Fernando Fuentes García.
Hace unos días un buen amigo me cuestionó, ¿Cuál dirías que es la cualidad más importante del presidente Obrador? Después de unos minutos de razonar, recordé lo que me había capturado del estadista en su campaña electoral del 2018; la cualidad de ser un líder de transformación. Concepto que había entendido recientemente en ese tiempo, tras haber terminado de leer el libro El triángulo del liderazgode Kevin Ford y Ken Tucker, un análisis de los tres apoyos que cualquier líder empresarial debe de reconocer; el estratégico, el táctico y el de transformación.
El análisis de los expertos en negocios, ha constatado que el 90 por ciento de los líderes de hoy responden a los problemas de manera táctica o lo que es lo mismo técnica, el 10 por ciento de manera estratégica y prácticamente nadie considera la opción de la transformación; porque en esta opción los problemas responden a factores culturales, de valores y principios. Tal vez por esta falta de conciencia sobre la naturaleza de la transformación, una buena parte de la comunidad empresarial que sí quiere a su país, siga escéptica a la Cuarta Transformación (4T); la que implica retos de cambio de fondo, radicales y titánicos y de los que los políticos que no les interesa México, huyen, porque simplemente no les resulta redituable, “a ellos y a sus cómplices”.
Lo que hace más trágica la circunstancia por la que pasamos, es que por desgracia y aún que la estrategia se haya exaltado como valor en tiempos neoliberales, la mayoría de nuestros políticos carece de visión estratégica. Es por esto que la reacción opositora ni siquiera entienda, tal vez por conveniencia, el concepto de “áreas estratégicas de la economía” que la Constitución reservó para el Estado-Nación y siga esforzándose “cual traidores” a entregar al capital global a Petróleos Mexicanos y a la Comisión Federal de Electricidad y a tratar de detener a como dé lugar los proyectos de inversión pública, como el de la refinería de Dos Bocas. Vemos por ejemplo cómo la reacción opositora recurre a su herramienta más querida, el chantaje, en este caso en San Lázaro respecto a la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación 2022, en donde la oposición boicotea el proceso de aprobación con cerca de 2 mil reservas y amenaza con “rechazar” las reformas constitucionales energéticas si no se acepta lo que ellos plantean, aún que sus propuestas no tengan cuadratura.
Otro ejemplo del retraso en el pensamiento político de oposición, son las recientes críticas a la designación del congresista Pablo Gómez Álvarez a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). En este contexto, hay que destacar que la principal habilidad de un líder de transformación es reconocer el tipo de autoridad que debe de tener y promover tanto en su equipo de trabajo como en todo el aparato del Estado. Para transformar a las instituciones y al país no es suficiente con brindar autoridad formal, es decir, de la que el servidor público brinda a la institución con sus credenciales y de aquella que le brinda el puesto al servidor. Para lograr la transformación, es más que trascendental allegarse de servidores con “autoridad moral”. Primer principio de la transformación.
El ahora titular de la UIF y promotor del dictamen que elimina por ley la “Partida Secreta” en el Presupuesto de Egresos de la Federación, misma que denunció en su libro Los gastos secretos del presidente y que entre 1983 y 1995 representó una salida de 26 mil 500 millones de pesos, que nadie sabe a dónde fue a dar (Boletín del Senado de la República, 11/02/2021), cita: “La lucha es permanente porque hay muchas personas en el ámbito político, en el ámbito judicial, en el ámbito empresarial que se resisten a dejar atrás el Estado corrupto porque fueron parte de él, lo siguen siendo. Que no me vengan con el cuento de que es un asunto técnico, claro que tiene su técnica, como todo” (Dora Villanueva, La Jornada, 10/11/2021). La transformación no puede ser posible si no se reconoce el fondo del problema que sobrepasa lo técnico ya que es un problema cultural y por tanto político: “La corrupción instituida como forma de gobierno y combustible de la máquina neoliberal”. El segundo principio de la transformación que ayudará a obtener mejores resultados, coordinando la UIF con la Fiscalía General de la República y otras instituciones.
Fabrizio Mejía nos ilustra el tercer principiocon lo que percibe qua ha sucedido; la irrupción de millones en la política. Lo que ha sucedido, agrega, es que se trata de pasar de ese sujeto obediente del priísmo (yo diría de los partidos) y del empresario de sí mismo, abandonado a sus propias fuerzas del neoliberalismo, a un ser político que reclama decisiones colectivas (https://www.jornada.com.mx/2021/11/06/opinion/016a1pol). Lo que ha sucedido es que el líder de la 4T, comprende que la responsabilidad principal del cambio, se centra en la gente (el tercer principio) y que para despertarnos del letargo en el que estábamos, ha utilizado la herramienta más importante para la transformación, la provocación del conflicto sobre los valores en cuestión, una y otra vez, el cuarto principio de la transformación.
De ahí, por ejemplo, la crítica del presidente Obrador a la Universidad Autónoma de México. De ahí que el profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, Hugo Aboites, ahora se pregunte ¿a cargo de quién esta la salida del neoliberalismo? (https://www.jornada.com.mx/2021/11/06/opinion/018a2pol). Hugo hace un buen análisis del impacto del sistema neoliberal sobre el sector educativo y cuestiona ¿por qué se plantea que ahora toca a los estudiantes rebelarse y a los académicos y maestros movilizarse para cambiar todo esto? Pues es precisamente porque se requiere estimular el liderazgo de transformación en este sector, de manera que genere el dinamismo, la voluntad y la noción para el cambio y salida del neoliberalismo, que el mismo catedrático ha percibido que hacen falta. La tarea del cambio desde el Estado está en curso, sin embargo, sería inaceptable devolverle la batuta con la excusa de que existen contradicciones.
Contundente ejemplo de la aplicación de los principios de la transformación, es la intervención del presidente López Obrador en el Consejo de Seguridad de la ONU, que, con toda autoridad moral, cuestiona la inaplazable renovación y democratización del organismo que evidentemente no es multilateral. Explosivo es también su planteamiento al combate del combustible de la máquina neoliberal, la corrupción, que los oligarcas del mundo y las grandes corporaciones desean mantener para seguir con el saqueo de naciones y pueblos en condiciones de desventaja. El presidente truena el látigo en el recinto al pedirles que salgan del letargo que históricamente les ha impedido hacer algo realmente sustancial en beneficio de los pobres y agrega, nunca es tarde para hacer justicia; hoy es el tiempo de actuar y les pone la pauta con lo que se está haciendo en nuestro país y la forma de financiar las acciones. ¡Histórico!
No es de extrañarse la reacción de los conservadores en México que de acuerdo a Epigmenio Ibarra “se han vuelto locos”. Epigmenio agrega en una entrevista con Vicente Serrano: “Esta transformación no es obra de puros y duros, es obra de hombres y mujeres conscientes de que este país es diverso plural y complejo, y de que transformarlo, no puede ser solamente obra de dogmáticos de izquierda, tiene que ser una tarea en donde quepamos todas y todos… En todas partes hay mexicanas y mexicanos honestos y patriotas, que pueden tener una visión ideológica y pueden cambiar y evolucionar, en todas partes, y este movimiento ilumina consciencias y cambia conciencias” (https://youtu.be/obviyTujJGI). La pregunta es, ¿Qué puedo hacer por el renacimiento del país?
Sobre el Autor
Fernando Fuentes García es un escultor autodidacta especializado en el bronce, comprometido a transmitir la aportación única y vital del arte y la escultura a la sociedad y a contribuir a un mejor México.