Sócrates A. Campos Lemus.
Este artículo tiene que estar moderado dentro de una concepción clara que estamos haciendo, y que por supuesto está planteado, no como una crítica destructiva en contra de lo que ha puesto en la mesa de discusión el Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando era tanto de dar alguna explicación a los penosos resultados en los procesos electorales en la ciudad de México; explicaba que todo se debe, a que los aspiracionistas se creen las guerras sucias, y que por tanto, voltearon la bandera y se fueron en contra de su proyecto político. A la mejor la condición en la que se encuentra en este momento y las presiones a las que ha sido sometido, lo muestran a veces intolerante, pensando en que solamente su actitud, y su ejemplo, será la guía para conducir al país a un cambio, pero esto no es así, se tiene que conceder el hecho, de que cada individuo es un hombre que toma decisiones en libertad, que sus puntos de vista y sus aspiraciones son totalmente válidas, y que finalmente los valores son los que van a determinar el que se vuelva egoísta, o que se vuelva un malvado perverso como muchos de los que ahora están cercanos al propio Presidente de la República.
Es vital explicar, que increíblemente el Presidente dice que los que han estudiado, que los que se han preparado, que los que tienen más conciencia de sus necesidades, a veces son los que son más egoístas y son los que no entienden los cambios; y yo me preguntaría, ¿acaso el propio Presidente no salió de los pantanos de Tabasco para caminar hasta el Distrito Federal, y encontrar su aspiración para llegar a ser jefe de Gobierno, y Presidente de la República?, que tenía que ser un hombre que se quedara ahí, empantanado en la zona de los Chontales, para que no se le juzgara egoísta, o se le viera como un oportunista que quería tener aspiraciones ascensionistas, no, él uso los recursos para estudiar, para capacitarse, para tener una conciencia de carácter social y llegar a cumplir sus sueños; y tratar de apoyar a los que menos tienen, por esta razón, todos, muchos, pero muchos, le tenemos admiración y respeto, pero a veces, como a todos, se nos van las cabras al monte, y eso le pasó al Presidente, de repente el enojo, le dio un freno a sus dichos y los mandó por caminos que no son los más correctos, yo quisiera decirle al Presidente algunas cosas que a lo mejor otro no se atreverían hacerlo, ¿por qué?, porque ellos tienen que proteger sus puestos y presupuestos; yo por mi edad, por mi posición, por las cosas que he vivido, ya no tengo nada que perder, y finalmente puedo decir las cosas que se me venga en gana, por esto le diría yo al Presidente, por qué no le pidió a Marcelo Ebrard, cuando andaba huyendo en las Europas, escondiéndose en los mejores hoteles, que en lugar de hacerlo así, no se fuera a convertir en un aspiracionista, y se fuera a vivir a la zona de los barrios obreros franceses; y que sus hijos en vez de andar aprendiendo nuevas culturas y nuevos idiomas, se fueran a limpiar los vidrios de los vehículos, o cuando menos, que él tomará un puesto en cualquier restaurante de la Ribera izquierda del Sena, para servir los croissants; en fin, yo quisiera preguntarle al Presidente, si realmente cree que gente como Harp Helú, están quitados ya de la aspiracionitis, y que no tienen más acción y vida, que el dar su vida para el deporte, en el cual hacen un gran negocio, no, la verdad es que andan cuidando sus intereses, no por el cambio, no, ellos no están dispuestos a dejar sus enormes recursos y sus riquezas, como en los tiempos juaristas, en donde los hombres cercanos al Presidente Juárez vendían sus casas, para ayudar a la causa, no, estos venden la causa para comprar más casas; y así podríamos hablar de muchas gentes cercanas, que educadas en la universidad, han logrado o alcanzado por diferentes caminos y métodos, tener muchas casas, y tener recursos que les permiten tener la seguridad, de que podrán sostener una lucha social, dicen ellos, para lograr un cambio, buscando claro, los puestos y los