrecho marco partidista en el que debe moverse, le permiten poco lucimiento. Se le percibe en declive entre la población en general. Aunque en lo interno, trabaja en su favor la cargada de los gobernadores morenistas, y algunas tribus manejadas por ellos. Ante la pérdida de reflectores, ahora la ponen a recitar chistes sin gracia y a repetir los anatemas creados por López Obrador. La estrategia de campaña de Sheinbaum ya no da más. El presidente ya lo nota, e intensifica sus ataques contra Gálvez.
Los apuros en el Estado de México y la derrota de Coahuila le dieron lecciones al presidente López Obrador. Ya sabe que no es infalible ni invencible. Sus números en aprobación y popularidad no bastan en elecciones en las que no va de candidato. La clase media puede generar victorias opositoras si acuden en cantidades suficientes.
Súbitamente, Xóchilt se volvió una pesadilla. AMLO lleva 10 días atacándola desde su mañanera y con los espacios gubernamentales en redes. Siembra más odios y pone a Gálvez como blanco. Sin embargo, ella sigue avanzando. Esa senadora hidalguense es el fenómeno político, que la opinión pública estaba necesitando; muy rápido, se olvidó a Lili Téllez y a Luis Donaldo Colosio junior. No estuvieron a la altura del reto, enfrentarse a AMLO no es cosa de timoratos. Es una pelea desigual en mañas, recursos y excesos.
El presidente tiene prisa. El tiempo se le agota. Sus promesas reiteradas durante cinco años quedarán en palabras huecas. Tuvo muchos pretextos y pocas soluciones. El presidente ya no gobierna. Está obsesionado con la sucesión. Por momentos, el proceso se le sale de control. Le han robado la narrativa de los pobres. Sus corcholatas tienen apellidos extranjeros y son de familias clasemedieras acomodadas: Claudia Sheinbaum Pardo y Marcelo Ebrard Casaubón. La sucesión fue adelantada. Las corcholatas no crecen, les surgió competencia y la realidad se impone. Inevitablemente.
Los problemas lo rebasaron, su sexenio se consume en medio de cientos de miles de tumbas. La 4T es una tragedia, es un fracaso en muchos sentidos. Estamos ante escenarios inéditos en un país convulso y polarizado. El presidente se niega a soltar el poder. Cada día se pone más intenso e interesante. Veremos.