Monopolio de tortilla

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Abigail Angélica Correa Cisneros.

Hace unos días la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) pidió a la compañía Gruma vender cinco plantas de producción por prácticas monopólicas. Actualmente, esta empresa mexicana controla entre el 50 y el 90 por ciento de las ventas de harina de maíz para tortillas en varias partes de la República mexicana, según la Cofece. México es uno de los principales consumidores de maíz. Desde tiempos prehispánicos este grano representa una de las bases de la cocina nacional, no solo por su sabor sino también por sus cualidades nutricionales. Datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), indican que el consumo total de maíz en nuestro país supera los 36 millones de toneladas anuales. De esta cantidad, aproximadamente el 80 por ciento corresponde al maíz blanco, utilizado principalmente para la producción de tortillas, un alimento básico en la dieta diaria de los mexicanos. El maíz amarillo se destina en gran medida a la alimentación de ganado y a la industria. El consumo per cápita de maíz en México ronda los 200 kilogramos al año, lo que refleja su importancia en la alimentación diaria. La tortilla, en particular, es un alimento que está presente casi diario en todas las comidas del mexicano.

Debido a que Gruma, que vende la harina Maseca, tiene gran presencia en el mercado, se ubica como el regulador de los precios en los últimos años. Además, desde hace un par de años la empresa es investigada por emplear estrategias en contra de los tortilleros que van desde el préstamo de maquinaria hasta créditos que obligan a los productores a seguir comprándoles. Se sabe que el precio del maíz se ha mantenido estable pero esta empresa es señalada por supuestamente manipular los precios en el mercado de la harina de maíz, lo que excluye a pequeños competidores, limita la variedad del producto y aumenta los precios para los consumidores. La Autoridad investigadora (AI) de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) concluyó que Gruma tiene un precio 10 por ciento más alto que el de sus competidores a nivel nacional, tiene una participación en el mercado entre 2 y 9 veces mayor que el de sus competidores en algunas regiones y estas mismas casi 9 de cada 10 kilos de harina son vendidos por la esta empresa.

En poco más de un mes la empresa tiene que responder a los señalamientos y a ver si cede entonces esas plantas que se ubican en Veracruz, Estado de México, Guanajuato, Tamaulipas y Sinaloa. El consumo de tortilla es parte de la cultura mexicana, estas grandes empresas arrinconan a los pequeños productores que sí se tienen un papel importante en la preservación de las tradiciones, la economía local la sostenibilidad, son generadores de empleo y contribuyen al sustento de familias y al fortalecimiento de la economía local. Además, su enfoque en la calidad y el uso de ingredientes locales ayuda a mantener vivas las tradiciones culinarias porque utilizan técnicas ancestrales de nixtamalización que mantienen el valor nutricional. Esta práctica, que implica cocer el maíz en agua con cal, ha sido parte de la cultura mexicana durante siglos y es esencial para la producción de tortillas de calidad.

Actualmente, el tipo de tortilla con distintas variedades de maíz es difícil de encontrar, únicamente se ven en ferias y mercados locales. En este sentido es importante que las prácticas monopólicas se eviten, para impedir que la tortilla tradicional perdure y no ahorcar a los pequeños productores con el precio o las prácticas desleales. 

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