Jorge Arturo Estrada García.
«El problema con el mundo es que la gente inteligente está llena de dudas,
mientras que los estúpidos están llenos de confianza”.
Charles Bukowski.
«En el amor y la guerra todo se vale, menos arrastrarse.
En la guerra se muere de pie y en el amor se dice adiós con dignidad”.
Charles Bukowski.
El poder ilimitado en manos de personas limitadas siempre conduce a la crueldad.
Aleksandr Solzhenitsyn.
La clase política mexicana apesta. Actualmente está enfrascada en una intensa guerra electoral, evidenciando sus miserias. Unos, están afanados por conservar el poder y los otros por recuperarlo. Es una lucha en el lodo, en super libre y entre marrulleros. En un país sin ideologías y sin ciudadanos enterados, socio conscientes y decididos a tomar las riendas de la vida democrática, deberemos votar por el menos peor. Por el menos tóxico. El peligro para México gobierna, ya está instalado en Palacio Nacional y no se quiere ir, aunque ya se le acaba su sexenio. Habrá que echarlo, como se hizo, con el PRI y el PAN, en su momento.
Finalmente, la joven democracia mexicana entró en crisis. Nos volvimos a equivocar. En 2018 votamos masivamente por el Peligro para México. Hartos de los enormes defectos, fallas y corrupción de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, finalmente elegimos a López Obrador. Andrés Manuel, es un personaje que encarna todos los vicios y excesos de la vieja política priista mexicana, que gobernó al país durante más de 70 años. El tabasqueño no es un demócrata, es un personaje surgido, de las sombras de un pasado autoritario, que no quiere abandonar el poder; aunque solamente, le falten menos de 300 días de gestión presidencial.
Por su parte, el PRI se encamina a la extinción, se encamina a ser un partido satélite. El PAN sigue dando tumbos con una dirigencia inepta. Morena, el partido en el poder, exhibe su sordidez con su colección de funcionarios impresentables y tramposos, prófugos del prianprd. Esto implica que los ciudadanos no acarreables, tendremos que votar por el menos peor. Los partidos ya no dan para más, solamente sirven para aportar sus franquicias, con sus desprestigios, para obtener el registro en el INE.
Esta, ya es una época de evadir la realidad nefasta que nos agobia y acecha. Los estudios especializados, nacionales y mundiales, en temas periodísticos, muestran que la tercera parte de las personas evita acercarse a las noticias de temas políticos y de cambio climático, porque les generan estrés o porque los llevan a sostener discusiones con sus conocidos o familiares.
Sabemos, que entre la nefasta clase política mexicana, tampoco hay ideologías. Lo que los motiva a participar es el hambre de poder y de riqueza. Así, sin escrúpulos, desde casi todos los rincones del país, surgen los casos de corrupción, que son evidentemente tolerados desde los gobiernos de todos los colores. Son iguales, son los mismos, nada más cambian de cachuchas y chaquetas en cada elección. Son los mismos perros con distintos collares, dirían en el rancho.
Tanto Alejandro Moreno como Marko Cortés parecen empeñados en destruir a los partidos opositores que dirigen. Son torpes y generan rechazo ciudadano hacia sus partidos y a sus candidatos, con sus palabras, acciones y desplantes. Se aferran al poder y se atrincheran rodeados de impresentables. Saben que su salvación personal está en negociar los votos legislativos en éste y el próximo sexenio. A ellos no les importa la candidatura de Xóchitl Gálvez. Ya están acostumbrados a perder, y ya fueron despojados de sus maquinarias electorales en 24 estados de la república. Ya, solamente, les queda el engaño y la traición a los electores, con acuerdos en lo oscurito, para salvarse de ser perseguidos judicialmente y despojados de sus fortunas.
Así, el caso Coahuila, hace unos días, estuvo pésimamente operado por todas las partes. Las ambiciones personales se desbordaron. Priistas y panistas pusieron a medir fuerzas y solamente lograron ahondar el desprestigio hacia ambos partidos. El asunto del incumplimiento del convenio del reparto de puestos, en la administración del coahuilense, Manolo Jiménez, del gobierno de coalición de esa entidad, y la publicación del mismo, generó intenso golpeteo y turbulencia hacia la candidata del Frente Opositor, Xóchitl.
El pleito por la alcaldía de Torreón, la publicación del convenio y el intercambio de ataques entre panistas y tricolores, también metió al gobernador de Coahuila en una espiral tóxica de desprestigio, a nivel nacional, al quedar vinculado con figuras políticas tan nefastas.
Para Manolo, ser el último gobernador tricolor, aunque elegido por priistas y panistas, le brinda la oportunidad de ganar posicionamiento positivo en el país, ante el declive de las principales figuras de su partido. Su perfil de joven político inteligente y exitoso fue manchado en el incidente. Todo el asunto fue una escena de errores, soberbia y vanidades.
