José Guadalupe Robledo Guerrero.
El huracán Otis que la madrugada del pasado 25 de octubre causó destrucción y muerte en Acapulco, exhibió en toda su magnitud la ineptitud y el abandono de los ciudadanos de aquel puerto turístico por los gobiernos de los tres niveles federal, estatal y municipal, todos ellos morenistas, pues tanto el presidente López Obrador, como la gobernadora Evelyn Salgado y la alcaldesa Abelina López dejaron a su suerte a las víctimas del fenómeno meteorológico.
Ninguna de estas instancias gubernamentales puso en alerta a los acapulqueños sobre la amenaza del huracán, a pesar de que desde doce horas antes se sabía que podría convertirse en huracán de gran fuerza, incluso el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos lo advirtió horas antes, y AMLO nada dijo en su perorata mañanera. Por tal razón, los turistas y los acapulqueños no pudieron resguardarse en los refugios ni evacuar las zonas peligrosas.
Tres días después del fatal desastre, aún no llega la ayuda gubernamental, tampoco hay información suficiente y detallada, y no es para menos, ese es el resultado de 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad de los politicastros de la 4T. La gobernadora y la alcaldesa aparecieron dos días después del desastre, y López Obrador no pudo llegar a Acapulco, porque decidió irse por carretera, y ninguno de los miles de militares le supo decir que no se podía transitar por tierra, debido a la devastación que dejó el huracán.
Por cierto, una foto que circuló en los medios de comunicación, donde se observa al jeep militar que transportaba al Peje atascado en el lodo, lo que sirvió no sólo para que en las redes sociales se burlarán del incidente, sino para exhibir al gobierno de López Obrador inmerso en el fango de la ineptitud, la corrupción y la demagogia.
Todavía es hora que la ayuda gubernamental no llega a las víctimas del fenómeno, y eso se explica porque una de las primeras acciones de López Obrador, fue extinguir el Fondo para Desastres Naturales (FONDEN). Por eso, es la sociedad civil la que se ha organizado para recolectar la ayuda que auxilie las necesidades de los acapulqueños, que son alrededor de 800 mil habitantes. Mientras tanto, las consabidas mentiras de las autoridades siguen circulando en la comunicación oficialista.
Además de la desinformación y la falta de ayuda gubernamental, Acapulco se encuentra en la anarquía, sin la presencia de autoridades, sin seguridad pública y con una rapiña generalizada de delincuentes que se han dedicado a saquear todo tipo de negocios, sin que la fuerza policiaca intervenga, ni aparezca para evitarlo.
Pero qué podemos esperar de un estado gobernado por el narco desde hace décadas, una región donde se siembran drogas y donde nació la guerrilla y las primeras bandas del narcotráfico, que para el caso son lo mismo, igual que lo son autoridades, policías, militares y narcotraficantes. Tal vez por eso, los habitantes de Acapulco no quieren abandonar sus casas, por temor a que les roben su patrimonio.
En Acapulco no hay ley, ni autoridad, ni seguridad pública. Esa hermosa parte de la república se encuentra sumida en el desorden, el caos, los saqueos, y con la imperiosa necesidad de los acapulqueños que requieren agua, comida y lugares para alojarse en su vital deseo de sobrevivir; en pocas palabras abandonados por los gobiernos de los tres niveles que pertenecen a la Cuarta Transformación.
Pero AMLO ya dio instrucciones a sus siervos de la nación, para que vayan casa por casa a preguntar sobre las necesidades de cada uno de los habitantes, con la promesa demagógica de ayudarlos a tener otra vez casa y enseres domésticos. Una promesa más de López Obrador, que seguramente no cumplirá. También ha ordenado que la ayuda de la sociedad civil se canalice a través del ejército y la marina, de tal forma que pueda presumir que es ayuda de su gobierno, con el pretexto de que no quiere que se lucre con la desgracia. ¡Qué poca…!
Hasta hoy, según las autoridades, hay 48 muertos y decenas de desaparecidos, pero aún faltan cosas peores, las epidemias sanitarias que traerá consigo el desastre natural que ocasionó el huracán Otis, de categoría 5, la más alta en estos fenómenos naturales. Ante estas evidencias, para qué preguntarnos ¿Cuánto tardará la reconstrucción de esa zona paradisíaca? Seguramente Acapulco no volverá a ser lo que era en años, pero no hay que olvidar que los acapulqueños dependen del turismo. ¿De qué vivirán mientras?
Lo cierto, es que López Obrador es un presidente chiquitito, para lo grande que es México, tanto así, que insiste en echarle la culpa de su incapacidad al pasado y a los medios. ¡Pobre orate!
Política aldeana
La Suprema Corte de Justicia de la Nación desechó la controversia presentada por el gobierno de Coahuila sobre los libros de texto gratuitos del gobierno federal, por tal motivo no hay duda que se repartirán los libros editados por el oficialismo, llenos de errores, imprecisiones, que sacrifican las matemáticas, el español y privilegian la ignorancia, los antivalores y anormalidades humanas, de las que no hablan los críticos.
Preguntas huérfanas
¿Será cierto que el gobierno obradorista ya cobró al Banco Internacional para la Reconstrucción y Fomento (BIRF) -integrante del Banco Mundial- el Bono Catastrófico de 485 millones de dólares para cubrir riesgos asociados a desastres naturales?
¿Serán utilizados los 485 millones de dólares del Bono Catastrófico para atender la emergencia provocada por el huracán Otis en Acapulco o serán para las campañas electorales de Morena?