Los caminos democráticos serán cancelados

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Jorge Arturo Estrada García.

Los hombres se dividen en dos bandos:
los que aman y fundan, los que odian y deshacen.
José Martí.

«Un tonto siempre encuentra otro más tonto que le admire.»
Niels Bohr.

El sexenio se agota, pero el poder de AMLO crece. Los partidos opositores fueron aplastados. El legendario PRD desapareció, Andrés Manuel lo liquidó. El PRI y el PAN están inmersos en luchas intestinas y desprestigiados. Si López Obrador se apodera de las cámaras legislativas, modificará la constitución a su antojo. Desaparecerá al INE, a la democracia y a los contrapesos. Tendrá más poder que sus cinco antecesores juntos. Lo único que no tendrá será tiempo, para ejercerlo a plenitud. Deberá irse de Palacio Nacional y entregar la banda a su sucesora, en un par de meses. Sin embargo, el cambio de régimen será un hecho, será su legado. Estaremos más cerca de Venezuela y Nicaragua. Tendremos que prepararnos para lo peor.

Lo que se construye en estos días tempestuosos, por la vía constitucional y no de facto, es un régimen autoritario del que tardaremos décadas en salir. Los caminos democráticos serán cancelados, uno a uno. Retrocederemos cincuenta años y ni siquiera el país marcha bien.

El tabasqueño se volvió todo poderoso. Dominará todo: los tres poderes, la generación de la opinión pública, la economía de decenas de millones de hogares; a Morena, su partido y no tendrá contrapesos. La banda presidencial deberá generar magia, para que la nueva presidenta de México ejerza plenamente su cargo.

Con una dedicación que debió ser usada para mejores fines, López Obrador fue demoliendo lo que le estorbaba. Rectificó la derrota que sufrió en la elección federal del 2021 e intensificó lo que vio que funcionaba. Así, los programas sociales se ampliaron y las entregas de dinero crecieron junto a las mentiras. En 2024, su partido y aliados gobernarán 24 estados, el Partido Acción Nacional cuatro, el Partido Revolucionario Institucional y el Movimiento Ciudadano solamente dos.

Con la misma intensidad, Andrés Manuel generó las condiciones para conquistar sus fines políticos. El rompecabezas en que trabajó es enorme, pero tiene piezas fundamentales. Así, construyó una enorme base social muy fiel que no atiende razones, que la mueve el dinero directo en sus cuentas y que le justifica todo. Usa, casi a la perfección, una narrativa que remueve odios, rencores y el deseo de venganza que existe en anchas franjas de la sociedad.

Así, todos esos factores han sido sistemáticamente alimentados con enormes mentiras y grandes verdades. Entonces, el dinero, el discurso del odio y la demagogia llegan juntos y puntuales. De igual forma, los aumentos al salario mínimo, a las pensiones, a las becas y demás apoyos se multiplicaron.

Ahora, Andrés Manuel, tiene la mira puesta en la destrucción del Poder Judicial. Para doblegar a los ministros de la Suprema Corte se dedica a desacreditarlos. Para cambiar las leyes, presiona, manipula y concreta unas mayorías, espurias, en las cámaras.

Desde que llegó al Palacio Nacional, a los supermillonarios mexicanos, los alarmó cobrándoles impuestos atrasados. Luego, los acercó y los hizo más ricos dándoles grandes contratos. De acuerdo con Bloomberg, los multimillonarios de México han aumentado su riqueza 82.5%, entre diciembre de 2018 y marzo de 2024. Esto supera a los superricos del resto del mundo, los cuales se han enriquecido, solamente, 78%, en promedio, durante el mismo periodo. Al propio Carlos Slim, lo ayudó a salir de los problemones del aeropuerto de Texcoco y de la Línea 12 del Metro.

Simultáneamente cortejó a las fuerzas armadas, las convirtió en instrumento de gobierno relevante. Se ganó lealtades entregándoles poder y negocios. Como muchas otras cosas, no cumplió su promesa de regresarlas a los cuarteles en seis meses; ahora hasta las exonera de participar en la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

El desprestigio al que sometió a los medios de comunicación formales ha sido brutal y efectivo. La libertad de expresión ha sido atacada, casi diariamente, por el presidente y sus personeros. En uno de los países más peligroso del mundo, para ejercer el periodismo, los periodistas críticos y los organismos de la sociedad civil, que luchan contra la corrupción, son objeto de ataques sistemáticos.

El gobierno del tabasqueño ha sido una tragedia de enormes dimensiones. Más de un millón de personas murieron afectadas por sus decisiones y su estilo de gobernar. Los homicidios, las extorsiones y las desapariciones se multiplicaron. El sistema de salud está en ruinas, los niños no reciben su cuadro de vacunas completas, no hay medicinas, los casos catastróficos se quedan sin ser atendidos plenamente. La destrucción del Seguro Popular dejó a 40 millones de mexicanos sin acceso a la atención médica.

En lo económico a México le ha ido mal con AMLO, y cada habitante tendrá encima una deuda de 126,818 pesos. Al inicio del sexenio de López Obrador, en el 2019, la deuda per cápita era de 109,818 pesos. Así vemos que la deuda, por habitante, se incrementó en 15.5% durante el actual sexenio.

En el otro frente, la deuda de Pemex, con proveedores y contratistas superó los 139 mil 115 millones de pesos entre 2023 y febrero de 2024, lo que representó un incremento de 60 por ciento. Durante el mismo periodo del año pasado, las deudas de la petrolera llegaban a 86 mil 676 millones de pesos, Así esta paraestatal perdió la calificación crediticia de Moody’s, hasta B3, debido a la falta de liquidez de la empresa y a sus elevados vencimientos de deuda.

Adicionalmente, en la actualidad, estamos inmersos en un proyecto de poder político, mientras vemos pasar de largo una oportunidad, que, de ser aprovechada, pudiera significar un rápido despegue económico para México. Sin embargo, el gobierno de la 4T no hace una promoción activa de atracción de inversión extranjera directa. Tampoco ofrece incentivos para que lleguen las empresas de la relocalización, Nearshoring. Por el contrario, los daños al poder judicial y a los contrapesos, estorban ese flujo de capitales. Ellos buscan marcos jurídicos sólidos, no les gusta arriesgar dinero en lugares inestables.

 En tanto, López Obrador, ajusta los detalles para quedarse con el partido, que él fundó. Y también, para garantizar la lealtad de los legisladores, gobernadores y funcionarios que él eligió. Entonces surgen las interrogantes. ¿Qué va a hacer una clase política mediocre y revanchista con tanto poder? Seguramente, lo que le venga en gana. Tenemos que prepararnos para lo peor. El cierre viene turbulento, veremos.