La democracia mexicana ya fue demolida

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Jorge Arturo Estrada García.

“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse
en otro. Un convertido es un traidor que abandonó
su partido para inscribirse en el nuestro”.
Georges Clemenceau.

“Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado
de monedas, o por cohecho o soborno están traicionando
y derramando la sangre de sus hermanos”.
Emiliano Zapata.

“La vida sólo puede ser entendida mirando hacia atrás,
pero tiene que ser vivida hacia delante”.
Soren Kierkegaard.

Entramos a una etapa terrible. La democracia mexicana ya fue demolida. La destrucción, la realizaron una partida de traidores. Lo hicieron por órdenes de un político, aspirante a tirano, ávido de poder. Lo lograron, cínicamente, en medio de millones de mexicanos indolentes y necesitados de dinero. Ahora, ha llegado el momento de esconder la corrupción, en la que están inmersos. Durante seis años, hicieron un gobierno tóxico, Convirtieron la escena política en un pantano de podredumbre. Tal vez han sido los peores que han pasado por el Palacio Nacional.

Ahora, es momento de esconder la corrupción. Sistemáticamente, desde hace más de 20 años, Andrés Manuel, se ha dedicado a ocultar sus cuentas. El sexenio del tabasqueño fue pleno de malos manejos financieros. En este sentido, compite con ventaja con los de los prianistas que lo antecedieron. Los morenistas no fueron diferentes y no podían serlo. Son los mismos tránsfugas de los partidos, abominables, a los que abandonaron para incrustarse en el partido de López Obrador.

Es así, que de acuerdo con la Real Academia Española (RAE), el «gobierno de los peores» se define como «caquistocracia», que significa un gobierno ejercido por las personas menos capaces o los peores ciudadanos.

AMLO no va a cambiar, seguirá evolucionando. Él marca la pauta, él sí comprende a su país y a las mayorías mexicanas. Lo mismo pasa con Donald Trump. Por eso, pasa por encima de las instituciones y las leyes, con poderío suficiente para destruirlas y detectar y controlar a los traidores, que le allanan los caminos. Es momento de enterrar los pecados, los errores y los excesos. De alterar las cifras y generar realidades alternas. Entonces, sin contrapesos, será casi imposible desenterrar los documentos y más pruebas de las inmensas corrupciones. Entonces, será más difícil “manchar” el enlodado plumaje del tabasqueño y su séquito del cash.

El poder ejecutivo ya se coloca por encima de los demás incluso de las leyes, y de la Constitución. Ahora deciden litigar en la mañanera. Desprecian las instancias legales. Ya también destruyeron El Estado de derecho. Y desde Palacio Nacional se dictan palabras que son leyes, “el pueblo les dio esos encargos”.

El Poder Judicial ha sido destruido. Los poderes Legislativo y Ejecutivo desacatan los ordenamientos legales. La incertidumbre económica, política y social del país ya se retrata a nivel global. Un país, que está entre las 12 economías más importantes del mundo, extermina su Estado de Derecho e instala las bases de una dictablanda, inicialmente. Pareciera ser El Retorno de los Brujos, los del Viejo PRI; los que mantuvieron su hegemonía durante 70 años, a cualquier costo.

La democracia mexicana fue demolida. Los traidores allanaron el camino de Andrés Manuel. Los fue recolectando por todo el país y en todos los partidos. Así fue construyendo su base política y económica. Así consolidó a Morena, así ganó muchas elecciones. Así, robusteció su poder. Así, se constituye como el político más poderoso del país, sin contrapesos. Sus gobiernos tóxicos los padeceremos todos los mexicanos, sus efectos impactarán en varias generaciones.

Actualmente, las Becas del Bienestar se van ampliando. Van en busca de generar más votantes cautivos entre la población. Simultáneamente, los traidores ya hicieron su papel en la Suprema Corte, en el INE, en el Tribunal Electoral, entre los diputados, los senadores, los gobernadores y las filas de los opositores. La clase política apesta.

Es evidente que el tabasqueño no es un demócrata, traiciona los ideales de Francisco I. Madero. Su verdadero talante es más parecido al de Porfirio Díaz que estuvo 30 años, en la Silla del águila; y a Benito Juárez, que fue presidente de México desde el 21 de enero de 1858 hasta su fallecimiento, el 18 de julio de 1872 es decir, aproximadamente 14 años y medio.

Entramos a la Presidencia Imperial bajo un Maximato. El pueblo bueno, el dócil que votó, avergonzado u orgulloso por Morena en junio de este año, permanece ausente ante el desmantelamiento de la democracia.

Morena construye sus mayorías con los traidores. La traición es el arma en una clase política decadente. En la que no hay ni buenos ni malos, ni héroes ni villanos y que está plagada de vividores sin ideología, y sin escrúpulos. La soberbia y el cinismo son la constante, entre los que detentan el poder y quienes lo perdieron.

Seguramente siempre fue así. Sin embargo, en el mundo de las comunicaciones instantáneas multimedia, el impacto se multiplica. El país navega a la deriva. No obstante, está en pie de guerra, en busca de botines mayores se lanza al abordaje. Son tiempos de corsarios y piratas.

La Cuarta Transformación es la etapa en la que un grupo con Patentes de Corso ha tomado por asalto al país, sus presupuestos y a sus tesoros. Es el trabajo intenso de un personaje que se construye un pedestal, para figurar en la historia. Tomaron por asalto al sistema político, demolieron al estado de derecho, a los contrapesos y a la democracia. Vienen cosas interesantes, Veremos.