Jorge Arturo Estrada García.
“Era un político puro y un político puro no abandona el poder: lo echan”.
Javier Cercas.
“El poder lo cambia todo hasta el punto de que resulta
difícil decir quiénes son los héroes y quiénes los malvados”.
Libba Bray.
“No permitamos que el deseo de servir a uno mismo prospere
de nuevo bajo la bella máscara del deseo de servir al bien común”.
Václav Havel.
La ambición es su motor, la mentira es su arma, la soberbia es su marca, el poder es su vida. El presidente tiene prisa. El tiempo se le agota. Sus promesas, repetidas durante cinco años, quedarán en palabras huecas. Tuvo muchos pretextos y pocas soluciones. El presidente ya no gobierna, solamente administra su sucesión, está obsesionado con ella. Sin embargo, con mayor frecuencia el proceso ya se le sale de control. Le han robado la narrativa de los pobres; él, ya no es la esperanza. Los problemas lo rebasaron, su sexenio se consume en medio de cientos de miles de tumbas. La 4T es una tragedia, es un fracaso en muchos sentidos. Estamos ante escenarios inéditos, en un país convulso y polarizado. El presidente se niega a soltar el poder, se lo tendrán que arrancar.
Andrés Manuel, en cinco años, pasó de ser la esperanza al repudio masivo. Aun así, construye su Maximato, mientras destruye a la democracia. Ya perdió la percepción ganadora y el aura de invencible. Ya traicionó a Marcelo Ebrard y escogió a Claudia Sheinbaum, como su sucesora, la considera más fácil de controlar políticamente.
Pero, ella es débil y sin carisma, por lo tanto, la operación política de López Obrador se vuelve indispensable. De esta forma, el presidente se llena las alforjas para el 2024, acumula presupuestos, aunque tenga que endeudar al país.
El discurso base de la campaña de Claudia Sheinbaum ha sido; “Queremos que siga el legado del presidente López Obrador, no queremos que se acabe lo que inició el presidente Andrés Manuel López Obrador”. Simultáneamente, el mandatario ataca y desgasta, incesantemente, a Xóchitl Gálvez, la candidata opositora, que cada día se arraiga más en el imaginario colectivo. Lo mismo hace con las instituciones que se le oponen y ya logró infiltrar y minar al Instituto Nacional Electoral.
El presidente decidió traicionar a Marcelo. Desde hace tiempo, él decidió que Claudia Sheinbaum sería la candidata presidencial de Morena. El perfil de Ebrard no lo convenció y, además, el excanciller no demostró potencia, ni dentro de Morena ni entre la población en general. Las encuestas del proceso interno, de los guindas, no lo favorecieron. Parecían diseñadas e implementadas para perjudicarlo. Incluso la comentocracia, parecía lista para aceptar el triunfo de Sheinbaum, los convenios del gobierno de la CdMx pesan mucho.
Estas maniobras, tan abiertas, se dieron a pesar de que Ebrard, en dos ocasiones, fue el puntal del proyecto presidencial de Andrés Manuel López Obrador. Marcelo no recibió la recompensa. Como competidor en el 2012, Ebrard le cedió, sin pelear, la candidatura del PRD, aún en un empate técnico de las encuestas. La diferencia fue mínima, de 1.6 puntos de diferencia entre uno y otro, dentro del margen de error.
Anteriormente, Ebrard como jefe de gobierno, del 2006 al 2012, enviaba mochilas llenas de billetes para sostener el proyecto del “Rey del Cash”. El encargado de entregarlas era Mario Delgado, actual presidente de Morena, que en ese entonces era el secretario de Finanzas de Marcelo. Así lo registró, Elena Chávez, la periodista autora del libro del mismo nombre.
AMLO, consideró que el perfil de Marcelo era atractivo para la clase media, pero no para las clases populares, luego de leer los resultados amplios de sus propias encuestas. Pero, esencialmente, él lo considera demasiado autosuficiente para someterse a un Maximato. Tenía que cerrarle el paso, y en consecuencia, aferrarse a la movilización y al acarreo el 2 de junio del 2024, como estrategia base para ganar.
El país avanza hacia una elección presidencial muy competida. Los opositores parecen haber encontrado a un fenómeno político capaz de enfrentar y derrotar a López Obrador y a Claudia. Xóchitl acapara reflectores cotidianamente. El presidente de la república la mantiene bajo fuego y Gálvez contesta en cada ocasión, al parecer no se arredra. Ya hasta la casa que habita, que compró con crédito bancario, le quieren derrumbar y ella hasta los anima a hacerlo. No cabe duda, que el potencial de la comunicación instantánea es poderoso, como nunca antes en la historia.
Aún faltan nueve meses, para el super domingo de junio del 2024. Todavía, pueden pasar muchas cosas. Sin embargo, el presidente parece desconcertado, iracundo y descontrolado. En contraste, la oposición está conquistando espacios y ya tiene a una candidata que se percibe competitiva. No obstante, la política es un panal de traidores, habrá que estar atentos. Tal vez, ha llegado el momento de los ciudadanos, aunque tengan que vender su alma al diablo y depositar “votos útiles”, a los desprestigiados PRI-PAN-PRD. Y de paso salvarlos de ser aplastados y a algunas de sus figuras principales de ser encarceladas.
