Mis sexenios (63). Humberto Roque y los otros “calefactos”

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

En Torreón, como siempre, querían que el próximo gobernador fuera un lagunero. Los primeros que se apuntaron fueron: Braulio Fernández Aguirre que supuestamente simpatizaba con Roque Villanueva; Heriberto Ramos Salas que apoyaría al que designara su partido; Carlos Román Cepeda también aseguraba que estaba con Humberto Roque. 

La cosa estaba tan confusa que hasta el “grupúsculo” del “senador trailero” Francisco Dávila Rodríguez manifestó que su candidato era él mismo. Pero también apoyaban al otro senador priista, Melchor de los Santos Ordóñez, si el gran dedo elector lo señalaba.

Para entonces, el panista alcalde de Saltillo, Manuel López Villarreal, encabezó una especie de peregrinación con una vela en la mano y un crucifijo en la otra, a la que llamaron “Marcha por la Paz”, convocada por el obispo de Saltillo Francisco Villalobos, el PAN, la Presidencia Municipal de Saltillo, Rosendo Villarreal y Alianza Cívica de Nelly Herrera. Con tanto desmadre, la opulenta derecha saltillense y sus sirvientes se manifestaban “por la paz y la justicia”, aprovechando las condiciones de corrupción y desorden político que Rogelio Montemayor instauró en su sexenio.

Humberto Roque Villanueva

En febrero de 1998, entrevisté a uno de los múltiples precandidatos al gobierno de Coahuila, Humberto Roque Villanueva, a quien había conocido precisamente el día que renunció a la Presidencia del CEN del PRI, en septiembre de 1997.

Roque Villanueva era en ese entonces director de la Aseguradora Hidalgo, empresa del gobierno que según se decía, era refugio de políticos en desuso, pero era la única empresa gubernamental que operaba con número negros y sin subsidio, por tal razón le servía al gobierno como una de las tantas “cajas chicas” a su servicio.

Humberto Roque tenía la esperanza de que el Presidente Zedillo lo convirtiera en candidato del PRI al gobierno de Coahuila, a pesar de estar desarraigado del Estado, pues Roque tenía décadas de vivir en el Distrito Federal y sólo visitaba su tierra natal Torreón, por eso aseguraban que si el candidato fuera Roque, el PRI perdería la gubernatura.

En la entrevista, Humberto Roque, contestando a sus malquerientes señaló “La fortaleza del PRI garantiza el triunfo de cualquier candidato al gobierno de Coahuila… yo siempre he creído más en el partido que en los hombres”.

Roque se dio tiempo para reconocer a su jefe político: “El Presidente Zedillo es un hombre con el que uno sabe a qué atenerse”. Para Montemayor también tuvo halagos: “Tengo un gran respeto por su gobierno y por su persona… Rogelio Montemayor es muy buen economista, es un administrador serio”.

         Roque Villanueva es un hombre culto y conocedor de la política a la mexicana; por el contrario, su lado oscuro: es un hombre del sistema priista, dócil al mandato de los poderosos en turno y sometido a la disciplina e “institucionalidad” del PRI, que no es otra cosa que obediencia lacayuna.

Para llamar la atención del Presidente Zedillo, Roque organizó en la ciudad de México una reunión con 600 políticos, todos ellos sus excompañeros de las Legislaturas LIV y LVI de la Cámara de Diputados, lo que se vio como un autodestape… ¡para la Presidencia de la República!

Esto fue cierto, un año después Roque Villanueva participaría como precandidato palero en las elecciones internas del PRI para elegir al candidato presidencial. Contienda que ganó Francisco Labastida Ochoa, y en la que según se dijo Roque Villanueva perdió hasta en su casilla. Se había prestado como patiño ¡presidencial!

Pero Humberto Roque siguió engañando a sus simpatizantes en Coahuila. El 21 de mayo en Acapulco, en una conferencia de prensa con motivo de la Convención de la Aseguradora Hidalgo, se pronunció a favor de una consulta a la base y a la sociedad para elegir al candidato priista para el gobierno de Coahuila.

