EL PLAN DE AGUA PRIETA NO FUE APOYADO EN PIEDRAS NEGRAS

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Rigoberto Losoya Reyes.

El 23 de abril de 1920, Plutarco Elías Calles y otros simpatizantes de Álvaro Obregón proclamaron el Plan de Agua Prieta. El objetivo principal era desconocer y derrocar al gobierno revolucionario de Venustiano Carranza.

Los generales Álvaro Obregón, Abelardo L. Rodríguez, Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles se cuentan entre los sonorenses que participaron en la elaboración de este documento.  Los reclamos se hicieron uno con el Plan de Agua Prieta, donde se desconocía a Venustiano Carranza como presidente de la República y a los Gobernadores de varios Estados.

También se convocaba a los gobernadores a que se adhirieran al movimiento; se designaba además a Adolfo de la Huerta como jefe supremo del Ejército Liberal Constitucionalista y se establecía que al triunfo de la causa se convocaría a elecciones.

El 9 de mayo de 1920, el periódico LA PRENSA que se publicaba en la ciudad de San Antonio, Texas, publicó que ante la convulsión política surgieron rumores que la guarnición militar de Piedras Negras se declararía obregonista.

Por su parte el General Pedro Villaseñor desmintió tales rumores jefes de la guarnición de la plaza.

El oficial militar emitió francas protestas de fidelidad al gobierno, exhortando al pueblo a no dejarse llevar hacía la seducción revolucionaria. Sin embargo, se publicó que algunos oficiales eran obregonistas y que se les vigilaba. Inclusive, algunos grupos militares fueron desarmados para evitar algún levantamiento.

Las autoridades detuvieron a algunas personas haberse expresado mal y en público de don Venustiano Carranza quien era muy estimado en esta ciudad, pues se le recordaba todavía con afecto, cuando vino a Piedras Negras a organizar la revolución constitucionalista que lo llevó al poder. Don Venustiano hizo amistades con las familias de todos los estratos sociales, como la señora viuda, de origen español y propietaria de una fonda, donde solía comer don Venustiano acompañado de su estado mayor, entre ellos Francisco Luis Urquizo de san Pedro, Coahuila.

Las inesperadas aprehensiones provocaron alarma en la clase élite de esta ciudad que ya evitaban de asistir al Casino Nacional para no cometer alguna indiscreción que les pudiera causar algún problema con las autoridades locales que tenían informantes en todos los círculos sociales. Esta situación provocó una especie de paranoia, donde nadie confiaba en terceras personas. En el norte el general Obregón no tenía el arraigo como los carrancistas por lo que no recibieron con arado la rebelión de los sonorenses. En la prensa se informó que, algunas personas habían sido detenidas por haberse expresado “en malos términos” del presidente don Venustiano Carranza y de las autoridades locales. Algunos vecinos todavía recordaban la desgracia que le ocurrió a don Hilario Delgado, un comerciante muy conocido en la frontera, y a quien el movimiento constitucionalista le expropio su compañía de teléfonos en Piedras Negras, obligándolo a huir rumbo a la vecina población de Eagle Pass, Texas en 1913, donde falleció al año siguiente pobre y maldiciendo a los carrancistas. Su viuda procuró rescatar la compañía con el apoyo del general Alejo González, pero el gobierno negó la solicitud. Otras familias también habían sufrido como la del doctor Lorenzo Cantú que abandonó su botica y consultorio al negarse a pagar la cantidad exigida por los constitucionalistas en 1913. Otro caso que llamó la atención, es que se comentó entre la sociedad que don Fructuoso García Zuazua también estaba detenido.

La suerte estaba echada y los que apoyaron el levantamiento obregonista finalmente triunfaron, terminando con la vida del presidente de la república, José Venustiano Carranza de la Garza, en un pueblito de la sierra de Puebla, en Tlaxcalantongo, el 21 de mayo de 1920, concluyendo así una etapa de la revolución mexicana e iniciando un gobierno representado por la clase militar.