Temporada de demagogia, muertos y elecciones

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“Hay momentos en la vida de todo político en que lo
mejor que puede hacerse es no despegar los labios”.
Abraham Lincoln.

Hay dos clases de hombres: quienes hacen
la historia y quienes la padecen.
Camilo José Cela.

Jorge Arturo Estrada García.

Los mexicanos estamos ocupados en mantenernos lejos de los contagios, de los hospitales y tratando de sostener los ingresos básicos. La clase política está ocupada construyendo sus plataformas para su siguiente cargo. La lucha se da en diversos planos, es la guerra por las mentes y por la movilización electoral. La leyenda del invencible se construye, de nuevo, al estilo del viejo PRI. En México, solamente la dura realidad se ha convertido en un opositor de peso.

El presidente quiere una oposición fragmentada para ganar el 2021 las 15 gubernaturas.

La clase política está empeñada en apoderarse de las narrativas centrales, para consolidar imaginarios en los cuales envolver a una parte de la población, a los más escépticos el dinero de los programas sociales los convencerán. El presidente no deja pasar un día sin recetarnos un discurso que atraiga reflectores y titulares en diarios y noticiarios. Sin embargo, estamos en medio una pandemia que contagia y mata personas cada día, y que demanda mejor y mayor atención.

A los políticos les importan los votos. Por lo tanto, esgrimen su demagogia para conservar o conquistar incautos para llevarlos a las urnas. Los resultados de sus gobiernos solamente les interesan a los ciudadanos cuando les impactan en sus vidas, destruyendo sus sueños de progreso y estorbándolos en sus tareas de sacar adelante a sus familias.

Sabemos que la pasión mueve más que la razón. Así que el discurso está cargado de emotividad para que mueva las filias y las fobias y que las contamine. El presidente quiere una oposición fragmentada para ganar el 2021 las 15 gubernaturas, la mayoría de los 500 diputados federales y varias decenas de presidencias municipales.

Es la guerra por la mente y por la movilización. La leyenda del invencible se construye con el cuerpo frágil de un presidente de la tercera edad, apuntalado por un partido cojo y tuerto, en permanente conflicto. Y, por un proyecto de país para un mundo que ya no existe.

Sabemos que gobernar es comunicar. También, que para consolidar la hegemonía es indispensable que todos sepan quién manda y que también sepan lo que les pasa a los que no se someten. Estamos ante la construcción de un presidente hegemónico.  Que reparte favores y castigos a todos los niveles.

Lo que no hemos visto, durante estos nueve meses de pandemia, es a un gobierno que con su enorme aparato de comunicación logre que los valemadristas mexicanos, tan fatalistas siempre, decidamos combatir los contagios con las precauciones básicas y solidarias; y además demandando acciones más efectivas por parte de los mandatarios.

Actualmente, a los reporteros, nos corresponde recoger las palabras y los hechos; analizarlas, exponerlas y sacar conclusiones, junto a los ciudadanos. Estamos en un período que quedará grabado en la historia de la humanidad. Es necesario que queden registros. La Historia puede ser maestra de vida y el periodismo consiste en registrar lo que sucede, sus contextos, sus protagonistas, los resultados y las evaluaciones. Es una época interesante y trágica. Triste, muy triste.

El presidente se lanza al ataque contra los viejos partidos, estigmatizados, aplastados y derrotados, para tratar de desprestigiarlos más. Alimenta a sus fieles con ataques hacia el Prian y sus pecados de corrupción. Quiere fortalecer la percepción de la existencia de dos bandos: los buenos y los malos, los obradoristas y los conservadores; los “limpios” y los corruptos. El prianismo sigue confrontado con sus grupos internos y sus lastres de corrupción. Morena sostiene una guerra civil permanente y es refugio de los desertores de los partidos de todas las cataduras, con todas sus mañas. AMLO se va quedando sin contrapesos.

Son dos años de gobierno de la Cuatro-T y son 24 meses de pretextos y escasos resultados. La realidad los ha puesto en su lugar.  La opinión pública se va dividiendo entre quien va conociendo el lado oscuro del obradorismo y los que mantienen la fe ciega en el “proyecto”. Su pasado y sus fortunas señalan y marcan a esos personajes neo morenistas. Sin embargo, el tlatoani los absuelve pese a las patéticas excusas.

El presidente construye su plataforma del 2021 haciendo lo que sabe: atacar, desmantelar y autoelogiarse. Para él, está en juego la viabilidad de la Cuarta Transformación, pero para sus subalternos está la disputa por la Silla del Águila, si finalmente López Obrador decide heredarla.

Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum se promueven para ser los próximos inquilinos del Palacio Nacional. Ambos encabezan sendos grupos y proyectos, dentro y fuera del morenismo. Actualmente, sin invitación, el tristemente célebre doctor Hugo López Gatell se sumó a la contienda, las encuestas lo reportan dentro del top cinco. Ya se peleó con el canciller y con la jefa de gobierno por desacuerdos en la gestión de la pandemia y por el afán de reflectores de los tres personajes. Al presidente, le gusta ver a sus cortesanos divididos y peleando.

En la batalla por la medalla de la pandemia, Gatell ya divide opiniones, se hizo famoso e infame. Los cientos de miles de muertos y los más un millón de contagios, la falta de equipos y apoyos al personal de salud y sus interminables excusas y peroratas terminaron por revelar su verdadera estatura. México resultó el peor lugar para vivir en la pandemia, según ranking investigado y elaborado por la agencia de noticias Bloomberg. Ebrard tuvo que buscar productos médicos chinos, de último momento, porque no se habían adquirido con tiempo. Otra vez la realidad aplastó los discursos.

En estos días se disputan las medallas por las vacunas. Los duelos de poder son cotidianos. Ebrard anuncia las primeras vacunaciones en diciembre y Gatell lo frena en cadena nacional diciendo que falta que él y la Cofepris, que él dirige, lo aprueben. Pfizer ofrece su cadena de frío para transportar y mantener las vacunas en buen estado hasta que se apliquen, sin costo. Y López Gatell los detiene, alegando que eso es atribución única del estado mexicano y que nadie más está autorizado para hacerlo. Así, las gestiones de Ebrard ante las farmacéuticas son obstaculizadas por un adversario político del mismo membrete. Al final, los afectados seremos todos los mexicanos. El Covid ya superó al cáncer y a la diabetes, como causas de muerte en el país para este año. El primer lugar lo ocupan las enfermedades del corazón, el segundo el coronavirus.

Si el gobierno federal quiere comprar la vacuna más barata, la de Astra Zéneca de Slim, se explican las obstrucciones a Pfizer, pero no se entiende por qué arriesgar más vidas por unos millones de pesos que ni son de ellos. Además, esa empresa Astra, ha tenido dificultades para poner a punto sus vacunas. Mientras, para 2020 ya hay casi 300 mil muertes más que en el 2019, luego se conocerán más detalles.

Los frentes de batalla son variados, el presidente y sus legisladores están desmantelando los accesos al dinero y al poder. Cerrando caminos para los opositores y dejando abiertas las veredas para el tránsito de la Cuatro- T.

Los resultados de las políticas públicas vigentes también son variados y contundentes. La crisis económica ya causa estragos: Los mexicanos que no pueden adquirir la canasta básica supera el 44.5 por ciento en este 2020. Un año antes era un 38.5 por ciento, pero ya iba en picada. En este tercer trimestre, el PIB registró una caída del 8.5 por ciento, pero la afectación a hogares, empresas y gobierno fue de casi 11 por ciento. Menos dinero para muchos.

Por iniciativa del Presidente de la República se aprobó la desaparición de 109 fideicomisos públicos para reasignar más de 100 mil millones. A las entidades federativas les recortaron miles de millones, lo mismo a los organismos autónomos. Del discurso agresivo se pasó a los hechos, ya veremos el impacto en la vida de los mexicanos.

En campaña el mandatario prometió combatir a la delincuencia con “abrazos y no balazos”, los asesinatos ya rebasan las 65 mil personas en este año y en los primeros dos ya rebasaron las cifras de Felipe calderón y Enrique Peña Nieto. Es más, es el arranque más violento para un gobierno en lo que va del siglo. Por su parte, la secretaría de gobernación informó que hay 38 periodistas asesinados durante esta administración.

Cada día en la mañanera se buscan aliados, aprobación, y desgastar a los adversarios. Se gastan miles de millones en hacer llegar dinero a casi la mitad de los hogares de México. Sin embargo, lo que ha fallado es construir un sistema de salud eficiente, ni siquiera se ha invertido en ello, a lo más se compraron camas y respiradores. Tampoco, se ha logrado colocar en la mente de los ciudadanos la necesidad de cuidarse de la pandemia. Les falló la comunicación en el tema más importante del siglo y que seguramente marcará su mandato. El presidente de la pandemia en México fue Andrés Manuel y junto a su nombre se registrarán sus resultados y el número de muertos.

México vive en una tragedia sin control y con pocas esperanzas. Hay demasiada saliva en el discurso y virus en las calles. Los ciudadanos contrastarán las palabras con la realidad; la pasión y la razón serán puestas a prueba. Así se conformará la opinión pública y se construirá el nuevo imaginario que influirá el 6 de junio del 2021. Los votos generarán los triunfos y las derrotas. La realidad y sus hechos crudos los juzgará la historia. Por supuesto, será una de héroes y de villanos.

jjjeee_04@yahoo.com