Despenalización

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Samuel Cepeda Tovar.

Comencemos por lo básico; John Stuart Mill lo sentenció de manera magistral: “sobre su cuerpo y mente, toda persona es soberana”; se trata de un principio básico del liberalismo, de las libertades individuales y las consecuencias que también solo son personales. Una persona tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que desee siempre y cuando no afecte a terceros, y el que una mujer decida abortar se encuentra dentro del ámbito de las libertades individuales. Resulta absurdo que después de la difícil decisión de una mujer al abortar y todo lo que ello implica, todavía sea castigada con prisión luego del calvario que implica un legrado.

Ahora bien, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no ha abierto la puerta a la legalización, sino a la despenalización, no significa que ya cualquier mujer asista a cualquier clínica a practicarse un aborto, simplemente a que el Estado no castigue a las mujeres por una decisión referente a su cuerpo. Lo que los ministros hicieron fue invalidar la legislación en Coahuila que imponía de uno a tres años de cárcel a las mujeres que voluntariamente practicaran al aborto, es decir, esto solo obliga a nuestro Estado a cambiar esta ley; no al resto del país, aunque sienta el precedente de que en caso de que un gobierno estatal pidiera el encarcelamiento de una mujer por abortar, los jueces deben aplicar el criterio de la SCJN y desde luego no se podría remitir a ninguna mujer.

Ahora bien, desde el punto de vista geopolítico, en nuestro continente en nuestro vecino país del norte el aborto es permitido y legal desde 1973, igualmente en Canadá es totalmente legal; así mismo, en todos los países de Europa está permitido y solo tres países tienen ciertas limitaciones, pero es fácil entender y diferenciar qué tipo de países lo permiten y cuáles no. Podemos deducir que los países desarrollados, con mejor calidad de vida, son aquéllos que han legalizado el aborto, no solo despenalizado, parece ser que se trata de algo más allá de un simple capricho. Se trata de una vieja lucha, decimonónica, de liberales contra conservadores, de quienes abogan por las libertades individuales y de quienes pugnan por castigar las decisiones personales.

Dudo mucho que por la despenalización mañana mismo cientos o miles de embarazadas vayan a interrumpir su gestación, es absurdo y pueril pensar en eso. Simplemente la mujer que desea practicarse un legrado lo hará con o sin el consentimiento de la ley, por lo que se trata de avanzar en cuanto a dejar atrás prácticas de la inquisición que castigaban conductas que el conservadurismo tachaba de ignominias.

Ahora bien, si una mujer no tiene los recursos para hacerlo, puede caer en las manos de algún charlatán o los remedios de chamanes o brujos que terminarán perjudicando la salud de ella o en el peor de los casos, llegará al mundo un hijo no deseado sumido en la pobreza y sin expectativas de calidad de vida.

Finalmente, la perspectiva científica es importante, pues la ciencia ha determinado el tiempo en el que se puede abortar sin que se hable de homicidio y se establece un periodo de entre seis y 12 semanas antes de hablar de un ser humano en desarrollo, por lo que practicarlo antes de ese periodo no supone atentar contra la vida de un humano. Finalmente, resulta una tontería decir que los temblores son por la decisión de la corte, la ira de Dios, es por eso que debemos dejar atrás el México mágico y avanzar al México desarrollado, en donde las libertades individuales se respeten entre personas y desde el gobierno.

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