Rigoberto Losoya Reyes.
Desde los primeros días del mes de abril de 1913, el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza se instaló en la aduana fronteriza de Piedras Negras para organizar un nuevo ejército para derrocar al gobierno espurio del general Victoriano Huerta que se sublevó y mandó asesinar al presidente de la república Francisco I. Madero. El señor Carranza enarboló su revolución con el Plan de Guadalupe firmado el 26 de marzo por los oficiales que acompañaban a Carranza en la hacienda del mismo nombre.
El 19 de abril, las instalaciones de la aduana fronteriza fueron declaradas sede del cuartel general del ejército que apenas se estaba conformando por voluntarios de la región y militares que habían peleado en la revolución maderista.
El señor Carranza generó una muy nutrida correspondencia que provocó un impacto a nivel internacional, como la protesta que hizo llegar al gobierno de los Estados Unidos el 24 de abril por las facilidades concedidas al gobierno ilegal de Huerta para la importación de armamento.
Las cosas en Piedras Negras se desarrollaban con toda normalidad, por lo que se aprovechó por parte del militar Francisco L. Urquizo para organizar el Batallón de Zapadores, primera fuerza de ciudadanos voluntarios que se enlistaron en el ejército constitucionalista. Este batallón fue armado y uniformado con armas y vestuario comprado en la vecina población de Eagle Pass, Texas. Narra el propio Urquizo en su libro “Memorias de Campaña”, que el uniforme lo integraba un sombrero texano, camisola y pantalón caqui, zapatos fuertes, una cobija, un juego de ánfora de aluminio con una taza, un plato, una cuchara y un tenedor; una bolsa grande de lona para llevar ropa y provisiones, cartucheras y portafusibles de cuero para las carabinas, correas para sujetar las cobijas terciadas sobre el cuerpo durante las marchas y un trozo de lona para amasar la harina u hacerse ellos mismos las tortillas como se acostumbraba en el norte.
El 24 de abril, don Venustiano Carranza en su carácter de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en una de las facultades que le concedió el Plan de Guadalupe, decretó que se desconociera a partir del 1 de febrero del corriente año, todas las disposiciones y actos emanados de los tres poderes del llamado gobierno del General Huerta, así como de los gobiernos de los Estados que lo hubieren reconocido o lo reconocieren.
Ese mismo día, Julio Madero estando en Nueva York se adhirió a la causa constitucionalista, recibiendo el beneplácito de Carranza. Otra de las cartas importantes en nuestra historia, fue aquella que se redactó en esta localidad, dirigida al general Emiliano Zapata en la cual Carranza lo invita a secundar el Plan de Guadalupe. Por su parte, el cónsul de México en Eagle Pass, Ricardo S. Bravo, mantenía informado al gobierno de Huerta de los movimientos del ejército constitucionalista. Durante su estancia en Piedras Negras, Carranza recibió el apoyo de los empresarios y políticos que constantemente lo visitaban para manifestarle su adhesión al movimiento y ofrecer su ayuda económica.
En los talleres de la maestranza del ferrocarril, Patricio de León Villarreal construyó el primer cañón de la revolución, llamado El Rorro, mismo que fue probado con ocho disparos por los artilleros Jacinto B. Treviño y Alberto Salinas Carranza. Fue tan excelente su diseño que fue aprobado por los presentes al instante.
Todo este gran movimiento militar fue observado por la prensa norteamericana que siguió muy de cerca la organización del ejército constitucionalista. El periódico The Sun New York, publicó el 27 de julio de 1913 un reportaje muy completo sobre este acontecimiento.
Uno de los problemas que tuvo que enfrentar Carranza durante su estancia en Piedras Negras, fue el constante asedio del cónsul norteamericano Luther T. Ellsworth quien desempeñó un papel muy significativo, al mantener informado a su gobierno sobre el intenso tráfico de armas, y los planes de muchos mexicanos exiliados en la frontera quienes se preparaban para tomar las armas.
El control militar sobre la región norte terminó en octubre de 1913, cuando los revolucionarios tuvieron que evacuar esta plaza ante la inminente llegada del ejército huertista.