Margarito Ledesma humorista involuntario

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Simón Álvarez Franco.

Caso único como éxito editorial, su único libro “Poesías” editado por primera vez en 1920 -hace un siglo-, siguió reditándose con incierta certeza, de tal manera que en 1967 llegaba ya a la duodécima edición. Y a estas fechas se siguen dando sus reediciones.

Leobino Zavala Camarena creador del personaje ficticio Margarito Ledesma en su libro «Poesias»

También fue un caso misterioso, pues con excepción de su apoderado y amigo, el Lic. Leobino Zavala, quien recibía los originales y las nuevas notas que se iban agregando a cada edición, a través, de misteriosos sobrinos o compadres del autor que de vez en cuando se acercaban a la casa o a la oficina del apoderado a entregarle nuevos manuscritos que engrandecían la obra de Margarito, quien acostumbraba autollamarse “humorista involuntario”.
Habrá que decirlo, muchos no aceptarán llamar “poeta” a Margarito Ledesma, porque no tiene la ilustración ni educación de otros muchos que sí, pero Margarito tiene el mérito de emplear un lenguaje popular -que no populista-, llano, con mala ortografía ya que es del pueblo y como el pueblo habla, sí Ledesma emplea los mismos giros. No busquemos en él la perfección silábica, rítmica en muchos de sus versos. Pero sí fijémonos que casi a cada poema lo complementa una “Nota” aclaratoria que en sí misma es un dechado de poesía.
En el Parnaso nacional, pocos poetas han sido humorísticos, si caso la sátira de Salvador Novo, la humorada graceja algunas veces de Renato Leduc, ambos con tono mordaz y trasgresor y escasamente a veces en los versos del Chiapaneco Jaime Sabines.

Dice María Elena Murguía, (1) “Si había humor en el arte mexicano, este tenía que ser agresivo, mordiente, gris burlón”. “Uno de los pocos poetas humorísticos en las primeras cinco décadas del siglo pasado fue el Lic. Leobino Savala. Su nombre vive a la sombra de su personaje, el humilde poeta Margarito Ledesma.
Nació Leobino Zavala el 28 de junio de 1887, hace ya 134 años, pasó a mejor vida en 1972, Guadalupe Appendini (2) que lo entrevistó dos años antes de su muerte, lo describe como “un hombre bonachón, culto y de increíble ingenio”, fundador y director de la escuela secundaria de su municipio, poseedor de una copiosa biblioteca, ejerció muchos años su profesión de Notario en San Miguel Allende, Gto. En esta entrevista cuenta el Lic. Zavala que creció en una casa donde predominaba el carácter festivo, describe a su padre como “gran conversador y fino poeta”, con sus hermanos improvisaba fiestas atrayendo gente en la calle con música hecha con cacerolas de peltre. “En mi casa siempre había reuniones, fiestas, amigos”.
Prueba de su carácter festivo son las acciones que realizó para cumplir una promesa que de joven hizo a su padre: nunca aceptar puestos políticos: no sólo rechazó el cargo de Rector de la Universidad de Guanajuato y un puesto en la Suprema Corte, sino que cuando su nombre aparecía como posible candidato a la presidencia municipal organizaba una porra que acudía a los mítines para gritar cada vez que lo nombraban: “¡Que siga con su Notaría y no se meta en política!“, ¡No, Zavala no sirve, no lo queremos!”. También rechazó cargos en la capital, empeñado en no salir de San Miguel Allende y no dejar los viajes a rancherías donde convivía con personas de diversos estratos.
Desde finales del siglo XIX contaba con fama local de poeta popular, pero cuando sus amigos lo incitaban a publicar consideraba su esfuerzo como “sincero pero pequeño e insuficiente”, tan pequeño que tardó 38 años en editar las Poesías de Margarito Ledesma.
Ha causado confusión y desconcierto la existencia de un poeta Margarito Ledesma y una persona real Lic. Leobino Zavala, a grado tal que algunas veces se acusó de plagio al Lic. Zavala en perjuicio de Ledesma. El Lic. Leobino Zavala contó en 1972 a Guadalupe Appendini el origen de su personaje; En el desempeño de su puesto de notario público conoció a José Gutiérrez; “hombre de campo medio desenfrenado”, a quien en varias ocasiones ayudó a salir de la cárcel. Este individuo tras estallar la Revolución regresó a San Miguel Allende como general, en agradecimiento a los favores recibidos designó una escolta para el Lic. Leobino, convocaron al licenciado a un consejo de guerra que ordenó su fusilamiento, del cual escapó gracias a la ayuda de sus amigos que crearon una distracción (una pelea falsa), sin embargo su madre sufrió tremendo susto que la llevó a enfermarse.
De tal forma el Lic. Zavala inventa para entretener a su madre, la historia del poeta Ledesma que le hace llegar sus poemas esperando verlos publicados, dice el autor: “Yo ya había empezado a escribir en broma algunos versos que leí a mi madre, le dio tanta risa que continuó la broma”. Su madre fallece en 1932 y Zavala se promete publicar los versos en su memoria.

