José Guadalupe Robledo Guerrero.
La pugna que protagonizan los presidentes de México y Ecuador, Andrés Manuel López Obrador y Daniel Roy Gilchrist Noboa Azín, hoy mantiene a nuestras naciones en un pleito diplomático, que de haberse pensado, se hubiera resuelto antes de que escalara el conflicto con una carta aclaratoria y contundente del presidente ecuatoriano al mandatario mexicano.
Pero esto no sucedió, debido a que ambos presidentes, uno de izquierda y otro ultraderechista, son similares en su actuar, ninguno respeta las leyes que enmarcan a la diplomacia internacional. Ambos actuaron sin considerar aquella histórica frase de Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Por eso no hay duda que ambos mandatarios de “mecha corta” y de ideología extrema se juntan en su accionar, sin tomar en cuenta que sus pueblos son los principales ofendidos y perjudicados con las decisiones tomadas por sus rijosos presidentes, que ven que esta situación los puede beneficiar en sus asuntos electorales. Quieren mostrarle al mundo que son defensores de la soberanía de sus naciones, aunque ambos son responsables del conflicto, uno por provocarlo, y el otro cometiendo el error de profundizar el problema.
A los comentarios injerencistas de López Obrador, Noboa respondió expulsando a la embajadora mexicana; AMLO se empecinó en darle asilo a un personaje acusado de peculado y asociación con el crimen organizado; Noboa decidió asaltar la sede diplomática de México para detener al acusado; lo que motivó que López Obrador rompiera relaciones diplomáticas con Ecuador, y allí nació todo lo que ahora enfrentan los dos países hermanos, cuyos mandatarios creen estar por encima de las leyes que rigen la convivencia entre las naciones.
Sin embargo, esta es la historia conocida, pero hay otra que cuentan los conocedores del caso. Según dicen, AMLO ha apoyado y financiado al correísmo ecuatoriano, dirigido por el expresidente Rafael Correa, quien gobernó a Ecuador durante 10 años (2007-2017) asociado con los regímenes populistas-dictatoriales de Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros menos significativos.
Pero el asesinato del candidato presidencial, Fernando Villavicencio, cambió el voto de los ecuatorianos y perdió la candidata del correísmo Luisa González, obteniendo el triunfo Daniel Noboa. Por eso se afirma, que el ex vicepresidente de Ecuador en el gobierno de Rafael Correa, Jorge Glas, que mucho sabe sobre el financiamiento que ha recibido el correísmo de AMLO y del crimen organizado, decidió asilarse en la embajada mexicana en Quito, para evitar ser detenido y decir lo que sabe a la justicia de su país. Dicen los enterados, que ese es el fondo del asunto.
Lo cierto es que el conflicto entre México y Ecuador, no es de dos naciones ni de dos pueblos latinoamericanos, sino de sus dos presidentes. Por eso se cree que estamos en tiempo de que ambos mandatarios le expliquen a sus pueblos y al mundo, sus verdaderas desavenencias, acciones y motivos, más allá de lo que ahora se conoce.
También es verdad que este conflicto ya se introdujo en el proceso electoral que hoy vive México, pues las partes en contienda lo incorporaron en sus discursos, los obradoristas apoyando a AMLO, y la oposición dándole la razón a Noboa. Ambos bandos quieren acarrear votos con un conflicto del que no son responsables, pero que sirve para distraer a la ciudadanía de los urgentes problemas de nuestra nación.
De todos modos, con el ejemplo de los presidentes de México y Ecuador, no hay duda que los extremos se juntan, y no hay que olvidar que en el conflicto de Ecuador-México, mucho tiene que ver AMLO y el crimen organizado de nuestro país que mantiene a ambas naciones en la violencia y la ingobernabilidad. La verdad sobre este asunto, es lo que debemos exigir los mexicanos antes de tomar partido.
Política aldeana
A una semana del primer “debate” presidencial, ya han corrido ríos de tinta y de saliva, analizando en mesas de discusión lo que no resiste un análisis, pues lejos de aclarar la situación, la enturbian con hipótesis, creencias y suposiciones.
En el mencionado “debate” solo bastaba saber que la candidata oficialista defendería las decisiones y actuaciones de AMLO y la 4T, y que para los opositores era suficiente plantear el estado en que se encuentran los temas aludidos en el actual sexenio, y como consecuencia proponer que van a hacer para subsanar los problemas que hoy vive México. ¿Será mucho pedirle eso a los presidenciables?
Los mexicanos queremos propuestas, las de Claudia Sheinbaum ya las sabemos, son las mismas de López Obrador que no cumplió y con las que engañó a los mexicanos; las de Jorge Álvarez Máynez también las conocemos, él busca -como lo ha dicho- que lo conozcan más mexicanos, y se cree que llegado el momento declinará en favor del oficialismo; pero falta conocer las propuestas de Xóchitl Gálvez, quien representa a la otra parte de la contienda, pues es verdad que la Presidencia de la República la están disputando dos mujeres, Máynez es simplemente el esquirol del proceso electoral.
Preguntas huérfanas
¿Cuántas cosas ocultas ignoramos del conflicto entre Ecuador y México que aclaren la provocación injerencista de AMLO y el error cometido por Noboa?
¿Qué le depara al mundo en la guerra entre Israel y la Franja de Gaza con la incorporación de Irán en el conflicto?