José C. Serrano Cuevas.
El pasado 9 de enero, el Consejo Nacional de Movimiento Ciudadano (MC) seleccionó a Jorge Álvarez Máynez como su candidato presidencial para los comicios del próximo 2 de junio.
Hombre de 38 años, oriundo de la capital zacatecana, es licenciado en relaciones internacionales por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO); estudió la maestría en administración pública y políticas públicas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); cursó la maestría en derecho constitucional y derechos humanos en el Centro de Estudios Jurídicos Carbonell.
Inició su trayectoria política como regidor del ayuntamiento de Zacatecas, posteriormente, fue regidor en el ayuntamiento del municipio de Guadalupe. En las elecciones estatales de Zacatecas de 2010 fue electo como diputado del Congreso del Estado. En esa LX Legislatura fue presidente de la Comisión de Fortalecimiento Municipal.
En 2013 se unió a MC, y de ese año a 2018 fue secretario de organización y acción política nacional de ese partido político.
En las elecciones federales de 2015 fue postulado como diputado, cargo que ocupó de septiembre de 2015 al mes de agosto de 2018. Actualmente es diputado federal de la LXV Legislatura, desde septiembre de 2021.
Las elecciones de 2024 tienen un factor histórico muy interesante. Casi 16 millones de jóvenes votarán por primera vez en comicios presidenciales. Una cantidad altísima que definirá quién ganará la elección más grande de la historia en este país.
La trascendencia del voto joven es vital. Para las elecciones de este año en México, se presenta como un factor definitorio que puede moldear el rumbo político de la nación.
Por otra parte, a medida que la generación más joven vaya madurando, asume un papel activo en la sociedad, su participación en el proceso electoral adquiere una relevancia significativa. Es por eso, que la estrategia de MC, desde hace tiempo tiene la mirada puesta en este sector.
Es ineludible reconocer que los jóvenes representan una parte sustancial de la población mexicana, pues, quienes tienen entre 18 y 29 años suman 37.7 millones. Su voz colectiva tiene el poder de influir en la toma de decisiones y en la formulación de políticas que afectarán directamente su futuro. Ignorar esta demografía sería marginar una perspectiva valiosa y diversa que enriquecería el debate político.
Se dice que la juventud aporta una energía renovadora y una mentalidad progresista que puede desafiar las ideas establecidas, anquilosadas y extemporáneas.
En un momento en que la sociedad mexicana enfrenta desafíos complejos como la desigualdad social, la inseguridad, la carencia de servicios públicos de salud y educativos funcionales, las nuevas generaciones tienen la capacidad de impulsar cambios que les permitan solventar las demandas del siglo XXI.
Al involucrarse en el proceso electoral, los jóvenes no sólo ejercen su derecho al voto, sino que también contribuyen a la construcción de una sociedad más informada y comprometida. Esta participación temprana, sienta las bases para la formación de una ciudadanía activa a lo largo de la vida.
El voto joven no sólo es esencial para el presente, sino que también tiene implicaciones a largo plazo. Los líderes políticos elegidos en 2024 influirán en la dirección que tomará México en los años venideros. Por lo tanto, su participación no sólo es un acto de expresión individual, sino también será una contribución colectiva a la nueva configuración del país.
Dentro del contexto narrado líneas arriba, es posible pensar que los jóvenes conectan más y mejor con sus pares. Las adversarias políticas de Jorge Álvarez Máynez transitan ya por la sexta década de su vida, y difícilmente pueden abrir su esfera cognitiva a ideas frescas. Una irá por el voto de los adultos mayores, su clientela; la otra, por el voto de los ricos y de la mermada clase media.