Apolinar Rodríguez Rocha.
con sombrero ajeno.
1º abril 2020, ha trascurrido ya el primer trimestre del año 2020, el panorama socio-jurídico-económico de México se avizora propio de un régimen totalitario, como si el presidente de México, cabalgara solo en caballo de hacienda, los poderes fácticos aparentan soñolencia, acostumbrados al modo de gobernar de los sexenios precedentes, ¿se han quedado obsoletos en sus estrategias de gestión y respuesta? Como si el estilo de gobierno de la cuarta trasformación le ha venido a privar de sabiduría e inteligencia a otroras poderosos magnates y demás poderes fácticos.
Créales la inocencia de cualquiera, pero no los mexicanos, tan expertos que han devenido de sexenios y lustros de engaño y raterías, es obvio que sus estrategias se cuecen aparte.
Sin embargo, el sistema implementado jurídico, fiscal-bancario, y las políticas de paternalismo estatal, extrañamente no se balancean en la equidad y la buena administración pública, y por el contrario se avizoran el talón de Aquiles de la cuarta trasformación: Estrategias de austeridad, que distan mucho de serlo, estrategias de derroche económico, más que paternalista, cuasi apadrinamiento y ahijadismo, proyectos de gobierno sin proyecto, sin objeto, sin fin lícito cierto, ajenos al método científico, elaborados por estrategas desconocidos. Métodos de ostracismo y no de trasparencia.
Estamos por presenciar en estos cuartos de final del partido por el poder en México, se prepara en la Banca el equipo, calentando, la defensa contra un poder ejecutivo cuasi monárquico, la democracia mexicana está por ser sometida a prueba. Es falacia que el Presidente haya olvidado que quien gobierna no es él, sino el pueblo, es evidente que lo sabe y está plenamente consciente de ello, por eso su gobierno se centra en programas sociales a los votantes vulnerables, cuyas conciencias seniles están debilitadas por la enfermedad o por la inhabilidad, y la novatez política.
Estrategia inmoral, es aprovecharse político-electoralmente para acarrear votos. Sin embargo, dicha actividad en sana administración es necesaria: Regresar a los ancianos sus impuestos pagados por décadas, es cuestión de justicia social, y nuestra tarea es explicarles que no se trata de una dádiva sino de su justa retribución por su servicio a su México, aquel que parió a los actuales sujetos económicamente activos.
Esa estrategia política de apoyo a los ancianos, por otra parte, debería ser un aliciente a las nuevas generaciones de población económicamente activa, de que en el futuro tendrán una sana vejez y que pueden elaborar un proyecto de vida en cesantía. Sin embargo, esta política no brinda seguridad y certeza a las nuevas y próximas generaciones de ancianos y cesantes, por el contrario, es una amenaza latente a sus pensiones, en este inicio de abril del 2020, nos hemos encontrado con el decreto aplastante del Ejecutivo Federal, que anuncia el fin de los Fondos y Fideicomisos públicos, y su rembolso a las arcas públicas, para ser el dinero que se entregue a la actual generación de ancianos y jóvenes.
Desapareciendo los Fondos de Pensiones y Fideicomisos, que en ahorro hicieron todas las generaciones de mexicanos. Esto amenaza el futuro de las pensiones de México, un derroche propio del peor de los padres de familia, saludando la cuarta trasformación con sombrero ajeno, derrochando con la mano derecha los ahorros de los mexicanos en dádivas, y no en auténticos proyectos de estado democrático y de derecho, la mano izquierda saquea el Tesoro, sin dar cuentas.