En 1990 Appendini entrevistó a las hijas del Lic. Zavala y le mencionan que dejó dos libros inéditos: “Leyendas y Tradiciones” uno, y el otro “Disparates y Porquerías”.

POESÍAS
Según Domingo Argüelles,(3) Margarito Ledesma es una paradoja: quien podría haber sido considerado un “poeta popular” se convirtió en un “poeta de culto”, la crítica literaria lo ha desdeñado, pero en sus poemas se concilia el humor, la comicidad y la caricatura con la mordaz crítica social, recursos que siguen vigentes a pesar de haber pasado un siglo de su publicación, mucho de ello se debe a los “prólogos” y “notas” que acompañan cada poema, fundamentales para comprender la obra de Margarito. En beneficio de la brevedad, aquí van sólo unos ejemplos:
DEDICATORIA
Al heroico Chamacuero de Comonfort, a esta tierra bendecida que me vio nacer y donde vi la luz primera; a este clamoroso lugar que, al igual de Salamanca y El Guaje, son los pueblos más limítrofes de todo el glorioso y fructífero Estado de Guanajuato y donde resuenan todos mis recuerdos, todas mis esperanzas y todas mis aspiraciones concluyentes de fraternidad y patriotismo, le dedico esta humilde obra con toda el alma y con tantísimo cariño.
Su inútil servidor.
MARGARITO LEDESMA.
Rúbrica

PORTADA

No me importan las burlas de los necios
ni la envidia y habladas de algún tonto,
pues siempre a los combates estoy pronto,
llevando como lanza mis desprecios.

Ni temo a las jugadas de la suerte
ni a los recios golpazos del Destino,
y seguiré adelante mi camino,
porque siempre me he sentido fuerte.

Nada me importa la tormenta airada
ni el huracán con su asustante ruido,
porque siempre valeroso y atrevido
seguiré sin importarme nada.

Y aunque vea que el Destino traicionero
trata de agarrarme en una emboscada,
yo seguiré sin importarme nada
y llevando a media cabeza mi sombrero.

Pues sólo ambiciono el galardón bendito
de que al cair hasta adentro de la nada,
pueda decir toda la gente honrada:
“Aquí yace El poeta Margarito”.

REMEMBRANZAS
Para Jesusita Sánchez.
“Amorosamente”

Tus ojos son dos globos de topacio
que se ven relumbrar desde muy lejos
y que echan resplandores y reflejos,
cual la iluminación de algún palacio.

Tu boca es de esas urnas celestiales
resguardadas por angélicas milicias,
Y bastante ajuariadas de delicias,
como la miel de los panales.

Tus oídos son dos rosas de alabastros
y tus pestañas, negras cual cabellos,
les tapan a tus ojos los destellos
sin dejar ni siquiera rastros.

Tu sólida y esplendorosa dentadura

es una ensarta de diamantes,
y tus labios dos mariposas palpitantes
que aletean en la noche oscura.

Tus manos desparraman hartos dones,
tus pies son un manojo de claveles,
y entusiasmas a todos los donceles
y haces palpitar sus corazones.

Cuando miro tu cuerpo, no vacilo:
clarito veo que un parecido toma
al de Venus que fundió allá en Roma
un escultor que se llamaba Milo*

Y tus modos y andados tan decentes,
cual una estatua de la antigua Grecia,

aquí toda la gente los aprecia
y les cuadran a todos los pudientes.

Eres Cleopatra, Elena de la Troya.
mucho te me afiguras a Lucrecia,
y cuando vas saliendo de la iglesia,
nomás relumbras, cual si fueras joya.