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El primero de marzo de 1998, Montemayor imponía en el CDE del PRI coahuilense a Octavio Pimentel González, hermano del entonces secretario de Educación Pública, Óscar Pimentel.  

Por esos días se celebró el XVI Congreso del SNTE en la ciudad de Mérida, Yucatán, en donde el coahuilense Humberto Dávila Esquivel “La Liebre”, quien se decía tenía una íntima relación con Elba Esther Gordillo, dejaría de ser el dirigente nacional de los trabajadores de la educación, pero también fue el día en que la prensa exhibiría su incapacidad, despilfarro, y se puso en duda su honestidad.

Dávila Esquivel era otro que se mencionaba como precandidato al gobierno de Coahuila. En el Congreso sindical en Mérida, la prensa señaló que durante los años que dirigió al SNTE, “La Liebre” había manejado 330 millones de pesos mensuales por concepto de cuotas sindicales. También se le acusó de haberse gastado entre 10 y 15 millones de pesos en el multicitado Congreso.

Octavio Pimentel González

Por su íntima cercanía con Elba Esther Gordillo, “La Liebre” había gozado de un privilegiado trato de la “líder moral” del SNTE. Gracias a ella, Humberto Dávila fue Oficial Mayor de la delegación Madero de la ciudad de México en donde mandaba Elba Esther, a donde se fue a refugiar “La Liebre” luego de que Mendoza Berrueto lo marginó. Después de que Salinas de Gortari impuso a la Gordillo como dirigente nacional del SNTE, Dávila Esquivel ocupó los principales cargos del sindicato magisterial: Tesorero y Secretario General.

En el Congreso de Mérida, organizado por Humberto Dávila para elegir a su sucesor, “La Liebre” fue recibido con rechiflas, insultos y provocaciones, y el primer día de trabajos se liaron a golpes los miembros de la CNTE contra los del SNTE. Dávila no pudo controlar a sus compañeros, los 1700 delegados sindicales que acudieron al aquelarre.

Durante horas, estuvo suspendido el Congreso que elegiría al nuevo dirigente, pues los representantes sindicales no estaban de acuerdo con los candidatos que les presentaba “La Liebre”. Finalmente, la Gordillo intervino para salvar el Congreso e imponer a su candidato.

Ese día se filtró a la prensa que durante la gestión sindical de Humberto Dávila hubo malos manejos de millones de pesos. Esta denuncia, publicada en los principales diarios del país, pondría dócil a “La Liebre”, quien se quedó callado cuando Elba Esther señalaba en público “Los candidatos de Dávila Esquivel son muy malos”.

Al final, la película terminó como todo mundo esperaba: Elba Esther Gordillo haría a un lado a los candidatos de su “íntimo amigo” e impondría al suyo, Tomás Vázquez Vigil.

Pero los beneficiarios de Humberto Dávila le dieron otra interpretación al asunto e insistieron en que “La Liebre” había negociado la Secretaría General del SNTE a cambio de la gubernatura de Coahuila. ¡Cuánta imaginación tienen los cortesanos!

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Para el mes de abril, la nómina de los precandidatos al gobierno de Coahuila se había incrementado con el autodestape del candidato montemayorista: Jesús María Ramón Valdés. 

Hasta entonces se supo que la carrera final por la gubernatura sería entre Enrique Martínez y Jesús María Ramón, pues la precandidatura de este último fue impulsada por Montemayor, quien quería evitar que EMM tuviera posibilidades de sucederlo.

Jesús María Ramón contaba con el apoyo de otro mafioso, el secretario de gobierno Carlos Juaristi Septién. Por eso, el acuñense fue destapado por el periódico Zócalo de Piedras Negras.

Jesús María Ramón, el empresario y promotor de parques industriales para maquiladoras, había iniciado su precampaña vendiendo su imagen como creador de empleos.

