AMLO TIENE MIEDO A PERDER

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Jorge Arturo Estrada García.

«Por mucho que nos quejemos de la falta de libertad, lo que estamos haciendo es renunciar a ella y dejar que otros elijan por nosotros, preferimos la comodidad de ser miembros de un rebaño y dejarnos conducir por los perros pastores, que decidir libremente nuestro propio camino».
Jean-Paul Sartre.

«El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal:
lo que cuenta es tener el coraje para continuar».
Winston Churchill.

La incertidumbre lo invade todo. El poder del presidente es aplastante. Es un momento crucial. AMLO tiene miedo a perder. Los escenarios son inéditos y movedizos. Encuestadoras y medios reprueban en veracidad. Entonces, los cuestionamientos surgen, con fuerza; ¿Los mexicanos seremos capaces de derrotar a Andrés Manuel, y a sus ejércitos de beneficiarios de programas sociales? ¿Aceptará López Obrador su derrota y la de su candidata? ¿Soltará al tigre?  Ya, estamos muy cerca de la jornada electoral. Nos acercamos a días turbulentos.

Estamos en horas decisivas, para el futuro del país. Estamos ante un personaje que se envolvió en el cinismo y la mentira. Frente a un político que desafió a todos los contrapesos del poder, y de la democracia; a un personaje que los ataca, desprestigia y destruye sistemáticamente. Pronto, veremos si decide someterse a la ley. O si, habremos de repetirle que la ley es la ley. Podría darse el caso, de tener que reclamarle que la respete.

¿Por qué llegaríamos a esa encrucijada? Básicamente, porque López Obrador no va a aceptar una derrota, el 2 de junio, señalan los que lo conocen. No lo haría, por todo lo que está en juego. Una derrota de Morena sería su derrota definitiva, tanto en lo personal como en lo político. Entonces, para intentar evitarla, va con todo y con toda la fuerza de su gobierno.

Si las elecciones se cierran, estaríamos en la víspera de una tormenta inédita y de dimensiones inimaginables. En la mente del tabasqueño, sólo existe un escenario tolerable: su triunfo electoral, en la persona de su candidata. Andrés Manuel, jamás ha reconocido un resultado electoral en el que no gane. Sin embargo, ese escenario ya lo tiene visto, previsto y preparado.

La suerte está echada. El presidente escogió cuidadosamente a su sucesora. Se jugó el todo por el todo, durante casi 70 meses de gobierno. Actualmente, carga con un desprestigio enorme. Ahora, solamente, le quedará recurrir a los mapaches en donde su popularidad ya no alcance para ganar. Será un acarreo masivo en los estados gobernados por Morena. Simultáneamente, se desprestigia al árbitro, a los adversarios, a los clasemedieros, y se cuestiona al proceso electoral completo.

En el Instituto Nacional Electoral (INE), ya están acreditados 56 señalamientos por la intervención, en el proceso, de López Obrador. Para agravar la situación, por sus implicaciones legales, el Tribunal Electoral ha registrado 17 infracciones del mandatario. Lo que, al momento de calificar la elección, se podría fallar su ilegalidad. Lo que tendría, en consecuencia, el desconocimiento del triunfo de la candidata que el INE declare ganadora. Es decir, que el tribunal tiraría el triunfo, por el cúmulo de infracciones.

Cabe señalar que, de los últimos tres presidentes, Andrés Manuel López Obrador es el mandatario que más quejas acumula por presuntas violaciones a la ley electoral. La mayoría de ellas son por sus declaraciones en sus conferencias “Mañaneras”.

El Instituto Nacional Electoral reporta que recibió 187 quejas contra López Obrador, en contraste, en contra del priista Enrique Peña Nieto, únicamente, se registraron 24 denuncias, y en contra de Felipe Calderón, solamente 3.

