Profr. Evaristo Velasco Álvarez.
El día 27 de septiembre del año 1821, luciendo briosos corceles y muy bien ataviados con sus uniformes militares, entraron en la ciudad de México, acto que consumaba y ponía fin a la etapa armada de la Guerra de independencia, iniciada 11 años atrás en Dolores, Hgo., con el Grito pronunciado por el Padre de la Patria, don Miguel Hidalgo y Costilla, en la media noche del 15 de septiembre de 1810; hecho que marcó no el inicio por la independencia de México, sino por toda Latinoamérica, porque de ahí se generaron las luchas libertarias de todo el continente.
Y desde entonces, a la fecha, hemos intentado, como libertos e independientes, mantener la Libertad y la Soberanía nacionales, como los dos puntos fundamentales de la existencia de México en el concierto internacional; destacándonos como promotores de LA LIBRE DETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS, base de la doctrina Estrada.
Por ello es necesario que todos nos apeguemos a la misma característica exigible de los otros países, que alcancemos la libertad en medio de terquedades de los grandes países oligarcas que nos rodean.
Hagamos valer nuestra condición nacional de libertos, de demócratas, de respetuosos de todo y de todos, pero exigiendo lo mismo de todos los demás. Porque si queremos una nación libre y justa, estas condiciones deberán ser parte de nuestro comportamiento. Hagámoslo así para ¡Que viva México!
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