Rufino Rodríguez Garza.
La zona arqueológica del Pelillal está llena de sitios de mucha importancia para el estudio y comprensión del Arte Rupestre; hace ya algunos años conocí las pinturas del cerro el Frentón, el buen amigo Candelario Flores Olvera (+) fue quién me comentó que: “en una posición había unos extraños dibujos en diferentes colores”, preguntándome también: ¿qué te falta por explorar? y recuerdo que le dije que me faltaba el Frentón, él asintió y me dijo que estaba de acuerdo y que la siguiente semana fuera a buscarle y él me llevaría, que valía la pena subir a ver esas pinturas.
Se llegó el fin de semana y llegué a su casa, en ese tiempo vivía en el ejido de Las Esperanzas y sucedió que cuando llegué no se encontraba en el lugar, abrí la puerta lentamente y pude ver algo que me llamó la atención de inmediato, encontrando que en las blancas paredes de su casa había algunos dibujos en rojo, de diferentes formas y tamaños, siendo ese el momento en que Candelario llegó a su casa, para pronto le pregunté sobre el Frentón y me señaló las paredes todas rayadas y me dijo: “eso que usted ve es lo que encontrará en el cerro”.
Intrigado no salía de mi asombro ante las enigmáticas pinturas, preguntándole que de dónde había sacado las pinturas y me dijo: “si los indios hacían pinturas pues yo también podría fabricar esos colores”; me dijo que con tierras óxidos de allí, de ese mismo lugar mezclado con agua salía el color rojo y variando la cantidad un color naranja.
Todo emocionado cargué mi mochila y guiado por el “Chato”, como cariñosamente se le conocía en la comunidad vecina, procedí al encuentro con el cerro que desde hace la friolera de más de 20 años no subía, objetivo: trepar el famoso Frentón.
Hace unos días, junio de este año regresé para ascender y documentar el estado actual de las pinturas de este bello lugar, la subida tiene un alto grado de dificultad por la consistencia de la piedra que está muy suelta y la pendiente muy inclinada; en el pasado ya había ascendido con Candelario, en otra ocasión con Ventura y con el buen amigo Ariel Colín Morales; ahora en el 2023 me acompañó el amigo Daniel Alberto Rodríguez y con 77 años a cuestas y después de vencer a una que otra enfermedad pude llegar a lugar de las enigmáticas pinturas.
La mayoría de las pinturas miran hacia el norte, los motivos son múltiples y variados, algunos geométricos y muchos abstractos; un motivo que tiene representaciones astronómicas es una luna en cuarto creciente, también hay proyectiles y con respecto a la fauna hay tres representaciones de un ave muy propia de estos lugares, se trata de la representación de un águila.
Las pinturas son en su mayor parte de colores rojos, ocres, blancas y anaranjadas. El óxido de hierro es muy propio para elaborar el color rojo, este color es el más universal de los colores en todo el mundo, quizá por la facilidad para elaborarlo.
Los antiguos habitantes del Semidesierto eran unos magníficos químicos, pues aparte de los colores que elaboraban, usaban fijadores para la mejor durabilidad de la pintura, en concreto después de estas observaciones el origen de dichas pinturas es mineral.
In Situ procedí al revés de lo que marcan los cánones, es decir que en vez de empezar de izquierda derecha empecé de derecha a izquierda, lo primero que llamó mi atención fue una “marca histórica” dejada por el finado Candelario Flores, siendo lo relevante y que llama la atención es que utilizó las tierras de este mismo sitio para elaborar colores con los que pudo pintar con sus dedos y dejó parte de su nombre y su “fierro”, quedó para recuerdo para muchos años.
Aparece una cuenta a base de rayas verticales, 12 para ser más preciso, enseguida hay más trapecios encontrados 10 en total, cinco arriba y otros tantos abajo, muy simétricos y agradables visualmente y sin ninguna interpretación; luego una flecha proyectil en trazo grueso y en un rojo que pierde intensidad por la fuerza del tiempo y de las inclemencias de los elementos naturales. Vale la pena comentar que por los fuertes calores a algunos animales les afectó y quedaron muertos, en este caso pude observar una lagartija, una tarántula y un hermoso colibrí; esto me hizo recordar que estamos al inicio de la “Canícula” que es el periodo del año en el que incrementa el calor.
Entre la escasa fauna representada en este sitio con pinturas, sobresale el dibujo de un águila o de alguna de las aves que existen en el lugar. El dibujo es muy esquematizado, pero aun así se identifica esta avifauna, el cuerpo es cuadrado y de las laterales salen lo que serían las alas y aún se le agregaron sendas plumas. Como esta hay tres dibujos con la representación de dicha ave, en el segundo caso se observa en la parte inferior de ésta una cuenta base de puntos que suman 15.