Samuel Cepeda Tovar.
El tema ha causado polémica en el pueblo de Allende, Coahuila, y es que el recurso más importante con que cuenta dicho municipio es sin duda el agua, y la amenaza de la empresa Constellation Brands por su ubicación en la región es siempre preocupante, pues dicha empresa requiere como materia prima para su producción el vital líquido y se trata al final de un recurso finito y no renovable, y si a esto sumamos a unas autoridades municipales que se han caracterizado por diversos actos de corrupción a lo largo de tres años, pues esta mezcla de situaciones genera temor y bastante “sospechosismo” sobre algún acuerdo oscuro para extraer el agua de este municipio en beneficio de la empresa cervecera.
Si bien no nos consta que la triquiñuela se esté realizando, la poca información por parte de la autoridad y sobre todo la conciencia colectiva sospechosa sobre la empresa cervecera en lo que respecta a su “responsabilidad social”, supuestamente incondicional al entubar el agua de un manantial para llevarlo a la potabilizadora resulta inconcebible y por lo tanto nada confiable.
Ahora bien, en nuestro país, la CONAGUA es la autoridad que otorga las concesiones para el uso de agua subterránea, no obstante, la empresa cervecera antes de acudir a instancias federales debe llegar a un acuerdo con los propietarios de derechos de agua, en este caso los ejidatarios a los que se les ha reunido en sesiones privadas para convencerlos de la instalación de esta tubería, por lo que el proceso parece ser un intento de la empresa para la obtención de un permiso de explotación de agua.
O, en otras palabras, por supuesto que sí se puede hacer el trámite para la explotación (aprovechamiento), pero para ello se tendría que negociar los derechos con los usuarios del distrito de riego, y desincorporarse del distrito para posteriormente presentar una solicitud de trámite ante la Conagua, lo cual ya no sería un problema para la empresa, pues la región de los manantiales no es considerada zona de estrés hídrico y un estudio de impacto ambiental por el momento no arrojaría resultados alarmantes como ocurrió en Mexicali.
Todo parece indicar entonces que el trámite va en camino, y para esto se requiere del apoyo de autoridades municipales para la labor de convencimiento entre los ejidatarios dueños de derechos de agua quienes al final tienen la última palabra o bien, resultan ser la última defensa ante la amenaza de la cervecera que de obtener la concesión o permiso condenaría al municipio a un futuro de escasez de agua, y enfermedades relacionadas con la ingesta de metales pesados al perforar cada vez más profundo ante la disminución de los mantos acuíferos, para poder satisfacer la demanda de consumo de los habitantes.
Si es solo el permiso para que un tubo atraviese propiedades de ejidatarios para beneficio del pueblo, no debería haber problema alguno, pero la falta de transparencia en este tema, la voracidad de la empresa por consumir agua y nuestras autoridades nada confiables, generan una vorágine de hipótesis negativas que por el bien del pueblo, mejor dejar de lado y que sea el municipio el que se encargue de instalar esa tubería con la supervisión de un comité ciudadano, que asegure que el agua de Allende seguirá a salvo de cualquier destino que nos lleve a un estado similar al de la región Laguna, cuya agua fue consumida por una empresa lechera de talla internacional, así de grande como la Constellation Brands.