Mientras tanto, “La Coneja” renunciaba a su precandidatura y juraba que su favorito era Roque Villanueva, pero hacía el interior del grupo roquista, se decía que Alejandro Gutiérrez era un espía que le llevaba los chismes a Montemayor y a Enrique Martínez, según sus conveniencias.

La definición de “La Coneja” a favor de Roque se basaba en algo que Alejandro Gutiérrez repetía con insistencia “Si Roque no es el candidato, entonces me va a proponer para que yo sea”. Qué imaginación tienen los juniors. Lo dicho “Dios les dio dinero, pero no inteligencia”.

Los seguidores de Humberto Roque confiaban en que pronto se destaparía como precandidato, pero esto nunca sucedió. Luego, cuando todo estaba listo para seleccionar el candidato del PRI, y las opciones eran José María Ramón y Enrique Martínez, Roque se justificó diciendo “yo no voy a pelear contra Enrique Martínez”. 

Jesús Contreras Pacheco

Para conocer su opinión sobre el momento que se vivía en Coahuila, en mayo entrevisté a Jesús Contreras Pacheco, en ese entonces era el más connotado militante priista en Matamoros, Coahuila, a quien conocían como “El Cacique”.

En aquella ocasión, Contreras Pacheco habló de su entonces partido “En el PRI he aprendido que hay muchas oportunidades y maneras de servirle a nuestra gente que sigue creyendo en el partido”.

Pero Contreras dijo más perlas para la memoria política de Coahuila: “Quien piense que la política es para enriquecerse, está equivocado”. “A los precandidatos gubernamentales les recomendaría que eviten darse golpes bajos entre ellos mismos, porque además de causarse daño también dañan al partido… Lo fundamental para los priistas debe ser la lealtad… Los puestos públicos son para servir a la gente”.

Contreras Pacheco también dio a conocer su formación socialista adquirida en la Normal Rural de Tamatán, Tamaulipas, en donde estudió para profesor de primaria. Fue líder estudiantil, Secretario General de su Normal, y posteriormente Secretario General del Comité Nacional de las Normales Rurales. 

Contreras terminó la entrevista remarcando: “Sea quien sea el candidato, aunque a mí no me guste, me la jugaré con el PRI… Debemos asumir una actitud de lealtad y respeto hacia el partido”. Esto revelaba que Contreras Pacheco no simpatizaba con Enrique Martínez, y desde entonces lo señalaba.

Refiriéndose a la situación del PRI, Contreras acusó “Algunos beneficiados por el PRI son los que más daño le hacen”. Y para otorgar su óbolo priista dijo “Los buenos gobernadores de Coahuila han sido don Braulio, don Óscar y Montemayor”.

Para estas fechas, Humberto Dávila Esquivel y Francisco Dávila Rodríguez habían realizado una alianza con Enrique Martínez, pero a EMM de poco le servían estos aliados, “La Liebre” era un cadáver político y el senador trailero, un charlatán con dinero.

Pese a ello, Francisco Dávila recorría el estado, engañando a los incautos con la mentira de que él era el “candidato natural” al gobierno de Coahuila. Sin embargo, Dávila Rodríguez no ambicionaba ser candidato a gobernador, pues sabía que no tenía posibilidades de serlo. Quería ser alcalde de Torreón, en donde también era imposible que ganara las elecciones.

Por su parte, Humberto Dávila Esquivel con la alianza electorera, lo único que quería era conseguir una chamba, la que fuera. 

El día de la libertad de expresión, El Periódico de Saltillo le otorgó a José María Fraustro Siller, entonces Rector de la UAdeC, nuestro principal reconocimiento a las haladas de los funcionarios y políticos, “La Mamila de Oro”, la que Chema se había ganado por la siguiente declaración: “Pronto podría visitar Saltillo el Comandante Fidel Castro Ruz”. Y previniendo que a Chema se le ocurriera la halada de que Albert Einstein vendría a la UAdeC a impartir clases, nos preparamos con “El Chupón de Platino”, pues uno no sabe hasta dónde puede llegar la estulticia…

(Continuará).

Óscar Flores Tapia, el último santón de Coahuila