La sucesión está en marcha

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Jorge Arturo Estrada García.

“El que desconoce la verdad es un ignorante; pero el que la conoce y la desmiente, es un criminal.”
Bertolt Brecht.

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.”
Bertolt Brecht.

Morena desperdició su oportunidad de poner un pie en el Palacio Rosa. Tanto Armando Guadiana, como Luis Fernando Salazar, como Claudio Bres, fracasaron en su intento por consolidarse como contendientes serios a la gubernatura de Coahuila, para el 2023. La sucesión está en marcha. En la entidad, el PAN está pulverizado, el PRI está fortalecido y los guindas son competitivos. Sin embargo, faltan por lo menos año y medio para los destapes. Mientras, los ciudadanos pasaremos seguido por las urnas; dentro de un mes, para validar un supuesto juicio a los expresidentes; y dentro de un año, para echar o conservar a Andrés Manuel López Obrador como presidente. Nuestra frágil democracia será utilizada para alimentar a la demagogia y para marcar nuestro futuro.

Solamente hay dos grupos sólidos en la entidad: el de Torreón y el de Saltillo, Eduardo Olmos y Manolo Jiménez son sus gallos.

A nivel nacional, los resultados electorales no fueron del agrado presidencial ya que debilitaron sus planes reformistas que pasan por la constitución, también se sintió traicionado por la clase media ilustrada, que decidió abandonarlo en este proceso electoral en las zonas urbanas e incluso en la capital del país.

Esta falta de contundencia de Morena molestó al presidente, quien rápidamente realizó una serie de ajustes estratégicos y va a reforzar a su estructura y también a intentar proteger a sus delfines. Además, intensificará sus intentos para desprestigiar aún más a sus adversarios prianistas.

En Coahuila, las derrotas morenistas revelan la poca solidez de los proyectos de sus aspirantes principales. También, mostraron, la incapacidad de sus equipos, de los negativos personales que arrastran. Es claro que les falta carisma para atraer votos libres, y que, además, carecen de estructuras bien trabajadas para acarrear votantes.

En la próxima elección estatal, ¿qué pesará más entre el electorado, vencer al presidente López Obrador, a su partido y su candidato? ¿O, ganarle a un mal seleccionado candidato del tricolor? La decisión para el PRI estatal no será fácil. Actualmente, solamente hay dos grupos sólidos en la entidad: el de Torreón y el de Saltillo, Eduardo Olmos y Manolo Jiménez son sus gallos. Sin embargo, no todo es tan claro, si ninguno de esos gallos es aprobado en consenso, se podría optar por un tercero que satisfaga a las partes, o por la ruptura. Morena se convirtió en refugio de desertores.

Sin embargo, no hay que perder de vista que el gobernador llevará mano en la decisión por la candidatura, el PRI nacional ya es una ruina de lo que fue el partidazo aplanadora. La actual dirigencia, ni siquiera tiene segura su permanencia ya que es repudiada por las estrepitosas derrotas del 6 de junio, mucho menos tendrán la fuerza para opinar. Ya se reciben apuestas en contra de Alejandro Moreno.

Así, el periodo de la sucesión ya está abierto. Ahora será conducido por el propio gobernador, ya no será la autopromoción de los acelerados la que marque el ritmo. El que se equivoque, se queda fuera. Nadie tiene garantizado nada en estos momentos. Incluso, una mujer podría ser la candidata. Si el Estado de México se impone en las negociaciones y sus circunstancias perfilan una candidatura masculina sólida, los proyectos coahuilenses se trastocarían.

En el caso de Morena las cosas estarán más claras si el presidente lanza a su secretaria de educación Delfina Gómez Álvarez, por el Edomex, quien ya lo intentó y mostró potencial. No hay que perder de vista que esa es la entidad con el padrón más grande del país y es considerada la joya de la corona para cualquier partido. Entonces, el aspirante coahuilense del partido guinda sería un varón. Al igual que el PRI local este partido también carece de perfiles femeninos con proyección estatal.

El PAN Coahuila, quedó pulverizado y sin líderes. Chuy de León, sigue al frente solamente porque la debilidad del blanquiazul es tan grande que ni siquiera los opositores constituyen un frente sólido. Ni el prestigio de García Villa ni las quejas de Teresa Romo jalaron gente. En lo interno, hay quienes reclaman que el dinero de las prerrogativas no fluyó entre los candidatos y sus campañas. Y que se quedó entre el grupo dirigente.

 Así, sin líderes, el panismo coahuilense naufraga porque no supo aprovechar sus momentos políticos favorables. Sus integrantes no saben hacer política ciudadana, tampoco son buenos para hacer campañas ganadoras. Sus talentos solamente les alcanzaron para integrar familias felices regionales que reciclan candidatos buenos y malos hasta que los queman para siempre. Tal vez ese sea el caso de Memo Anaya, Marcelo Torres Cofiño y hasta del varias veces ganador Jorge Zermeño. Si no comprendes los cambios, estás destinado a perecer.

Estos temas se pondrán más interesantes, todavía no hay nada escrito, la política en el país se volvió trepidante.

Además, recurrentemente resurgen diversos temas de la época oscura de la entidad. Jorge Torres se convirtió en el retrato de una época. El ex gobernador interino, miembro de una de las familias más acaudaladas de la región fue encarcelado, declarado culpable y sentenciado en Texas. Pero en unos meses estará libre para pasear en Coahuila. Los pillos que lo acompañaron en las maniobras andan libres, unos acusados y otros no. La megadeuda estatal seguirá rondando los 36 mil millones de pesos, pese a los intereses que se pagan cada año. La modernización de la infraestructura para el desarrollo se paralizó. El caso Allende, seguirá como una herida sin cerrar.  El 30 de junio se estrenó por Netflix, Somos, una serie basada en la masacre ocurrida en 2011 en aquella ciudad coahuilense. Será interesante asomarse, pero será difícil contener alguna lágrima fugitiva. No cabe duda, la política marca a generaciones.

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