“Pensándolo bien”

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Luis Eduardo Enciso Canales.

“Somos historias de historias que narran historias. Estamos narrando la historia que somos, y las historias que aprendemos… Somos seres hechos de palabras, heredamos palabras y dejamos un testimonio de palabras”.           José Saramago.

La vida nunca ha sido fácil, y mucho menos estable. Esto es algo constante desde nuestro nacimiento, llegamos en medio de sufrimiento (para ambas partes), pasamos de un estado líquido a un estado sólido en un santiamén, el impacto de ese despertar a esa nueva realidad es brutal, sin más ni más somos obligados por el medio a respirar sin ayuda de un respirador, somos desconectados para quedar a merced de otros conectores de los cuales, de ahora en adelante, dependeremos.

Comúnmente vamos transitando por la vida dormidos-anestesiados sin percatarnos de muchas cosas ni ser capaces de entender lo que en realidad nos ocurre y ocurre a nuestro alrededor. Cándidamente pensamos que tenemos control de nuestras vidas lo que termina convirtiéndose en toda una metáfora sobre lo imprevisible y lo contingente. Nada está escrito definitivamente; sólo la muerte, pero hasta su acontecer, la posibilidad de hacer de la vida una comedia o una tragedia depende en gran parte de nosotros mismos. Así vamos luchando contra todo y todos creando enemigos allí donde no somos capaces de comprender.

Esto nos ocurre tanto a nivel personal como social. En el ambiente de miedo generalizado de nuestra catarsis global, la presencia de lo diferente y de lo desconocido nos impulsa a querer dominar aquello sobre lo que jamás tendremos control, vencer-convencer, devorar, destruir, matar negando lo que nos atemoriza… Vamos buscando y negando a ese niño que fuimos y que somos, que se aviva de vez en vez que le damos permiso al comernos una golosina o al dibujar un sueño en nuestra imaginación, luego una sonrisa muda cómplice del silencio, entonces existimos nuevamente como dos viejos amigos que se encuentran aunque sea por un rato. Todos somos niños, tengamos la edad que tengamos.

Estamos en el proceso de muerte-renacimiento luchando por tomar conciencia de nuestras debilidades humanas, necesitamos avivadamente la ayuda de nuestra conciencia que nos ayude como la voz de un narrador, cual si fuese Pepito Grillo el de Pinocho, impulsándonos a vivir la vida. Ojalá descubramos algún día que los ingredientes fundamentales para que este proceso avance y culmine es el amor, la solidaridad y la unión.

No dejemos que nadie guie nuestra nave, seamos conscientes de nuestra existencia para poder perpetuar la vida.

En esta tierra a menudo rara en que “vivimos” siempre estamos a tiempo de prestar atención a lo que nos ocurre y decidir vencer el miedo a despertar del letargo. Para ello recibimos constantemente ayudas del exterior que nos cimbran y zarandean como árboles azotados por la tormenta, esas situaciones cambiantes son normalmente consideradas como reveses cuando en realidad son oportunidades para la toma de conciencia y el inicio de la necesaria transformación. La tragedia puede transformarse en cualquier momento en una comedia con final feliz.