José Guadalupe Robledo Guerrero.
En días pasados, a dos años 7 meses de haber comenzado su sexenio presidencial, Andrés Manuel López Obrador destapó a seis de sus funcionarios como precandidatos a sucederlo en el 2024. Entre ellos enlistó a sus favoritos: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, quienes inmediatamente se encartaron; una haciendo reuniones proselitistas y recibiendo los gritos de ¡Presidenta! en actos públicos y el otro, organizando una comida con sus leales y asistiendo a la mañanera para agradecerle al presidente su inclusión, y para decir que está listo para competir. Solo una de las mencionadas declaró que ella no le entraba a la fantasía. Los demás callaron.
La lista se incrementó, luego que Ricardo Monreal reclamó que no lo mencionaran, arguyendo que los puestos que ha ocupado los ha conseguido contra la corriente. Esto originó que AMLO rectificará incluyendo a los líderes parlamentarios, sin mencionar por su nombre a Monreal. Por eso el innombrable aseguró que aparecería en la boleta, y si es por MORENA, mejor.
Se ha especulado mucho sobre los motivos que tuvo López Obrador para adelantar el proceso de su sucesión. Se ha dicho que el destape es otro de los circos distractores del presidente, lo cual es indudable, pero también se ha señalado que con esto AMLO renuncia a seguir gobernando. Lo cierto, es que le ha dado a la partidocracia un motivo para que aglutinarse en torno de sus preferidos, lo que para muchos desgastará la figura presidencial.
Sin embargo, no hay duda que la decisión presidencial fue estudiada antes de darla a conocer, pues López Obrador conoce la política mexicana a profundidad, sobre todo lo concerniente al sistema electorero que tenemos en México, razón por lo cual derrotó en las urnas a los partidos que detentaron el poder hasta 2018.
Con su decisión, AMLO quiere -desde ahora- posicionar a sus favoritos en el ánimo público, seguramente porque el presidente sabe que ni Claudia Sheinbaum ni Marcelo Ebrard las tienen todas consigo, después del accidente de la Línea 12 del Metro.
López Obrador debe estar consciente que su proyecto transformador ya llegó al límite con sus obras emblemáticas: el tren maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la construcción de la refinería de Dos Bocas; además de sus programas sociales y la militarización del país, y solo le falta: la reforma eléctrica, reforma del INE y desaparición de los plurinominales.
AMLO sabe que no tiene voluntad para resolver el problema de la inseguridad y el avance territorial del crimen organizado, que no podrá construir un sistema de salud como el de Dinamarca tal cual lo presumió, y que tampoco logrará convencer al principal socio comercial de México de su política “izquierdista”, lo cual es importante, porque dependemos en mucho de los Estados Unidos.
Seguramente lo anterior, y otros trascendentes asuntos, darán luz para descubrir los motivos que tuvo AMLO para decidir adelantar la sucesión. Por eso hay quienes aseguran que la 4T falló, porque no estuvo a la altura de las expectativas del pueblo de México.
Quizás por ello, desde el inicio de su sexenio, el presidente ha insistido en confrontarse con todos los sectores y grupos sociales que lo critican: los periodistas, científicos, intelectuales, ONGs, feministas, la clase media, y un largo etcétera, para al final de su gestión tener el pretexto de su incumplimiento, acusando a sus adversarios de obstaculizar e impedir su Cuarta Transformación. Y si no, al tiempo.
Política aldeana
Alberto Campos Olivo ha insistido en integrarse a algún Instituto “ciudadano” para asegurar una chamba y un generoso sueldo, pero no lo ha conseguido, por eso ahora pretende integrarse al Instituto Electoral de Coahuila como consejero. Alberto Campos Olivo fue -junto con otro facineroso- el que baleó mí automóvil en la puerta de mi domicilio familiar el 11 de junio de 1995. A estos sicarios los enviaron desde el gobierno de Rogelio Montemayor, con el fin de amedrentarme y de callar mis críticas sobre la corrupción instaurada en ese gobierno. No lo lograron, pero tampoco hubo justicia. Actualmente, este sicario es profesor en la Facultad de Jurisprudencia. ¿Qué enseñará?
Pregunta huérfana
La inflación continúa sin freno. Cada día la canasta básica se hace inalcanzable, la situación empeora con el aumento de la gasolina, el gas, las medicinas, todo en perjuicio de los mexicanos, pero principalmente de los más pobres.
¿Por qué el presidente no hace algo por frenar el aumento de precios de los artículos más indispensables para ayudar a los mexicanos?