Rancho amonites

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Rufino Rodríguez Garza.

En esta ocasión salimos acompañados en la grata compañía de Daniel Garza Tobón, Julio César Carranza, el Ingeniero José Flores Ventura, Ramiro Castro y un servidor.

Dimos un pequeño recorrido por lomas aledañas donde pudimos observar algunos petrograbados y algo de lítica, una puerta de grandes dimensiones con cuatro amonites, elaborada con materiales como cemento y fibra de vidrio; unos de mayor tamaño y unos medianos.

Julio César Carranza ha invertido una buena cantidad de dinero en este lugar, fundó un pequeño viñedo con plantas traídas de Francia y como encontró agua en la propiedad, está preparando algunas otras hectáreas para ampliar el viñedo; su perspectiva es a futuro y con tiempo, el que se necesita para elaborar un buen vino

Es Julio César un personaje que quiere homenajear al desierto y para ello se ha propuesto estudiar a los antiguos pobladores, cazadores-recolectores que vivieron en esta zona y que sus reminiscencias aún se pueden se localizar en este escenario.

 En un recorrido físico, pudimos observar a simple vista varias chimeneas o fogones donde los nómadas se calentaban en invierno o se alumbraban por las noches, pero también servían estás fogatas para ahuyentar a las fieras o simplemente para el cocinado de los alimentos que la cacería otorgaba, siendo estos calentones el primer vestigio que pudimos encontrar por esta pequeña propiedad.

La ubicación geográfica o para llegar a este lugar es muy sencillo, la propiedad colinda con el ejido Luz y Colón, al sur pasa la autopista que va de Saltillo a Torreón, pero para poder acceder se puede entrar por la carretera que une La Rosa (restaurant La Josefina) y el camino que va hacia General Cepeda a 4 kilómetros y medio de la carretera libre Torreón-Saltillo.

 Poco se camina por terracería en buen estado, que aún en tiempo lluvioso no se atasca, pues es un empedrado natural rústico. Se llega a una majestuosa reja de fierro adornada con cuatro amonites de un tamaño gigantesco.

 Ya pasada está puerta imponente nos acercamos a la propiedad propiamente dicha, el terreno es grande de más de 130 hectáreas y se pone al público para llevar a cabo fiestas, reuniones y convivios en un sitio apartado pero confortable.

El lugar cuenta con algunas construcciones, tales como depósitos para el agua, una palapa de buen tamaño, magníficos sanitarios, mesas y sillas estilo occidente de México, es decir, se trata de unos equipales muy cómodos para degustar vinos o alimentos o para oír una plática o conferencia.

Se observan unos palos de gran altura, porque a futuro serán unos 10 tipis, o tiendas tipo indígena, para que allí se descanse y o se pueda pasar la noche. Buen lugar para acampar por sol y degustar los vinos de la región y por supuesto los propios.

        Carranza tiene confianza y cuenta con las barricas que fueron adquiridas en la ciudad de Parras. Carranza está dentro de la ruta “Vinos y Dinos” aunque él le llama “Pal-Vinos”.

 Ventura, Ramiro y su compadre el fotógrafo Daniel Garza estuvimos en este mágico lugar que de pronto será un Vergel gracias a la tenacidad de Julio César Carranza todo un emprendedor. La idea era que le diéramos una visitada a las lomas bajas y para nuestra suerte se localizaron petrograbados de difícil interpretación, pero que allí están y serán parte de los recorridos para los visitantes.

Ventura y el que esto suscribe les daremos apoyo para hablar de los vestigios arqueológicos, pero también se está documentando lo relativo a la paleontología, pues se observan huesos de dinosaurios y frutos de hace algunos millones de años.  El amigo Carranza pensó en un pequeño jardín con las plantas propias del lugar para que podamos ver los cactus, los agaves, las albardas, la gobernadora, etcétera.  Así como sotoles y guapillos.

A estas plantas se les pondrá una célula donde se indique el nombre científico y el nombre vulgar de cada especie.

El nombre de amonite para esta propiedad es por el aprecio que Carranza le tiene a la paleontología, los amonites son un grupo de animales fósiles de gran importancia en la paleontología, aparecieron hace unos cuatrocientos millones de años durante el Periodo Devónico y se extinguieron hace ciento sesenta y cinco millones de años, lo más parecido en la actualidad son los nautilus.  Estos animales invertebrados son valiosos para el estudio de la vida pasada, pertenecen a la familia de los cefalópodos, es decir, cabeza y tentáculos juntos.

Bueno como guía para la datación de rocas el viaje fue de lujo pues salimos de Saltillo a las 7:30 desde Rodríguez Libros, todos muy puntuales partimos a desayunar al excelente restaurante La Josefina; después de una magnífica atención recorrimos el Rancho Amonites, degustamos unos tintos y partimos a General Cepeda dónde visitamos una antigua construcción de adobe, piedras y madera en total abandonó, por lo que se está destruyendo. Me refiero a un palomar casi industrial del siglo XIX y si no se atiende será presa fácil del vandalismo.

No se imaginaban ni Carranza ni Ramiro o Daniel Garza esta curiosa construcción.  La conseja nos cuenta que el caldo de pichón era bueno para enfermos, embarazadas y como alimento.  Daniel hizo una toma de lujo que la agregaremos a esta modesta nota.  Para cerrar el día pasamos a cenar a un restaurante llamado Chacho de allá de General Cepeda regresamos a Saltillo con ganas siempre de tener más salidas y más descubrimientos.