Amaranta Madrigal.
Echados en el piso
los sueños se incompletan
obstruyendo a la libélula su paso
despiden hedor a rendición
ese aroma a postergarlo todo
mientras el tiempo
maquilla la cara con arrugas
le quita vida a los segundos
inunda de grasa el organismo
en el vientre gesta morbidez
inmovilizando el alma
con sebáceos grilletes
que no se romperán jamás.
Entonces se adopta la máscara
de la calma, de la paz…