presupuestos; y por qué no hablar de los otros, yo recuerdo, que hace muchos años, allá en los tiempos en que gobernaba el Licenciado Vázquez Colmenares, en Oaxaca, vino una gran terremoto que destruyó vidas y propiedades, en esas estaban, cuando la esposa del gobernador hacía una cola para recibir los donativos, que la gente del pueblo llevaba con toda su voluntad para apoyar a los que lo habían perdido todo, en esa fila se encontraba una pequeña viejecilla de trenzas que peinaban canas, con una vieja, pero muy vieja vestimenta, con un rebozo roto y sin zapatos, llevaba en sus manos una pequeña caja, de esas en donde se guardan los puros, que abrazaba como si fuera un tesoro, y al llegar ahí con la esposa del gobernador, le dijo muy claramente: «señora yo no tengo muchas cosas, soy mujer pobre, todo lo que tengo está aquí, aquí hay unas nueces que serán el alimento para el cuerpo, y hay unas estampitas que eh recogido en muchas Iglesias, que son el alimento para el alma»; ella, esa mujer, no espero a que llegaran los periodistas a tomarle fotos, y a pedirle sus opiniones, a darle razón de por qué hacía eso, no, ella en verdad era una santa, y no todos en este mundo pueden ser santos; a lo mejor el Presidente tiene ese nivel de santidad, o quiere alcanzarlo, pero no todos los que andan a su lado, andan en esos temas; y es claro, que cuando él se lanza en contra de todos, como si fuera a sacar a los comerciantes del templo, no simplemente nos aterroriza con llamados; y ahí trae a los verdaderos mercenarios a su lado, muchos ricos no están ahí pensando en que darán sus cosas, para que los pobres tengan más, si están ahí, es porque les conviene, porque primero protegen sus intereses, porque a través de esos mecanismos alcanzan, todavía, los contratos, las concesiones y pueden lograr importantes negocios, llámale así en dónde pueden usar los fondos públicos y los recursos nacionales para continuar haciendo sus negocios privados; no señor Presidente, la verdad es que hay que convencer, y no tratar de vencer, la verdad, es que los aspiracionistas son los que han logrado tratar de salir y mejorar las condiciones del país, un aspiracionista también lo es un indígena, que cansado de ver cómo caen sus hijos por hambre, por salud e insalubridad, deja su zona, y se va a buscar trabajos a otros lados para tratar de tener mejores recursos; esos, no son egoístas, no, se sacrifican trabajando, y mandan sus recursos a sus hogares, donde les dieron la vida, para tratar de mejorar esa zona, ¿y por qué no valorarlos?, porque no decir cuántos jóvenes, cuántos miles de jóvenes, cuántos millones de mexicanos, han dejado sus casas, y han llegado a buscar estudios en muchos lugares, pasando hambre y privaciones, para tratar de ser mejores, no ser egoísta, sino mejores, para dar algo a este país que tanto nos ha dado, y al que tanto le debemos. Creo Presidente, que la inmensa mayoría de los profesionistas que forjaron las anteriores generaciones, tenemos conciencia de que le debemos mucho al pueblo de México, ellos nos pagaron los estudios, ellos, con sus esfuerzos, nos dieron la posibilidad de estudiar, y ellos son a los que les debemos todos, no le debemos a un partido político, no le debemos nada a una organización política, no le debo nada alguien, que se mantiene como un líder en favor de los pobres, no si él dice que es líder, como lo dice usted es que lo es; y lo respetamos, pero no le debemos a usted nada, le debemos al pueblo de México, y la verdad Presidente, es que muchos de los que andan a su lado, son oportunistas mercenarios, y eso sí, son verdaderos aspiracionistas que buscan mantener los puestos y los presupuestos, y continuar en esos líderes que tanto daño nos han hecho, ahí están las bases de la desilusión, ahí están esas cosas que utilizan mucha gente para mostrar algo, que a lo mejor, usted no quiere ver; porque no voltea hacia abajo, pero ahí están las bases de las traiciones que les mandan y les mantienen sus propias gente cercanas; o aquellos que antes eran la mafia del poder y ahora andan mucho a su lado.