La 4T, un movimiento depredador

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Jorge Arturo Estrada García.

“Aprendí mucho sobre disciplina y sobre cómo canalizar mi agresividad para lograr mis metas».
Donald Trump.

“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”:
Francisco de Quevedo.

Fueron 100 días de traiciones y dogmas. De órdenes cumplidas. Ya murió la esperanza, la mató Morena. Con obediencia ciega se reformó la constitución. Para los mexicanos, recuperar la democracia podría demorar sexenios. Ahora, se avizoran las tormentas. Donald Trump irrumpe en la escena; llega para cumplir sus promesas del tamaño de su ego: Hacer América grande otra vez. Si los grandes problemas de México se interponen en su camino, está dispuesto a doblar a cualquier personaje que lo enfrente. No le importa si porta la banda nacional, o si ya vive en Tabasco.

Fueron los primeros 100 días para establecer un nuevo régimen. La soberbia desborda en cada rincón del país, dominado por el morenismo. Al 2025, México llega en mal momento. A la convivencia con Trump, llegamos con un gobierno que pretende ser el segundo piso de otro que resultó tóxico. Con Claudia Sheinbaum, en Palacio Nacional, no se perciben estrategias claras de progreso. Más bien, se trata de consolidar al proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Parece que se trata, solamente, de obedecer y seguir las pautas.

Simultáneamente, el mundo entra en una nueva dinámica, para la que no parece que estemos preparados. Estamos anclados con la vista en el pasado, mientras el futuro nos envuelve aceleradamente. Por lo pronto, estamos en la mira del nuevo mandatario estadounidense para alimentar a sus bases sociales de su gobierno populista.

La 4T transitó seis años, cómodamente, por el tratado de libre comercio, que Carlos Salinas estableció como TLC, en 1994; y posteriormente, Enrique Peña Nieto, logró ajustar como T-MEC, en 2017. Eso, permitió que AMLO encontrara a un país sin problemas económicos, con crecimiento sostenido, con instituciones democráticas sólidas, con libertad de expresión, aunque con mucha desigualdad y resentimiento, entre las clases populares, contra las élites económicas y políticas, que se enriquecieron descaradamente durante varias décadas.

Es un hecho, que el país redujo la marcha con el gobierno de Andrés Manuel. Su estilo personal de gobernar, realmente afectó la economía del país, la ralentizó. Por lo pronto, ya no contamos con un estado de derecho sólido, no hay seguridades en el tema de la energía, tampoco existen infraestructura y logística adecuadas para impulsar el desarrollo. La certeza jurídica, la estabilidad económica y política, se desvanecen. En consecuencia, las inversiones extranjeras se volvieron cautelosas, el nearshoring se queda en el papel.

Los efectos del nearshoring deberían reflejarse ya en la manufactura, la tecnología y el turismo; en donde se incluyen el automotriz, el aeroespacial, los semiconductores y la minería entre otros. Sin embargo, no ha sido así. No hay inversión, importante, nueva, salvo Amazon que será por etapas.

Este freno en la economía afecta, directamente, al empleo formal. Según datos del IMSS, en diciembre el número de trabajadores registrados se redujo en 405 mil derechohabientes.  Lo que supera las crisis de 2008 y la pandemia.

Durante todo el 2024 el total de trabajadores, registrados ante el IMSS, solamente aumentó en 214 mil. En los tres años anteriores, el promedio anual de empleos generados fue de poco más de 500 mil.  Nos quedamos cortos, el país demanda un millón de nuevos empleos cada año. El déficit fiscal ya ronda el 7 por ciento del PIB, la deuda externa creció aceleradamente; a los fideicomisos, creados para distintas situaciones, el obradorismo los desapareció, y dilapidó cientos de miles de millones.

La cuarta transformación resultó un movimiento depredador. Destruye instituciones, derrocha dinero, le da manga ancha a la corrupción e instaura un gobierno que parece copia del PRI de los años setenta del siglo pasado. Del tricolor al que López Obrador prefirió adherirse, en 1976, en lugar de luchar por los ideales democráticos que brotaron en el 68, desde la primavera francesa hasta la masacre de Tlatelolco. El tabasqueño prefirió sumarse al partidazo que tenía las manos ensangrentadas, en plena Guerra Sucia.

Los primeros 100 días, fueron de miles de homicidios, desapariciones y extorsiones, a lo largo y ancho del país. También de escasez de medicinas, médicos y hospitales equipados. La demagogia y las loas, al expresidente tabasqueño, son sistemáticas. Nada o casi nada ha mejorado: Pemex sigue perdiendo un millón de pesos cada minuto y debe 100 mil millones de dólares; la Comisión Federal de Electricidad, el tren Maya, el aeropuerto Ángeles y la refinería Dos Bocas son carísimos elefantes blancos. La economía es precaria.

Es evidente que las tormentas están cerca. El inefable Donald Trump, el que rápidamente dobló a AMLO y a Marcelo Ebrard hace unos años, regresa a la Casa Blanca, con más ímpetus e ideas negativas sobre México. Los problemas se multiplicarán. Son dos populistas entrando a un duelo asimétrico. Adicionalmente, la ausencia de Estado de Derecho y de contrapesos autónomos, en México, complican las cosas. Veremos.