José Guadalupe Robledo Guerrero.
Finalmente, el pasado 11 de agosto, en una elección a modo, 400 integrantes del Consejo Político Nacional del PRI dieron el 97 por ciento de sus votos para que se reeligiera Alejandro Moreno y Carolina Viggiano -presidente y secretaria del CEN priista- por otros 4 años más u 8 si así lo deciden.
A dicha farsa acudieron por Coahuila Carlos Robles Loustaunau y David Aguillón Rosales. Este agandalle lo hicieron con la oposición e inconformidad de centenares de connotados priistas, entre ellos, Manlio Fabio Beltrones, a quién por criticar el circo reeleccionista lo separaron de la bancada del PRI y lo amenazan con la expulsión del disminuido partidazo.
Desde hace tiempo, se dice en los corrillos políticos, que el ex gobernador coahuilense Rubén Moreira Valdez es el principal estratega, asesor y titiritero de Alito, lo que ahora se confirma por ser uno de los más beneficiados, pues Rubén se reeligió como diputado federal, y su esposa Carolina Viggiano se reeligió como secretaria general del PRI nacional y dejará de ser diputada federal para ocupar la curul de senadora, como recompensa a que perdió la gubernatura de Hidalgo con ayuda de su cuñado Humberto.
Para los conocedores no hay duda que Rubén ejerce una gran influencia en las decisiones y acciones del corrupto Alito, pues en su corta carrera de político, ha demostrado ser ducho en la discreta posición de “poder tras el trono”. Así lo hizo con su hermano Humberto, también ex gobernador, de tal manera que cogobernó el estado durante el sexenio de su carnal; luego éste le heredó la gubernatura y la ejerció sin darle participación al que lo encumbró; después hizo gobernador a Miguel Ángel Riquelme, quien tuvo que padecer la intromisión de su mecenas en todo su gobierno y aún sigue teniendo poder e influencia en la política estatal.
Rubén cogobernó Coahuila durante el sexenio de Humberto Moreira, aunque éste nunca le permitió manejar los dineros coahuilenses, pero siempre tuvo a su servicio grandes cantidades de recursos que utilizó para hacer política. El pleito entre ambos hermanos fue el asesinato de un hijo de Humberto por el crimen organizado, porque -según su hermano- Rubén no quiso negociar con los criminales para salvar la vida de su sobrino.
Sin embargo, en reciprocidad, Rubén le pagó a su hermano Humberto haberle heredado la gubernatura, legitimando la impagable megadeuda de 36 mil millones de pesos que le dejó a Coahuila, reservando hasta la fecha cómo se gastaron los préstamos. El encargado de hacer este trabajo fue el dócil congreso estatal, cuyo actor principal fue Salvador Hernández Vélez, quien por ese servicio fue premiado con la rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila, a la que dejó una deuda millonaria con el SAT, correspondiente a los impuestos sobre la renta que no devolvió, además de otros tantos millones de pesos de gastos que no se han comprobado, los que habrán de solventar u ocultar bajo la alfombra.
Lo cierto es, que el agandalle del CEN del PRI que hizo la pandilla comandada por Alejandro Moreno y Rubén Moreira -dicen los conocedores- es para lucrar con los despojos del otrora partidazo oficial, pues solo servirá para convertir a lo que queda del PRI en un partido satélite de Morena, tal como son el PT, MC y el PVEM, es decir, ser paleros a cambio de negociar algunos escaños para sus favoritos en el Congreso de la Unión.
Otros analistas sugieren, que Alito y Rubén serán los sepultureros del PRI, partido que durante décadas gobernó al país. De ser cierto lo anterior, a ellos les corresponderá la ominosa responsabilidad de que su partido termine sus días como esquirol y traidor de todos sus demagógicos pronunciamientos de justicia social.
Política aldeana
El pasado domingo recibí en mi casa la visita de un empleado del Inegi, quien dijo que mi hogar era uno de los dos (en un fraccionamiento de alrededor de 400 casas) que habían elegido, para que a través de una larga encuesta de dos horas, querían saber de mis ingresos y cómo los gastaba.
Siempre he sido reacio a contestar encuestas, ya sean religiosas, políticas, económicas, gubernamentales o de servicio, pues sé cómo se manejan las encuestadoras y que sus encuestas son para hacer una narrativa con sus resultados, acordes a los intereses de los que pagan o realizan las investigaciones a modo. Por esa razón me negué a ser encuestado, argumentando que no tenía tiempo ni disposición de contestar.
Al día siguiente, me visitó una supervisora, preguntando policiacamente por qué no aceptaba contestar. Simplemente le repetí: porque no tengo tiempo ni disposición de hacerlo, pero le dije algo más: todos los datos de mis ingresos y pago de impuestos los tiene la federación, y nada me obliga a decir en qué gasto el dinero que gano.
Argumenté que lo que debería hacer el Inegi, es encuestar a los beneficiarios de los programas sociales, que se pagan con el dinero de los contribuyentes, porque hay demasiadas historias en el internet de que esos apoyos se gastan en cerveza, drogas, e incluso que los familiares de los beneficiados se apropian de esos recursos, para gastarlos en otras cosas que no son las que los programas indican.
Ojalá que el Inegi, pudiera saber a cuántos y a quiénes se les dan los apoyos de los programas sociales, pues nadie lo sabe, mucho menos les dan seguimiento, porque es un secreto a voces los malos manejos que se dan en los programas, donde hasta los muertos cobran pensión.
Preguntas huérfanas
¿Qué tan cierto es que los ciudadanos pagamos la inflación, las extorsiones y el derecho de piso del crimen organizado en los precios de los productos y servicios que consumimos?
¿Será otra mentira de AMLO que solo importamos el 10 por ciento de gasolina, o no sabe que realmente importamos el 67 por ciento?
¿Será verdad -como dijo AMLO- que no hay déficit en el gobierno de la 4T, o ya se le olvidó que el Congreso autorizó para 2024 un déficit de 1.8 billones de pesos que obligarán a recurrir a préstamos y deuda?
¿Sabía usted que Lázaro Cárdenas y Juan Domingo Perón simpatizaban con Adolfo Hitler?