Es un hecho que muchos de los personajes tricolores y blanquiazules, tan halagados por los medios de la capital del país, salieron desgastados y derrotados en el proceso de elegir a su candidato presidencial, no tenían la estatura para competir en las circunstancias actuales. Unos mostraron que no cuentan con calidad moral ni con base social; otros, compraron firmas y adhesiones en las precampañas internas; otros se negaban a aceptar su derrota y otros fueron expulsados por el nefasto Alejandro Moreno. Adicionalmente, muchos exgobernadores del peñismo resultaron traidores o encarcelados. Estos traidores, fueron premiados con embajadas por entregar dócilmente sus estados al presidente López Obrador.
En este momento, los tres principales partidos están rotos, ampliamente agrietados internamente. Morena parece empeñado en demostrar que ellos son iguales al viejo PRI tramposo, deshonesto, cínico, mentiroso y corrupto que quiere quedarse a toda costa con el poder. Así, va por todos los estados recogiendo a políticos desprestigiados y los hace candidatos morenistas. Estas decisiones cupulares los exhiben y además desplazan a los militantes de algunas tribus que se sienten marginados e ignorados.
Por su parte, el partido Movimiento Ciudadano es una caricatura. Una historieta que parece el retrato de una época, en la que un personaje oscuro, un vividor de la vieja política, con tipo de personaje villano de cómic es dueño de un partido satélite. Sus personajes relevantes son Samuel García, el temeroso gobernador hablantín de Nuevo León y fracasado precandidato presidencial; Luis Donaldo Colosio Riojas, el anodino alcalde de Monterrey; Mariana Rodríguez, la candidata a alcaldesa de la capital neolonesa, empresaria, esposa de Samuel e influencer; y, el inestable Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco.
Es así, que el partido naranja, parece un nuevo chipote, algunos dirían tumor, de la inmadura democracia mexicana. Es un caso, casi seguramente, derivado de la degradación de la clase política, acontecida a lo largo de estos cuatro sexenios de votos válidos, resultados confiables y elecciones competidas. En el fragor de estas batallas electorales han surgido, se han extinguido y han mutado, muchos mini partidos parásitos y extravagantes que se incrustan en las coaliciones y alianzas. El MC, antes se llamaba Convergencia. Su candidato a la presidencia, Jorge Álvarez Máynez ya pasó por cinco partidos, inició su carrera en el PRD, luego fue al Panal, Verde, PRI y ahora MC.
En estas condiciones, la guerra electoral se intensifica en todos los frentes. El gobierno federal la alimenta desde las Mañaneras. La administración de Andrés Manuel está indeleblemente manchada de corrupción, ineficiencia, tragedia y muertes. La corrupción ya es muy evidente, y es tolerada desde el micrófono del presidente.
López obrador no admite que se le cuestione, entonces evade recorrer caminando al devastado Acapulco. Dedica sus giras a inaugurar obras incompletas y poco eficientes. Proyectos que costaron miles de millones en exceso y que están impugnadas por la corrupción descarada, el capricho del tlatoani y la incompetencia como sello de la casa, o de su administración.
A lo largo del sexenio, por sus decisiones desde el poder, decenas de miles de muertos se acumulan. El de AMLO ha sido un gobierno frío, insensible, enfocado en la acumulación del poder y del dinero público, empeñado en consolidar esta hegemonía presidencial y sobre todo en conservarlo transexenalmente. El sistema de salud colapsó y más de un millón de mexicanos han muerto en exceso, indebidamente, por la pandemia, por la escasez de medicamentos y por la destrucción del Seguro Popular. Decenas de miles de personas siguen siendo asesinadas y desaparecidas, a lo largo y ancho del país, por la política fallida de los Abrazos a los delincuentes.
Entonces, para ganar las elecciones de junio de 2024, a Andrés Manuel, a Claudia Sheinbaum y a Morena, solamente les queda el reparto de dinero gubernamental a varias decenas de millones de hogares en forma de programas sociales. Todo esto, junto al acarreo masivo y la compra de votos el día de la jornada electoral. Por lo pronto, está en marcha la compra de medios y de empresas encuestadoras para desalentar el voto con propaganda y generar abstencionismo opositor.
Otra vez, la clase media ilustrada, la que generó al IFE y al INE, la que logró la democracia y la alternancia con Vicente Fox expulsando al PRI de Los Pinos; la que impidió la llegada de AMLO haciendo ganar a Felipe Calderón y a Enrique Peña, deberá acudir a votar en masa para sacar al tabasqueño y a su partido del Palacio Nacional. La democracia está en riesgo, AMLO es un peligro, ya la va destruyendo. Las cosas, cada vez, se ponen más intensas. También, más interesantes. Veremos.