En la actualidad, la opinión pública mexicana es débil. Mucha información no fluye o no llega completa. Los medios de comunicación tradicionales, y muchos de sus representantes, aprendieron a temer al mal talante del presidente, el tabasqueño ha sido brusco en su trato y en sus represalias.

Las encuestadoras tradicionales, aceptaron jugar del lado del presidente y de su partido. Durante meses han alimentado la estrategia del “Arroz Cocido”, reportando ventajas de 20, 30 y hasta 50 puntos de ventaja para Claudia Sheinbaum.

Son empresas que publican, en los principales diarios del país, sus datos alejados de la realidad. Al contrastar sus reportes, con los resultados electorales, en diversos comicios, es evidente el desfase. Por ejemplo, Covarrubias y Asociados, se equivocó en 2021, por 20 puntos en la CdMx en la alcaldía en Tlalpan; en la Miguel Hidalgo, también por 20 puntos. En la Cuauhtémoc por 18, y en la Magdalena Contreras por 13.

Otro ejemplo, lo proporciona Enkoll, en 2023, en Coahuila se equivocó por 23 puntos. En Durango por 23 puntos. En 2021, en la Ciudad de México, en Miguel Hidalgo fallaron por 47 puntos, en Cuauhtémoc por 45, en Magdalena Contreras por 25 y por Azcapotzalco por 16.

El gobierno de AMLO ha sido malo, en muchos sentidos, con el millón de muertos por la mala atención del COVID, los homicidios y las desapariciones. Lo mismo por las carencias en el sistema de salud y la enorme inseguridad que agobia a millones de mexicanos.

Así, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), reporta que la tasa promedio de crecimiento durante todo el sexenio de Andrés será de solo 1.1 por ciento; “será la más baja tasa promedio de crecimiento en los últimos cinco sexenios”.

Adicionalmente, en el Índice de Estado de Derecho 2023 que elabora el World Justice Project, en materia de corrupción, México ocupa el lugar 136 de un total de 142 países, mientras que en orden y seguridad ocupa la posición 133.

En un repaso a diversas encuestas en El Economista y El Financiero, el 53 por ciento, aprueba al presidente y el 47 lo desaprueba. En seguridad, es reprobado ya que solamente el 23 considera que está mejor que antes. En cuanto a la situación económica, el 64 por ciento dice que no está mejor que antes.

En el primer trimestre de 2019 la aprobación de López Obrador fue de 81 por ciento, ahora apenas se acerca a los 50 puntos. El 29 por ciento de los mexicanos opina que no hay corrupción y el 54 dice que sí hay. El 57 dice que está contento con los apoyos sociales y el 28 por ciento que no lo está.

El fin de sexenio está marcado por el fracaso y la tragedia. Sin embargo, solamente con la afluencia masiva a las urnas, se podrá derrotar a la maquinaria electoral diseñada por el tabasqueño. La Cuarta Transformación domina 24 estados y el PRI uno. El resto se lo reparten el PAN y el Movimiento Ciudadano que tiene 2.

El frente opositor, con Xóchitl Gálvez a la cabeza, ha logrado emparejar la competencia y puede ganar. Las clases medias rechazan, ampliamente, a López Obrador. Los electores más viejos están dispuestos a derrotar al presidente y a sus maniobras. Ellos, son los que sacaron al PRI de Los Pinos en el 2000.

Sin embargo, actualmente, los jóvenes son una incógnita. Son los que votan menos, son los menos informados, son los que más evaden las noticias de política, son los que evitan los temas polémicos y las polémicas.

En décadas anteriores, En cada rincón del país, se peleaban y se repudiaban a los políticos soberbios y nefastos. Los espacios públicos se llenaban de jóvenes y adultos que reclamaban cambios en la vida política. Lograron mucho. Construyeron la democracia y sus instituciones. En este momento se requieren refuerzos, se necesita la presencia de millones de jóvenes, ante las urnas. Nuevas generaciones, de mexicanos, que comprendan que su futuro está en juego y que es indispensable que participen. No será fácil. Veremos.