- Más del 30 por ciento de los responsables de las unidades de producción son mayores de 65 años.
- El futuro del campo debe impulsarse con políticas públicas que fomenten la tecnificación y las herramientas científicas de producción.
- Los apoyos clientelares no son la solución para retener a los jóvenes.
- El incremento en las remesas son un ejemplo del abandono al campo y no un hecho para presumir.
- Ideologización del sector, grave error que reducirá la productividad agrícola.
Jorge Martínez Cedillo.
El envejecimiento de los encargados de las unidades productivas del sector agropecuario amenaza con condenar la producción de alimentos en nuestro país, porque más del 30 de por ciento de ellos, casi una tercera parte son mayores de 65 años de edad y en 2022 se reportaron superficies agrícolas en nuestro país que no se cultivaron porque no había quien las trabajara.
Para la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos (UMFFAAC) la amenaza del envejecimiento del campo se tiene que enfrentar ahora, porque de lo contrario se estará destruyendo el cimiento de la producción de alimentos y la esperanza de la autosuficiencia alimentaria del país.
El presidente de la UMFFAAC, Luis Eduardo González Cepeda, explicó en entrevista que este fenómeno, lejos de reducirse, se va a incrementar año con año, porque de los productores responsables de las unidades de producción el 78.1 por ciento tiene más de 45 años de edad, según el Censo Nacional Agropecuario 2022.
Resaltó que, según este documento del INEGI, señala que 30.9 por ciento de los productores tiene más de 65 años, además de que se contabilizaron 25 mil 891 hectáreas que no se sembraron por diversos factores, entre ellos porque no hubo quien los sembrara, mal temporal, falta de crédito, enfermedad y falta de dinero o apoyos.
Asimismo, explicó que estadísticas nacionales del propio INEGI refieren que entre 1970 y 2023, el porcentaje de la población de 0 a 14 años disminuyó de 46 a 23 por ciento, la de 15 a 29 pasó de 26 a 24 por ciento; mientras que la población adulta de 30 a 64 años aumentó de 24 a 43 por ciento, pero el porcentaje de adultos mayores se incrementó a más del doble, al pasar de cuatro a 10 por ciento.
Por su parte, un estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable de la Cámara de Diputados señala que, en el año 2000, la población adulta mayor de 65 años o más en el sector rural ascendía a 4.6 millones de mexicanos, aproximadamente 4.7% del total, diez años después alcanzó los 7.1 millones y para 2014 se incrementó a 8.5 millones de personas, representando 7.1% del total de la población nacional.
Por ello, dijo, es necesario reforzar dos pilares fundamentales para no perder el futuro del campo, políticas públicas encaminadas a impulsar la productividad con rentabilidad de los agricultores, con el objetivo de atraer a los jóvenes y a las personas en edad productiva esta actividad esencial.
Agregó que en el tema de la educación la mitad de los productores sólo cuenta con educación primaria (50.6 %), lo que reduce o limita su acceso a nuevas tecnologías, así como su integración a nuevos procesos productivos o de mercado que les permitan desarrollar el potencial necesario para ser rentables y competir en los diversos mercados, local, estatal, regional o nacional.
González Cepeda, señaló que el futuro del campo debe fundamentarse en políticas públicas que fomenten la tecnificación y mecanización del campo, ya sea con tractores, maquinaria, riego, entre otras o científicas, como paquetes tecnológicos que van desde semillas mejoradas, fertilizantes, herbicidas y pesticidas, así como otros agroquímicos que permitan producir más y mejor.
No se puede continuar, mencionó, con una política pública clientelar que se basa en apoyos sociales, que no alcanzan a retener a los jóvenes en las unidades de producción y por el contrario los aleja de los campos para enviarlos lejos de casa, hacia los Estados Unidos, de ahí el crecimiento de las remesas, hecho que no es para presumir sino para preocupar, porque es un reflejo del abandono del campo.
Lo que estamos viendo, es la aparición de grupos radicales dentro de las instituciones de la Administración Pública Federal, grupos que sin información verdaderamente científica tratan de prohibir herramientas como, por ejemplo, el glifosato, herbicida que ha sido utilizado por más de 50 años en nuestro país y que es una de las pocas opciones conocidas por su eficiencia y rentabilidad.
La ideologización del sector, se ha convertido en la actualidad en un grave error que amenaza con reducir la productividad agrícola porque están actuando para desmantelar las instituciones del campo, eliminar apoyos productivos y reducir las herramientas con que cuentan todos los productores, lo que seguramente reduciría la producción.