Mis sexenios (60) Los juniors ante la sucesión

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Alejandro Gutiérrez Gutiérrez “La Coneja”, se enfureció con Montemayor, porque no lo hizo candidato a la alcaldía de Saltillo, en cuyas elecciones perdió Salomón Abedrop López ante su pariente Manuel López Villarreal, debido a que Montemayor negoció con Javier López del Bosque la alcaldía saltillense, otra concertacesión.

“La Coneja” era entonces Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI seguramente por oficios de su padre Luis Gutiérrez o de su madre Pacha Gutiérrez, quienes siempre le conseguían los cargos a su hijo Alejandro Gutiérrez. Alguna vez Montemayor se quejaba de que ya no aguantaba a la señora Pacha Gutiérrez, porque desde en la mañana lo estaba llamando para ver cómo estaba y para encargarle a su retoño.

El enojo de la “Coneja” se supo por la indiscreción de uno de sus amigos que lo delató: “una vez que pasen las elecciones, Alejandro se cobrará las que le hizo el gobernador”.

Alejandro Gutiérrez y Rogelio Montemayor

Alejandro Gutiérrez se preparaba para traicionar a Montemayor, porque ya nada podría ofrecerle. Sabía que no tenía posibilidades para la gubernatura y que el sexenio estaba por terminar. Por eso quería poner distancia de Montemayor, pues en el cuarto año de su sexenio se incrementaron las críticas hacia el gobierno montemayorista, y “La Coneja” no quería que lo asociaran con la corrupción imperante, a pesar de haber sido socio, cómplice y beneficiario del montemayorismo. 

“La Coneja” ha tenido siempre el tino de hacer negocios con los gobernadores en turno: con Eliseo Mendoza Berrueto se involucró en el Autódromo, aquel elefante blanco que Eliseo mantuvo para que su hijo adoptivo jugara como piloto de autos de carreras, y con “Chuma” Montemayor se asoció en la empresa: Transportes Aéreos de Coahuila, S. A. (TACSA).

Alejandro se hizo seguidor de Humberto Roque Villanueva, porque aseguraba que sería el próximo gobernador de Coahuila, por ser amigo del Presidente Zedillo. Pero meses después decía lo contrario, que Roque no tenía posibilidad de ser el candidato para el gobierno de Coahuila, pues perdería la elección. Pero allí estaba “La Coneja” para sacrificarse como candidato a gobernador de Coahuila, pero también le hacía guiños a EMM.

Para neutralizar a Enrique Martínez, el gobernador optó por darle cargos importantes a miembros del grupo enriquista, y creó Fidagua para darle chamba a Mario Eulalio Gutiérrez Talamás y a José María Fraustro Siller; luego impuso como Rector de la UAdeC a Chema Fraustro Siller.

Posteriormente convirtió en Secretario de Fomento Agropecuario a Abraham Cepeda Izaguirre, quien consiguió el cargo como resultado de un complot que había realizado con otros juniors saltillenses en contra del gobernador y de su candidato a Alcalde de Saltillo, Salomón Abedrop López. 

Esto me recordó que en el primer trimestre de 1983, Abraham Cepeda Izaguirre, entonces diputado federal por el PRI, junto con otros legisladores de Coahuila, se reunirían para acudir con el presidente Miguel de la Madrid, y pedirle la renuncia del gobernador José de las Fuentes. Los juniors saltillenses acariciaban la idea de tomar el poder estatal, haciendo renunciar al gobernador.

No sé qué sucedió, pero Abraham Cepeda y sus complotistas amigos se agazaparon, y cuando llegó la respuesta de “El Diablo”, que terminó con la derrota de Óscar Villegas Rico y su Rector impuesto, Valeriano Valdés, los conspiradores se mantuvieron en sus catacumbas, y luego se convirtieron en los principales cortesanos gubernamentales, y en los principales beneficiarios políticos de José de las Fuentes.

Como premio, Abraham Cepeda fue nombrado por “El Diablo” como Presidente del PRI coahuilense. En esa época, Miguel Ángel Faz Escareño, entonces Presidente del Consejo de Administración de la Forestal, enviaba camiones cargados de maíz, para alimentar el ganado del rancho “La Mota”, propiedad de Abraham Cepeda. Gracias a esas toneladas de granos, Faz Escareño -el enterrador de La Forestal-, sería convertido en diputado local.

De su etapa de “líder” priista, se contaba que Abraham Cepeda también sorprendió a Miguel Lozano Arizpe, entonces Presidente del PRI municipal de Acuña, cuando le pidió prestado un caballo “cuarto de milla”, con un valor de varias decenas de miles de dólares, supuestamente para cruzarlo con yeguas de su propiedad. A cambio de ese favor, Abraham se comprometió hacerlo candidato a la Alcaldía acuñense, pero la promesa jamás fue cumplida, pues ni lo hizo candidato, ni le regresó su costoso caballo.

Abraham Cepeda

Mucho se sabía de las mañas de Abraham Cepeda. Sus conocidos decían que sus principales preocupaciones en los cargos públicos eran: cómo hacerse de dinero fácil, cómo conseguir sin costo lo que le hacía falta a su rancho, cómo encontrar la forma de cargarle todos sus gastos personales a los presupuestos oficiales. Por esos días un priista me dijo: “Imagínate, qué puedes esperar de Abraham Cepeda, si hasta la madera que puso en el piso de su casa la pagó con cargo al PRI coahuilense.

El circo legislativo de la “izquierda”

          No fue sólo al grupo enriquista al que Montemayor le dio prebendas y canonjías, también al dirigente del Partido Cardenista, Francisco Navarro Montenegro le hizo concesiones el gobernador.

A mediados de octubre de 1997, Navarro Montenegro contestó el Cuarto Informe de Montemayor. Fue el primer diputado de la oposición que contestó un informe gubernamental. Así de jodido andaba RMS a causa de su enorme corrupción, y la de sus familiares y amigos.

Para finalizar 1997, a petición del PRD, la Cámara de Diputados integró una comisión para investigar todo lo relacionado a la matanza estudiantil del dos de octubre de 1968, y señalar a los responsables del hecho que había sucedido 29 años antes. 

A pesar de que Gustavo Díaz Ordaz había dicho en su Informe presidencial: “El responsable soy yo”, nunca se supo a qué conclusiones llegó la dichosa comisión, que se repitió en posteriores legislaturas, con la demagógica frase de la izquierda electorera: “El dos de octubre no se olvida”.

Esta Comisión nunca señaló a ningún culpable. Tampoco acusaron al confeso expresidente Díaz Ordaz, ni a su secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, quien implementó la matanza; mucho menos señalaron al entonces Secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, debido a que los principales perredistas, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador eran priistas-echeverristas en la época de la masacre.

En el sexenio de Echeverría, incluso como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Porfirio Muñoz Ledo publicó un desplegado alabando la valentía del Presidente Díaz Ordaz para frenar el movimiento estudiantil que -según Muñoz Ledo- era manipulado por fuerzas extrañas a México. 

La demagogia de las izquierdas electoreras ha impedido saber cuántos estudiantes y civiles murieron por las balas del ejército mexicano en la Plaza de Tlatelolco, pues finalmente ya se sabe quiénes fueron los principales responsables de la matanza del dos de octubre: Gustavo Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán, Luis Echeverría Álvarez, Fernando Gutiérrez Barrios, los medios de comunicación, los partidos políticos, la jerarquía católica, los empresarios, la CIA, etc.

(Continuará).

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