Rigoberto Losoya Reyes*.
Se puede afirmar que, el progreso incipiente de la Villa de Piedras Negras se inició con la construcción de las vías del ferrocarril y el primer puente de fierro, propiedad de la compañía Ferrocarril Internacional Mexicano, una empresa de inversión norteamericana que recibió todo tipo de facilidades fiscales y privilegios para instalarse en esta población fronteriza. Con el ferrocarril despuntaron todo tipo de actividades económicas que fomentaron la inversión y el desarrollo económico de la región norte en Coahuila. Un ejemplo fue la apertura de minas, coquizadoras, y lavadoras de carbón en la cuenca carbonífera de Coahuila.
El 23 de octubre de 1882, el presidente municipal de la Villa de Piedras Negras, General Ignacio Morelos Zaragoza, con autorización del cabildo firmó un contrato con la compañía ferrocarrilera para ceder a título gratuito los terrenos necesarios que ocuparía la nueva estación del ferrocarril, sus talleres y almacenes. Aunque la empresa realizó un donativo de cinco mil seiscientos pesos, para contribuir con el pago de los terrenos a los propietarios, al final de cuentas resultó insuficiente dejando en graves problemas económicos al municipio. El gerente general de la empresa Lorenzo M. Johnson, supo manejar muy bien sus relaciones públicas y se hecho a la bolsa a los políticos y empresarios de la región.
El 2 de febrero de 1883, la primera máquina de ferrocarril cruzó el río Bravo sobre un puente provisional y el 10 de julio se terminó el puente definitivo. Este proyecto de construcción por lo pronto creó fuentes de empleo tanto que vinieron a este lugar mecánicos y garroteros norteamericanos a complementar la mano de obra mexicana; sin embargo, cobraban un salario mayor comparado con el de los mexicanos, creando conflictos laborales. Para el mes de diciembre del mismo año, la vía llegaba hasta “Estación Sabinas” y en toda la región se comenzó a registrar cambios importantes en sus economías locales gracias al transporte de mercancías y pasajeros. Se instalaron casas de comercio y la propia compañía del ferrocarril construyó hoteles para hospedar a sus ejecutivos.
Para finales del siglo XIX, el comercio se incrementó notablemente en la Villa de Piedras Negras, y surge la idea de promover elevar al rango de ciudad a esta pequeña y próspera localidad, por lo que a finales de 1888, un grupo de notables políticos y empresarios, incluyendo el gobernador del estado de Coahuila, José María Garza Galán, acudieron a la ciudad de México, para solicitar al presidente de la república, general don Porfirio Díaz Mori, su apoyo para elevar al rango de ciudad la Villa de Piedras Negras, que aun no tenía los requisitos del número de habitantes para tal solicitud.
Le comentaron que la nueva ciudad se llamaría como él: Ciudad Porfirio Díaz, una idea que le llegó a su ego, tanto que autorizó la petición ciudadana y prometió mandar construir una nueva aduana y otros edificios federales. Una promesa que cumplió inmediatamente con los inicios de la construcción de los edificios que aún permanecen en pie en esta ciudad. Don Porfirio vino a conocer esta ciudad unos años después y quedó muy complacido por su progreso. Finalmente, el 30 de noviembre de 1888, mediante un decreto aprobado por el Congreso del Estado de Coahuila, la villa de Piedras Negras se elevó al rango de ciudad con su nuevo nombre.
El proyecto de construir un nuevo edificio destinado a la aduana fronteriza se inició el 26 de julio de 1888, cuando el congreso del estado de Coahuila, autorizó mediante el decreto número 222, el acuerdo tomado por el ayuntamiento de Piedras Negras en el cual, se concedió a título gratuito al gobierno federal, un terreno de 60 varas por lado, para que se construyera las oficinas de la aduana fronteriza. El proyecto de construcción fue otorgado a la firma de arquitectos norteamericana “Wahrenberger y Beckmann”, con residencia en San Antonio, Texas. El diseño comprendía un almacén y oficinas y durante 18 meses, el arquitecto Albert Felix Beckmann, residió en esta población para supervisar personalmente la obra.
Por otro lado, surge otro gran proyecto que vino a colocar a la ciudad de Piedras Negras en una de las principales de Coahuila, fue la introducción de tubería de cuatro pulgadas para garantizar el abasto de agua potable en la ciudad. El 30 de septiembre de 1890 se aprobó por parte del Senado de los Estados Unidos de Norteamérica, la interconexión entre la compañía Eagle Pass Water Supply Company y la Compañía Proveedora de Aguas de Ciudad Porfirio Díaz. Ambas empresas se interconectaron a través de una tubería que cruzaba el Río Bravo. Al año siguiente, el 21 de julio de 1891, el alcalde Pedro Garza Ramos, informó que terminaron los trabajos de introducción de tubería en el primer cuadro de la ciudad.
Otro servicio que trajo los vientos del progreso a la ciudad de Porfirio Díaz fue el servicio de energía eléctrica, para completar el triángulo del progreso en esta población: Ferrocarril, agua entubada y luz eléctrica.
Ante la necesidad de contar con este servicio y fomentar las actividades comerciales, algunos empresarios tuvieron la visión de invertir en este rublo. En esos días, sólo las principales ciudades contaban con este servicio y la ciudad de Porfirio Díaz era una de las pocas poblaciones que despuntó rumbo al progreso. El 19 de abril de 1890, el presidente municipal Pedro Garza Ramos informó que la empresa norteamericana Texas Mexican Electric and Power Company inició los trabajos de instalación de postes y cableado eléctrico para instalar las lámparas de luz incandescente.
Esta empresa se encargó de proporcionar este servicio a través de una interconexión que cruzaba el Río Bravo. Aunado a esto, otro servicio que se incorporó fue el de la telefonía. La primera línea telefónica se autorizó el 18 de febrero de 1895, cuando el gobierno del estado autorizó una concesión al doctor Lorenzo Cantú quien tenía un consultorio médico y una botica. El Doctor Lorenzo Cantú, además impulsó la construcción del Teatro Acuña en 1907 y se destacó en la política y llegó a desempeñarse como alcalde de esta ciudad.
Como resultado de estas manifestaciones de progreso, el comercio a finales del siglo XIX se destacó de manera exponencial. En 1899, se destacaba la presencia de varios comerciantes
extranjeros entre ellos, los españoles Domingo, Ricardo y Antonio Trueba, agentes
Comerciales e importadores de Europa. José Goodman, con su establecimiento:
“El Puerto de Liverpool” un gran cajón de ropa, que también operaba en Eagle
Pass, Texas. S. Kranzthor, importador de mercería y ferretería. Don Rafael
Múzquiz, un comerciante de vehículos americanos y otros giros, la Carrocería
Francesa, que vendía herramienta, artículos de ferretería propiedad de un francés,
Auguste F. Fretelliere.
En 1889, Ciudad Porfirio Díaz registraba una población cosmopolita De acuerdo con un folleto publicado por Amado Prado, la población de Ciudad Porfirio Díaz reportaba a 5,301 nacionales, 560 norteamericanos, 100 españoles, 92 alemanes, 42 franceses, 24 chinos, 18 ingleses y 8 rusos.
*Historiador de Piedras Negras.