José Guadalupe Robledo Guerrero.
En 1988, en el proceso electoral que habría de elegir al presidente había dos opciones: Carlos Salinas de Gortari y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien luego de la “caída del sistema” de Manuel Bartlett, resultó el perdedor de la contienda presidencial.
Cuando Cuauhtémoc recorría la Laguna coahuilense, el voto duro del PRI que recibía apoyos de los programas sociales era el asunto a vencer, y Cárdenas Solórzano decidió una propuesta salomónica, misma que les hizo saber a sus simpatizantes: “reciban los apoyos del gobierno y voten por el candidato que quieran”.
Ahora, en la elección presidencial que se realizará el 2 de junio, el tema vuelve a ser el mismo, pero con un mayor número de beneficiarios de los programas gubernamentales. Por eso mismo, todos los candidatos a la presidencia insisten en darle realce a esos apoyos, y prometen aumentarlos.
Morena y sus partidos aliados quieren hacerle creer a los beneficiarios de las becas y pensiones de los “programas del Bienestar”, que si quieren seguir recibiéndolos deberán votar por el partido de López Obrador, cuya candidata es Claudia Sheinbaum. Por su parte, la coalición “Fuerza y Corazón por México”, ha insistido en informar que nadie puede retirar los programas gubernamentales, pues son constitucionales, y le piden a los electores que no se dejen engañar ni presionar.
Según el gobierno obradorista, son 30 millones de mexicanos quienes reciben los apoyos gubernamentales, pero hay otros datos que refieren que solo 22 millones de personas reciben las ayudas sociales, que dicho sea de paso, se pagan con el dinero de los contribuyentes, no de AMLO. Por tal razón, hoy más que nunca cobra importancia lo dicho por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988: “reciban los apoyos del gobierno y voten por el candidato que quieran”.
A decir verdad, solo hay dos candidatas que se están disputando la presidencia de la república: Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, porque el otro candidato, el de MC, Jorge Álvarez Máynez, tiene fama de esquirol, cuyo único objetivo de participación, es quitarle votos a la candidata de la oposición.
En la elección presidencial de 2018, votó el 63 por ciento, por tal motivo se cree que si este porcentaje se incrementa en 2024, seguramente habrá sorpresas. Lo cierto es que hasta ahora ninguna candidata puede pensar que la tiene ganada, aun cuando las encuestas digan que el “arroz ya se coció” y que Claudia es la vencedora, o como lo dijera ella misma: “la elección es cuestión de trámite”. ¡Cuánta soberbia!
En el escenario electoral hay dos proyectos presidenciales, uno es la continuación del obradorismo, con todo lo que ello significa, es decir: mentiras, corrupción, incapacidad y traiciones a los mexicanos; y el otro, pretende recuperar lo bueno que ha desmantelado AMLO y sus vasallos, y atender las funciones gubernamentales olvidadas en este sexenio: infraestructura, energía eléctrica, agua, salud, seguridad, vivienda y un largo etcétera.
¿Por quién votar? Esa es la cuestión. Cada quién votará por el México que quieran para sus hijos y nietos, y a estas alturas ya no hay dudas, AMLO y sus corifeos, los fanáticos estalinistas, ya mostraron quiénes son y hacia donde quieren llevar a México, a la dictadura de quien sea presidenta y de su partido Morena, calificado ya por los ciudadanos como un narco partido.
Ojalá y está vez el “pueblo sabio” no se vuelva a equivocar como lo hizo con Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
Política aldeana
Dicen los que piensan que se puede mentir a toda la gente, pero lo que es inadmisible es que se mienta uno a sí mismo. Esto es lo que le sucede al merolico de Palacio Nacional, pues según AMLO, “la Ciudad de México se ha convertido en sede de fifís, la gente se ha vuelto más conservadora”.
En su diarrea verbal, a López Obrador se le olvida que la Ciudad de México ha sido gobernada por la “izquierda” desde 1997, cuando Cuauhtémoc Cárdenas presidió la Jefatura de Gobierno, y desde entonces hasta fecha la han gobernado los que ahora se quejan de la “derechización” de los habitantes de la capital del país.
AMLO se ha dedicado a echarle la culpa hasta de sus errores al neoliberalismo, por eso no puede pensar en que los capitalinos finalmente ya se cansaron de tantas mentiras, raterías y traiciones del Mesías tabasqueño y sus corifeos de la 4T, por tal razón ya no los quieren en el gobierno de la gran urbe. Esa es la verdad, lo dicho por López Obrador, es una más de sus tantas mentiras.
Lo cierto es que los capitalinos ya están hartos de Morena, de su corrupción, ineficiencia y mentiras que diariamente vomitan en las mañaneras, en sus mítines y en los discursos de sus candidatos. Esa es la realidad, lo que dice AMLO es parte de “sus otros datos”, originados en su mente enferma y en el universo paralelo en que habita el peor presidente de México.
Preguntas huérfanas
¿Por qué el gobierno de López Obrador desatendió el problema de la energía eléctrica y del agua, a pesar de que son fundamentales para la economía y la vida?
¿Qué esperanzas reales hay de que las elecciones presidenciales transcurran en un ambiente pacífico, sin la intromisión del crimen organizado el día de las votaciones?