López Obrador, mantiene la iniciativa política del país. Él adelanta y encabeza el proceso para elegir a su sucesor. Plantea escenarios, mueve las piezas, ataca, amenaza, presiona y desprestigia, a quienes intentan obstaculizar sus proyectos personales. No le importa pasar por encima de las leyes electorales, sabe que no se atreverán a aplicárselas, arriesga. Ya sembró temores en todos los ámbitos, y, además, él se hará la víctima.
AMLO es un destructor de instituciones. El presidente quiere demoler a la democracia. Cada artículo constitucional e institución, que se oponga a sus proyectos de poder, debe ser atacado y desmantelado. Andrés Manuel, echará mano de todos sus recursos, no puede perder la presidencia ni las mayorías en las cámaras, el próximo año. Le es indispensable reformar las leyes para imponer su modelo de gobierno autoritario, sin contrapesos y alejado de la democracia. El pretende, en primera instancia, establecer su Maximato. Si sus planes funcionan, cambiará el destino del país por décadas. Sin embargo, la clase media ya está alerta y cada vez más atenta.
En la actualidad, ya nada es igual al 2018, cuando López arrasó en las urnas. El país está dividido, es un pozo de odio, y ya hay opositores activados y participando. La clase media aprendió a conocerlo, y a rechazarlo, y se lo demostró en las elecciones federales intermedias, con un voto útil masivo en su contra.
No obstante, la aplanadora morenista siguió ganando gubernaturas, ya tiene 24 en su poder. Lo logró presionando gobernadores, convenciéndolos para que le entregaran sus entidades, a cambio de impunidad, y enviándolos de embajadores y cónsules. Entonces, desde el último cuarto del 2021, diligentemente, se dispuso a echar a andar su proceso sucesorio.
Por su parte, los ciudadanos, y sus organizaciones, acertaron en su selección. El potencial de la senadora hidalguense, Xóchitl Gálvez, terminó por derrotar a las figuras que presentaron los partidos. Estos, organismos políticos, pasan por sus peores momentos de la historia. El PRI, en los hechos, ya no tiene gubernaturas, tiene solamente a dos mandatarios en coalición, con sus aliados PAN y PRD. Acción Nacional regresó a un tamaño de opositor mayor y el PRD está por desintegrarse.
Incluso Morena, es un movimiento integrado por tránsfugas del Prianprd, frecuentemente impresentables y escasamente prestigiados. Los guindas ya no representan el cambio, representan la continuidad de un grupo de poder, que no resultó ni mejor ni menos corrupto. Xóchitl Gálvez, fue contundente, al sentenciar: “el presidente ya fracasó y ahora la esperanza nos pertenece”.
El sexenio de AMLO quedó en promesas incumplidas, cientos de miles de muertos y una transformación trunca. Como no hay mucho qué informar, el presidente, Andrés Manuel, usa sus espacios para repetir promesas a futuro, como si tuviera mucho tiempo para cumplirlas, y su sexenio fuera empezando. Estos ofrecimientos los complementa con verdades a medias y mentiras amplias. Ni la verdad ni la realidad son lo suyo. El tiempo es implacable y cruel, ya se le agota. Solamente le restan poco más de 12 meses portando la banda presidencial.
Durante su gestión, desde Palacio Nacional, concretó lo que buscaba: su tren Maya, el eje Transístmico y su refinería de Dos Bocas; aunque, aún están en obra negra. Como propósito inicial, como un capricho personal, destruyó a un aeropuerto diseñado para ser de clase mundial; y, ahora, deberemos pagarlo, miles de millones, por décadas. Lo reemplaza por una más limitada terminal aérea, que denomina Felipe Ángeles, la cual, aunque tiene mucho tiempo abierta, no consigue ni viajeros, ni operaciones y cuesta muchos millones al erario, cada día que opera.
Así, detona el desarrollo del sureste con el transístmico y demás obras. Simultáneamente, genera empresas y empleos, pero con cargo al gobierno. Acciones que podrían terminar como caros pasivos, si no las vuelven redituables en el corto plazo, y se conforman con el efecto propagandístico. Seguramente, eso, será tarea del próximo inquilino de Palacio Nacional. Aunque los errores los pagaremos todos.
En lo social, los grandes impactos que dejará López Obrador, fueron el aumento a salarios mínimos, el combate al outsourcing, las becas para jóvenes y para adultos mayores. La estabilidad económica a nivel macro, se ha conservado, falta ver si no la descarrila en los próximos meses.
En este momento, las promesas rotas ya no se pueden reparar. Pronto, conoceremos hasta dónde llega la devoción popular hacia el presidente, y hasta dónde llega el rechazo a lo que hizo y a lo que no hizo. El acarreo, y los miles de millones de pesos, serán las principales armas morenistas. Los clasemedieros, molestos, serán la fuerza de la menguada oposición. Sin embargo, quien emocione más y brinde mayor confianza será quien obtenga los votos de los electores no acarreables. El castigo, el miedo, el odio, la esperanza, el fastidio y la fidelidad serán factores.
Por lo pronto, el tiempo se le agota al presidente. Faltan menos de nueve meses para el super domingo electoral. AMLO y su gobierno se perfilan para dejar más mentiras, más muertos y promesas incumplidas, que logros. Así, fueron los primeros 5 años de gobierno. Serán los escenarios los que cambiarán aceleradamente, en los próximos meses. El tabasqueño compartirá espacios, y reflectores, con las aspirantes a sucederlo. Será un período sumamente intenso, absolutamente inédito e interesante. Veremos.