Carlos Padilla Muñoz.
CUANDO el Presidente Andrés Manuel López Obrador remarcó que en su gobierno prevalecía la tónica de No mentir, no robar, no traicionar, lejos estaba de comprobarse que nada de esto se llevaría a cabo entre muchos de sus colaboradores, incluso ya desde antes de llegar al poder, no se respetaba esto, vaya, ni siquiera por el Mesías que trabaja como Presidente.
En efecto, López Obrador engañó a todo el país, ocultando la forma de como sobrevivía sin tener negocios, ni trabajo y menos una forma de justificar sus ingresos, que de ninguna forma era con la austeridad franciscana que ahora pregona. López Obrador lleva el ADN priista en la piel, en este partido se inició en la política en su natal estado Tabasco.
Después de que López Obrador quiso llevar a la hoguera política a los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, acusados de corrupción, desvíos multimillonarios de recursos, peculado y otros delitos graves, con los que podrían juzgarse y llevarlos a la cárcel por el resto de sus días, haciendo una consulta popular que arrojó resultados desfavorables para los ex gobernantes, al menos eso dijo AMLO.
Pero resulta extraño que López Obrador de pronto se olvidó de llevar al cadalso a los ex mandatarios corruptos y rateros. Ahora sabemos que los expresidentes le enviaron un mensaje al presidente justiciero, que si seguía con su afán de llevarlos a la cárcel, ellos publicarían todos los recibos de los sobornos que pidió y le dieron en sus administraciones, por hacerla de oposición.
Después de dejar la Jefatura del D.F., ahora Ciudad de México, López Obrador se dedicó a ser oposición con el PRD y otros partidos, hasta que se le ocurrió ir por la Presidencia de la República, con su partido Frankenstein.
Eso se llama corrupción, vivir del erario público, para ser comparsa del partido en el poder. AMLO nunca ha podido justificar de qué se mantenía en esos años, sin tener trabajo ni negocios, engañando a la gente con su Tsuru y un vocho, como parte de su camuflaje político.
Luego que llegó al poder en 2018, metió a toda la banda de vividores seudo intelectuales como Martí Batres, ahora Jefe de Gobierno de la Ciudad de México; Claudia Sheinbaum, ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Rene Bejarano, a quien agarraron recibiendo fajos de billetes producto de la corrupción de Morena; Taibo II, vividor de la cultura; Marcelo Ebrard, ex jefe de Gobierno de México, ex Secretario de Relaciones Exteriores y frustrado precandidato a la Presidencia; y muchos ex priistas como Manuel Bartlett, Secretario de la CFE y otras joyitas venidas del PRI y el PAN.
Con la salida de la ex Fiscal de la Ciudad de México Ernestina Godoy, quedó al descubierto la protección que le dio esta funcionaria a la ahora candidata a la Presidencia de la República Claudia Sheinbaum. Como dejarla fuera de responsabilidad en la tragedia del Colegio Rébsamen donde murieron más de medio centenar de niños.
Ernestina Godoy, impuesta por López Obrador y Sheinbaum, limpió de toda responsabilidad a Claudia y Marcelo Ebrard, en la tragedia de la línea 12 del Metro con 26 muertos y muchos heridos, ellos fueron jefes de gobierno de la Ciudad de México durante la instalación del metro en esa línea y la fecha de la tragedia. Tanto Ebrard como Sheinbaum tenían que ser sujetos a proceso por su responsabilidad.
Ahora, Godoy alcanzó a cubrir el escándalo en la liquidación de los trabajadores de la Agencia noticiosa de Gobierno, Notimex, cuando la Directora denunció ante la Fiscalía que funcionarios cercanos a la candidata de Morena, pidieron el 20 por ciento para ingresarlo a la campaña de Sheinbaum.
Escándalo que explotó ahora que el Congreso de la Ciudad de México negó la ratificación de Godoy, quien en otro truco de corrupción, dejó a su director de comunicación en su lugar sin ser abogado como lo dice la Ley.
En un acto que envidiaría el mismo Houdini, el nuevo Fiscal apareció después de tres días como abogado con un título y cédula profesional de derecho otorgado por un instituto patito. De por si existen pruebas de que Ernestina Godoy plagió parte de su tesis profesional por lo que su título podría ser invalidado. Esto mismo pasó con la ministra de la Corte, Yasmín Esquivel, doméstica de López Obrador, a quien se le comprobó que plagió su tesis, incluso la UNAM quiso invalidarle su título, pero López Obrador envió a la orden a la UNAM para que no sucediera.
El acto más reciente de servilismo y autoritarismo desde Palacio Nacional, es la imposición de la ministra de la Suprema Corte, Laina Batres, hermana de Martí Batres el jefe de Gobierno de México.
La administración federal de la Cuarta Transformación está llena de nepotismo, familiares y amigos de funcionarios de primer, segundo y tercer nivel, están inmersos en puestos con sueldos y prestaciones millonarias, tráfico de influencias que les permiten hacer los mejores negocios como compra de insumos, contratos de construcción en las faraónicas obras como el Tren Maya, el tren Transístmico, la Refinería Dos Bocas, la reconstrucción de Acapulco y el Proyecto de Agua Saludable para la Laguna,
La familia de López Obrador, comenzando por los hermanos incómodos, Martín y Pío López Obrador, quienes recaudan más de 100 millones de pesos supuestamente para Morena, aunque su dirigente nacional Mario Delgado dice que no entra nada de ahí. Los hijos de López Obrador viven como millonarios sin tener negocios ni trabajo y se benefician del coyotaje en las obras de su padre. Nunca antes había habido tanto nepotismo en el gobierno de México.
Esto es solo parte de la corrupción, las mentiras y la traición que impera en la 4T. Las traiciones contra Marcelo Ebrard, Ricardo Mejía Berdeja, Armando Guadiana y ahora contra la directora de Notimex.
Todos ellos fueron ensalzados primeramente por el mandatario, después fueron tildados de traidores y azotados con el odio furioso esquizofrénico del inquilino del Palacio que hábito Moctezuma, Juárez y Porfirio Díaz.
Por eso cuando López Obrador recalca en las Mañaneras la frase de “No Mentir, no Robar, No Traicionar”, y la otra frase “No Somos Iguales”, retumban fuertemente en las paredes del faraónico Palacio Nacional, que fue remozado para que fuera habitado por el faraón mexicano.