Pueblos originarios en resistencia

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Abigail A. Correa Cisneros.

La civilización sigue amenazando territorios donde aún permanecen pueblos originarios. Son avances para algunos. Para otros es aniquilación. Sigue la lucha de indígenas por preservar identidad, religión, cultura y territorios.

Hace 500 años los habitantes de América fueron masacrados por ser considerados bárbaros. Nuevas creencias fueron impuestas a punta de lanzas y con derramamiento de sangre. Hace unos años, los gobiernos de América dejaron de conmemorar el supuesto alumbramiento de las civilizaciones que pretendieron aniquilar los españoles y ahora se reconoce la resistencia de los pueblos originarios.

Los indígenas no han dejado de defender lo que les pertenece y además consideran sagrado. La tierra, plantas, lluvia, mares, animales, agua, que corren peligro ante el acaparamiento de las grandes empresas que quieren venderlo todo, al igual que la política pretende 

Comunidades toman planta de Bonafont

También son estos pueblos los que hacen un llamado constante a los gobiernos del mundo, ante lo que provoca el cambio climático. Los territorios indígenas tradicionales abarcan aproximadamente el 22 por ciento de la superficie terrestre; sin embargo, poseen el 80 por ciento de la biodiversidad global, misma que está amenazada por la minería, los combustibles fósiles, la deforestación, la extracción ilimitada de agua, entre otras cosas.

Un ejemplo de lo anterior es la toma de instalaciones de la empresa Bonafont en el municipio de Juan C. Bonilla, Puebla. Habitantes de la zona se hartaron de vivir sin agua. Según ellos, la compañía extrae desde 1992 el agua de sus comunidades, al grado de que los pozos artesanales se secaron o quedan niveles de agua muy bajos en otros.

“Dicen que es culpa de nuestros pozos artesanales, por no estar regulados, cuando los pueblos originarios tenemos aquí más de mil años y nunca había habido desastres ambientales. Esto tiene unas tres o cuatro décadas, cuando la zona se plagó de empresas”, declararon los integrantes de Pueblos Unidos, grupo que representa al menos a 20 comunidades de la región.

Las instalaciones serán ahora un espacio de reconstrucción integral de las comunidades con educación, salud, con proyectos de medicina tradicional, de cultura y de comunicación, denominada como la Casa de los pueblos.

Pero esta rebelión provocó el acoso de la Guardia Nacional y de policías estatales. Los activistas dicen sentirse amenazados, pero no retrocederán, aseguraron. Así como en tiempo de la Revolución, el general Emiliano Zapata dijo que la tierra es de quien la trabaja, ahora estas comunidades aseguran que recuperaron lo que les pertenece, y de manera simbólica lo hicieron el día del natalicio del Caudillo del Sur, el pasado 8 de agosto.

Los 19 pueblos afectados por esta planta y otras se dieron cita para mandar el mensaje más duro y fuerte que pueden contra empresas como ésta. Ellos acusan que desde hace tres décadas los gobiernos que han pasado nunca cumplieron sus promesas de tomarlos en cuenta.

Y Bonafont no es la única empresa. La gente de Tlaxcalancingo denunció que en ese lugar la empresa Junghans hace lo mismo, extraen 800 garrafones diarios, según sus cálculos. En Ocotepec, la Coca-Cola extrae y despilfarra millones de litros de agua, así como las granjas porcícolas Caro o los campos de la empresa Driscolls, que también operan en la zona.

En Cuautlancingo la planta de Volkswagen, que dicen produce 30 vehículos por minuto y en los que gasta hasta 400 millones de litros por unidad, secó las tierras cercanas.

Así resisten varios pueblos en el mundo. El Estado adorna en estas fechas con luces y figuras representativas de los primeros pueblos de América. Pero permite todavía la discriminación social, económica y política de los pueblos originarios.

Desde el centro

La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural informó que se alcanzó un superávit de cuatro mil 857 millones de dólares en la balanza comercial agroalimentaria, en el periodo de enero a junio de este año. Es el tercer mayor saldo positivo en 27 años, derivado de 22 mil 588 millones de dólares de exportaciones agropecuarias y agroindustriales y de 17 mil 731 millones de dólares de importaciones. Destaca que el valor de las ventas agroalimentarias al exterior a junio fue el más alto reportado en 29 años, lo que permitió al país obtener divisas que superan a las conseguidas por la venta de productos petroleros, en nueve mil 908 millones de dólares y turismo extranjero en 14 mil 773 millones de dólares.