Rufino Rodríguez Garza.
El Aparejo es un puerto en las inmediaciones del ejido Las Esperanzas, por este puerto se comunican el Valle de Chupaderos y otro gran valle que se llama Nacapa.
Aquí en el norte entendemos por aparejo las herramientas para que un caballo o un tiro de mulas puedan jalar un vehículo o una máquina agrícola.
Este lugar de Las Esperanzas es relevante pues desde hace muchos años se hizo un pozo, se equipó y comenzó a bombear el preciado líquido por tuberías que cruzaban algunos arroyos a diferentes parcelas y labores.
Tiene una modesta cabaña ya casi en ruinas donde se instalaba una familia, donde el hombre era el encargado de cuidar el motor y la bomba; al amigo se le llamaba “bombero”.
Actualmente el pozo está sin usarse, no sabemos si aún contiene agua, además de que la energía eléctrica es muy cara y no hay con qué pagar los recibos a la Comisión Federal de Electricidad y del “bombero” solo quedó la anécdota.
El vehículo llega hasta la bomba y pasando unas cercas se empiezan a observar unos grabados que van desde simples huellas de cérvidos hasta herramientas, ya sean navajas enmangadas o proyectiles.
Lo más abundante son los motivos abstractos donde abundan las figuras geométricas onduladas y circulares.
Buena parte de su vida el hombre del pasado (cazadores-recolectores) se la pasaba en la recolección, pero sobre todo en la cacería pues era una manera de complementar la dieta necesaria para la sobrevivencia.
La cacería hizo que el hombre del pasado fuera especializando sus armas, por ejemplo donde había corrientes de agua se diseñó la naza donde atrapaban a los peces en márgenes de ríos y arroyos, alimento rico en proteínas.
La lanza o azagaya se usó por miles de años, el propulsor o Átlat’l que permitía arrojar la lanza a una mayor distancia y con más fuerza es más reciente en su invención.
Hay evidencias físicas de una técnica para atrapar venados y era usando una larga red (13 metros de largo por 1 metro de ancho) poniéndola en una cañada donde se arrimaba a los venados, eran detenidos en la red y los cazadores ahí los flechaban. De este cérvido aprovechaban todo para ellos, siendo por lo tanto este animal una de las sacralidades.
Otra forma de cazar fue el de llevarlos a una barranca y tratar de despeñarlos.
En El Aparejo no hay representaciones de Átlat’l por lo que en este sitio se celebraban ceremonias propiciatorias; fue un lugar de grabados tardíos en el tiempo, donde el arco y la flecha eran las armas de uso diario.
El arco se cree que es inventado hace poco más de 1000 años, aunque en algún momento se usaron la lanza y el arco éste fue poco a poco sustituyéndola y empezó a predominar dicho instrumento.
Esta herramienta es una compleja tecnología pues se utilizan muchos elementos tales como el arco, la cuerda, la flecha, la ante flecha, las plumas y por supuesto el proyectil o chuzo.
Los petroglifos de El Aparejo son evidencias que nos muestra en el por qué en una reducida área aparecen más de 30 astas, tanto de venados cola blanca las más abundantes, como algunas de venado bura.
Dijimos que el lugar es tardío pues no se observan propulsores, un sitio donde se efectuaban rituales de cacería.
Aquí se practicó la “magia simpática”, es decir el cazador grababa en la piedra lo que se quería atrapar, además de que las condiciones les fueran favorables para atrapar la presa y que no tuvieran accidentes.
El Aparejo, un lugar digno que merece un estudio más profundo.