*Yo calculo que el mero nombre de este escultor ha de haber sido Emilio y que sus conocidos y amigos le han de haber dicho Milo por puro cariño, como aquí le dicen Lalo don Ulalio el maicero. Yo, francamente, no hallaba que hacer, y al fin me resolví a decirle Milo porque así lo he visto anunciado en casi todos los libros, y así lo mientan también otros buenos poetas y en algunos periódicos que me ha prestado el Juez del Registro Civil; pero siempre quise hacerles esta advertencia para que las gentes que no conocen mis modos ni mi crianza no vayan a pensarse que soy muy ladino y que nomás me gusta andar de igualado y confianzudo con las personas, faltándoles al respeto y hasta poniéndoles sobrenombres, cosa que yo no acostumbro. Así es que mucho les encargo que no se les vaya a olvidar. OTRA NOTA. Para esta agradable poesía tomé algunas palabras, no muchas, y alguna que otra razón, pero pocas de otros buenos poetas y periodistas. También me la corrigieron tantito, y bastante se los agradezco. EL AUTOR.

COMO JULIETA Y ROMERO

El corazón humano de la gente
es cual una vejiga que se llena.
Echándole más aire que el prudente,
Se va infle y infle y infle hasta que truena.

Y como el mío también es de cristiano,
se ve muy atariado y sumergido,
pues si siguen cargándole la mano,
el día menos pensado da el tronido,

Ya lo ves, tus papás no se convencen
Y no me dejan platicar contigo.

Está muy bien, yo no los contradigo;
Pero siempre está bueno que se piensen.
Pues no pueden hallarse muchas veces
personas como yo que sean honradas.
que sepan aguantar sus pesadeces
y que no anden con chismes ni asonadas.

Yo procuro granjiarlos, cuanto puedo
y les doy la banqueta y los saludo;
pero nomás se quedan como un mudo
y me echan unos ojos que da miedo.

Y aunque vean que uno sufre y que se afana,
parece que les tiene sin cuidado.
Ya ves, ya remacharon la ventana
y al zaguán le metieron un candado.

Y de arrimarme a tu balcón no hay modos,
ni pisando quedito y sin botines,
pues sale tu mamá y me avienta orines
y grita cosas para que oigan todos.

La verdad que ya yo me desespero,
y si siguen así estos asuntos,
no hay más remedio que enyerbarnos juntos,
como lo hizo Julieta con Romero.

NOTA.- Julieta y Romero eran dos enamorados muy conocidos que hubo hace muchos años. No he podido averiguar el nombre del individuo ni el apelativo de la señorita, pues toda la gente los mienta nomás así; pero dicen que, como los papás de la joven estaban muy renuentes y no querían que tuviera relaciones con el señor Romero y por nada de este mundo la dejaban que le hablara, pues ella les echaba un bebedizo en la cena, y ya así de ese modo se pasaban toda la santa noche platicando por una ventana. Pero, con todo y eso, pasaban tantos trabajos y se vieron tan agobiados, que al fin acabaron por enyerbarse juntos para quitarse de padecer. ¡Dios Nuestro Señor los haya perdonado y los tenga en su Santo Reino, siquiera por tanto como navegaron en este mundo! Y a eso es a lo que yo le tengo miedo. Por eso pongo esta triste poesía, porque no quiero que vaya a suceder lo mismo con nosotros.

AL GRAN NAPOLIÓN

Dicen que Napolión, cuando era chico,
antes de andar metido en los balazos,
se agarraba en la escuela a los piedrazos,
pero con piedras que al momento explico.

No eran piedras de tierra declarada,
de las que aquí se ven en los baldíos;
sino piedras de nieve manosiada
que se usan por allá en tiempo de fríos.

Es decir, hacían bolas con el yelo,
y todos los muchachos en unión
guerreaban y se daban harto vuelo,
mandados por el grande Napolión.

Y había descalabrados y hasta heridos,
porque todos guerreaban por iguales,
porque también en los Estados Unidos
les cuadra, como aquí, ser generales.

NOTA.- ¡Esta sí es poesía! ¡Esto sí es bueno! Me la corrigió y me la compuso mucho un periodista de Celaya; pero en todo lo demás quedó igualito a como yo la hice. ¡Esta sí me salió bien y de todo mi gusto! ¡Bendito sea Dios!


Fuentes:
(1).- Ma. Elena Murguía.”La risa en la literatura mexicana . (Apuntes de Poética (2011)
(2).- Guadalupe Appendini “Una fiesta en Guanajuato a base de cacerolas de peltre” Excelsior Ago-03-72.
(3).- Arguelles, Juan Domingo “Homenaje a Margarito Ledesma” El Universal, Mzo-22-2005
Tanto el Lic. Zavala como el Lic. Álvarez Franco, respetamos la ortografía, y pensamientos de Margarito Ledesma haciendo honor a su obra.