Profesor Evaristo Velasco Álvarez.
Y cuando el pueblo de México fue pasado a través del colador de la necesidad, los ideales y el hambre de democracia se esfumaron con la primera dádiva que recibieron. Y el acarreo, la compra de votos, las amenazas de los patrones, el voto corporativo, la urgencia económica y algunas lindezas más, volvieron a hacerse presentes.
La vista gorda de las autoridades electorales y los pleitos y rebatingas de los nuevos liderazgos confundieron a los electores y de nuevo resultaron ganadores en las urnas, los corruptos de siempre. Así aparecen los rostros de la verdad, en medio de la pandemia y sus fuertes desmejoras de la gente. Y mientras que “Juan se distrae, Pedro le roba el ganado”.
Otra vez la entrega de despensas y los pregones llenos de mentiras, pero llegadores al pueblo, hicieron el efecto de siempre… Otra vez las autoridades estatales y municipales hicieron sus triquiñuelas y volvieron a engañar al pueblo, el que inerme se entregó al engaño. En algunos casos los partidos de siempre estuvieron “cebando” a sus “inquilinos”, quienes como blancos corderitos creyeron en sus mentiras y cayeron en la misma trampa.
Tanto en Hidalgo como en Coahuila, las urnas se vieron desairadas, pero los que asistieron a votar lo hicieron por los mismos de siempre. El coraje y los ímpetus del 2018 no se vieron por ningún lado. Algunos vecinos de Torreón, de Pachuca y de Saltillo dicen que tuvieron miedo de salir y contagiarse. Otros más definitivamente habían ya decidido no salir e hicieron que sus ideas tuvieran eco en sus familiares y amigos.
Ni hablar: mientras que en Estados Unidos tienen encerrado a Joaquín Guzmán Loera, en algunos lugares de nuestro pueblo mexicano (no en pocos), se le prendieron veladoras y se le dedican y dedicaron rosarios y rezos diversos. Él y otros más que hacen labores similares de envenenamiento al pueblo, se han convertido en sus SANTOS y a quienes les rezan.
Y desde luego que la “Santa Madre Iglesia”, también hizo su labor de siempre, hablando mal del presidente y de su gente y jurando que “Jesús mismo no lo quiere”. Y yo me pregunto ¿Y ahora, quién podrá defendernos? ¿Cómo haremos Que viva México?