Familia López Mateos

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Simón Álvarez Franco.

En esta semblanza he utilizado el título Familia, aunque conocí a don Adolfo en algunos actos políticos en la Laguna de Durango y en la capital de nuestro país. Cuando me desempeñaba como Director Nacional de Ventas en una empresa avícola, lo invitamos a la inauguración de nuestra primera sucursal en el Distrito Federal, y él nos hizo el favor de pronunciar el discurso de su apertura.

Por otra parte, la bailarina Nieves Paniagua, quien había sido alumna de la maestra Sámano en la Primaria, hizo el favor de elogiarme ante doña Eva Sámano como periodista en el ramo cultural. Cuando tuvo necesidad de mis servicios, la esposa de López Mateos, nuestro admirado presidente, me envió un recado con el Profesor Roberto Vallejo, esposo de Nieves, para invitarnos a Lucrecia (mi esposa) y a mí a comer el siguiente sábado en su casa de San Jerónimo 217, al sur de la ciudad. Asombrados y curiosos[saf1] [jgr2]  por lo inesperado de tal cortesía, aceptamos, y allá vamos.

Fuimos recibidos cordialmente por la dueña de la casa quien nos presentó a otras parejas que ya se encontraban ahí. En total formamos un grupo de 10 personas, casi todas (menos un servidor) dedicados al ramo de la Enseñanza.

Saboreamos fabulosos platillos nacionales y bebidas caseras, además de la deliciosa charla con los comensales con quienes nos identificamos por estar, al igual que los demás, preocupados por la infancia mexicana. El evento se realizó en el grande y bello jardín de una casa con reminiscencias coloniales, junto a una extensa alberca de medidas olímpicas.

Uno de los temas tratados y comentados al tiempo de los postres fue que la anfitriona quería dar a conocer a sus más “cercanos amigos” [sic], antes que, a los medios de comunicación, el proyecto que en ese momento ocupaba toda su atención, preocupación y esfuerzo. Éste consistía en que, sin solicitar donativos a empresas privadas, ni a las autoridades locales ni federales, en un terreno de su propiedad por Ave. Taxqueña, (1*) estaba construyendo una escuela totalmente equipada con capacidad para 1,500 infantes, exclusivamente con su patrimonio y ahorros de su trabajo como maestra. Deseaba regalarla a los niños, el futuro de México, y llevaría el nombre: “Héroes de la Libertad”.

Discretamente, aceptó las felicitaciones y en el entusiasmo de la concurrencia, casi sin hacer sentir que fueran obligados, propició el fin de la reunión. Todos se retiraron excepto Nieves y Lucrecia, a quienes les había pedido que se quedaran al final unos minutos más acompañándola. Así obsequiamos los deseos de doña Eva, quien minutos después nos dijo la razón: “he querido que mis nuevos amigos Laguneros, Lucrecia y Simón, ella como hija del reconocido maestro Santos Valdés y él para que me ayude a terminar este proyecto”. Así llegamos a la Taxqueña, donde en un predio cercano está ubicado el castillo azteca de piedra volcánica que construyó el Indio Fernández para sus numerosos amoríos, esquina con la calle Zaragoza donde estuvo ubicada la Universidad Iberoamericana, en donde inicié mis estudios profesionales. Una calle a la cual el director (2*) cinematográfico nombró “Dulce Oliva” arbitrariamente, en recuerdo de la artista Olivia de Havilland” estrella de “Lo que el Viento se Llevó”.

Después de recorrer el edificio y de escuchar las explicaciones de la maestra, nos sentamos en una mesa del jardín donde, dirigiéndose a mí, dijo:” Ahora voy a pedir, a Simón en particular, que nos haga un favor muy especial; mi esposo y yo sabemos que se desempeña como funcionario bancario, pero sabemos que alterna sus labores exitosamente como periodista cultural, actividad de la cual ignoramos todo. Entonces pedimos su ayuda para rematar esta obra construyendo un Periódico Mural, para lo cual el arquitecto constructor lo contactará para que combinen experiencias en el entendido de que seguirá todas las instrucciones de don Simón”. Acepté con gusto y realicé el pedido de tan amable dama, y oportunamente asistimos a la apertura en 1964. La maestra Sámano fue su directora durante 12 años.

Desde esa comida en San Jerónimo se nos siguió invitando a la cena de cada jueves con el resto de sus amigos. En varias oportunidades departí con don Adolfo, y en ocasiones en que Lucrecia no podía acompañarme, invariablemente doña Eva me hacía entrega de un presente para mi esposa con sus recuerdos, (perfumes, lociones o bibelots) lo cual agradecíamos de todo corazón.

De Adolfo López Mateos, no sólo podemos decir que ha sido el más querido del pueblo. Durante su sexenio se rescató “El Chamizal”, se gozó de paz en el país y se destacó preponderadamente el rasgo de la amistad. Para él, fue un culto, y por eso la supo derramar en todos sus conciudadanos. Nacionalizó la industria eléctrica en 1960 e instituyó el INPI, como protector de la niñez.

1*.- Suerte de la Consorte, Sara Sefchovic, 2002.

2*.-Estrada, David. Leyenda y Mito de la Larga enfermedad de López Mateos, 2023.


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 [jgr2]