Dádivas a cambio de progreso,  seguridad y democracia

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Jorge Arturo Estrada García.

“Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes.
Piensa lo que puedes hacer con lo que hay.”
Ernest Hemingway.

“La gente salió a votar por Morena porque ahora ven
algo de su dinero en los programas sociales, antes no.”
Andrés Manuel López Obrador.

Andrés Manuel demostró su poderío. Impuso a su candidata y está listo para cambiar al régimen. La democracia le estorba a su proyecto, entonces, la destruye de tajo. López Obrador resultó un genio político, un gestor de la economía de la pobreza y de la codicia. Poder y dinero, integran la fórmula del tabasqueño. Esta mezcla la usó para generar un poder enorme, que las elecciones refrendaron. Han sido seis años de consolidación de su hegemonía y el desmantelamiento de los contrapesos. Actualmente, se comporta como si los 36 millones de votos en favor de Claudia Sheinbaum fueran suyos. Y tal vez, sí son.

Los mexicanos perdimos. Decidimos votar por más billetes en la cartera, pero renunciamos a las posibilidades de una mejor calidad de vida, de progreso para las nuevas generaciones y de democracia. Casi seguramente, seguirán los asesinatos, el sistema de salud sin medicinas, sin hospitales ni vacunas. Seguramente, regresaremos al partido único y a las elecciones simuladas. Soportaremos las mentiras repetidas de manera interminable, a cambio de pensiones y bequitas.

Desde su llegada al Palacio Nacional, Andrés Manuel, cortejó y reclutó a los 10 personajes más ricos del país, los hizo más ricos y ya son sus aliados. También, metió a la danza de los miles de millones de pesos a los militares. A la delincuencia le cedió territorios, y no la molestó en sus negocios cada vez más variados y expansivos. Mientras, las calles del país se llenaron de decenas de miles de homicidios y viven bajo fuego.

De esta forma, desde su Silla del Águila, decidió que las tragedias cotidianas, de los mexicanos, se atenúan con dinero. Luego de años de vivir en la desesperanza, a muchos ciudadanos, les regresó la esperanza, de una mejoría, con el regalo de un dinero bimestral, equivalente a casi el mínimo de hace un par de años, para cada mes. Ahora, es casi medio Mini salario mensual, pero la posibilidad de recibir varios apoyos en el hogar aumenta.

Al presidente le gusta alardear. Entonces, ya dijo con claridad lo que piensa, y lo que hizo: “La gente salió a votar por Morena porque ahora ven algo de su dinero en los programas sociales, antes no”. También, “Amor con amor se paga”, en las urnas claro.

“Estos Programas de Bienestar no llegaban a la gente. Por eso algunos se asombran…  ‘¿Cómo es que la gente sale a votar? “Porque el presupuesto es dinero del pueblo, y está recibiendo apoyos”, reitera.

En el Palacio Nacional, sus funcionarios federales presentaron un informe en el que reconocieron que, antes de las elecciones del 2 de junio, fueron depositados a los beneficiarios más de 265 mil millones de pesos. Qué tal.

Simultáneamente, él ya construyó un bloque de medios, de bots en redes y de empresas encuestadoras para moldear la opinión pública en su favor. Así, en contraste, a quienes lo critican los ataca sistemáticamente y los carga de desprestigio.

El presidente ganó otra vez. Desde el primer minuto, de su mandato, se dedicó a preparar la elección de su sucesor. Su deseo de mantener en el poder a la 4T fue siempre una de sus ambiciones. Así, los programas sociales que entregan miles de pesos, para decenas de millones de familias, fueron la prioridad de su gobierno. La elección de estado fue un hecho. El autoritarismo se impone. Los contrapesos serán destruidos. La democracia mexicana ya no será la misma. Los votantes mexicanos así lo decidieron.

Sin embargo, los ciudadanos no construyeron un mandato. Fue, más bien, un referéndum para él y para sus transferencias de efectivo.  Estamos ante una victoria construida por López Obrador. Hay un abstencionismo de casi 40 por ciento; solamente se registró el 61 por ciento de participación de la ciudadanía, inscrita en la Lista Nominal de Electores. Faltaron más votantes libres.

El voto oculto fue de vergüenza, por increíble que parezca. Las clases medias no declaraban sus intenciones de votar por Morena. De esta forma, al parecer, trataron de asegurarse de que no les quitaran su dinero de los programas sociales federales. Ese dinero lo necesitan para completar sus gastos, en la mayoría de los casos. Es evidente que no hubo fervor democrático ciudadano. Imperó el temor, la apatía y la resignación. Asimismo, destacó la compra de votos y el acarreo morenista.

Tal vez, también funcionó la estrategia del “Arroz Cocido”, por eso tanta ausencia en las urnas. A las encuestadoras y a muchos medios oficialistas les tocó hacer el trabajo sucio. Claudia Sheinbaum Pardo, ganó con 35 millones 924 mil 519, (59.76 %); Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, logró 16 millones 502 mil 697 votos (27.45 %); Jorge Álvarez Máynez tuvo 6 millones 204 mil 710 votos (10.32 %).

La clase baja y media baja también son de las más dependientes del dinero estatal. La clase baja lo requiere para lo indispensable. Mientras, que la media lo necesita para mantenerse a flote, en su nivel de vida, entre las deudas, la carestía, las colegiaturas, los autos, las hipotecas, las tarjetas, las rentas, etc. Según el INEGI, los ingresos de los miembros de la clase social alta rondan los 77,975 pesos mensuales. En el caso de la clase media, el promedio es de 22,927 pesos. Para quienes pertenecen a la baja, son 11,343 pesos mensuales.

Los opositores mostraron su incompetencia. No supieron comunicar la historia de Xóchitl. No le pusieron ni sentimiento ni pasión a su campaña. La candidata era excelente, es valiente, carismática y con un buen perfil, de mujer exitosa. Ella proviene de un hogar de raíces indígenas, en un pueblo del estado de Hidalgo; luego, estudió con beca la carrera de sistemas, en el Instituto Politécnico Nacional, mientras tenía un empleo para subsistir, y se convirtió en una mujer exitosa en la empresa y la política.

Su historia contrastaba con la de la ganadora, que siempre tuvo una vida cómoda, acoplada a la enorme burocracia de la UNAM y del PRD, además de unos padres extranjeros, profesionistas, de clase media acomodada y que estudió ballet desde su niñez. A López Obrador, su intensidad y su tesón lo llevaron a ganar con la candidata que escogió. La que no era la más conocida ni potente de sus “corcholatas”.

Sin embargo, Xóchitl nunca comprendió que necesitaba al mejor estratega político del mundo, del momento, para vencer al personaje que había sido “Un Peligro para México”. Antonio Solá, en su momento, fue uno de ellos y lo hizo: derrotó al fuertísimo Andrés Manuel del 2006. Precisamente, con esa frase tan contundente.

Entramos a una nueva época. En México, no hay ideologías consolidadas en el imaginario colectivo. Hay sectores de electores socio conscientes, también hay el de los émulos y están los movidos por la necesidad. La democracia, es un concepto complejo para los menores de 50 años. No lucharon por conquistarla. López Obrador lo sabe a la perfección.

Andrés Manuel cambió al país. Pasará a la historia con su estilo personal de gobernar. Ganó todo, cambiará el régimen. Él construye uno a su imagen y semejanza. Uno sin contrapesos, el del “No me vengan con que la ley es la ley”. AMLO es un priista al que le gusta el gobierno de la presidencia imperial, sin contrapesos. Vienen tiempos interesantes. Veremos.