“Traidores a la patria”

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José Guadalupe Robledo Guerrero.

Hace meses, un personaje de Morena me decía con gran satisfacción que era estalinista. Su confidencia me pareció una simulación, pues su historial no lo confirma, pero seguramente decirse pro ruso, “socialista”, “revolucionario” o estalinista es ahora redituable políticamente, porque es la nueva moda impuesta por López Obrador y los duros que lo “asesoran”, a los que en mi época juvenil los conocíamos como “rabanitos” (rojos por fuera y blancos por dentro), “marxistas” guadalupanos, “socialistas” de cubículo o “revolucionarios” de café.

Esto viene a colación, ahora que el presidente López Obrador y sus dóciles fanáticos y oportunistas, insisten en convertir en “traidores a la Patria” a los diputados que votaron en contra de la reforma eléctrica, “sin cambiarle una coma”, que envío AMLO a la Cámara de Diputados para su aprobación, lo cual constituyó una derrota para el presidente, que pasó a la historia como el primer mandatario a quien le rechazan una iniciativa.

La campaña en cuestión, que ha estimulado López Obrador desde la mañanera, fue “asesorada” por los “duros” de Morena, la cual ha creado un escenario semejante a los convocados por los “gobiernos” de Cuba, Nicaragua y Venezuela en contra de los disidentes del oficialismo en esos países.

Andrés Manuel López Obrador

Por tal motivo, la Cámara de Diputados dejó de ser una instancia de debate, negociación, respeto por la legalidad y lugar en donde se legisla en favor de las urgentes necesidades de los mexicanos, para convertirse en un ring verbal de insultos, descalificaciones, acusaciones mutuas, nulos acuerdos, simulación y mucha politiquería electorera.

En el pleito sin cuartel entre tirios y troyanos, se ha pasado por alto que ambos bandos ahora radicalizados tienen su origen en los mismos partidos que llevaron al país a la deplorable situación en que se encuentra: violencia sin freno, pobreza extrema, inflación imparable, falta de medicamentos e intensa polarización.

Hay que recordar que Morena es un partido integrado por exmiembros del PRD, PRI y PAN, por eso cuando AMLO y los morenistas despotrican en contra del Prian y de los perredistas, no se sabe a quiénes se refieren: a los que brincaron a Morena o los que se quedaron en esos partidos ahora minoritarios por el chapulineo. Por lo tanto, unos y otros, no solo son iguales, son los mismos.

Pero hay algo más: Esos duros que “asesoran” a López Obrador son también los corresponsables de la represión y la derrota que han sufrido los movimientos de masas en la historia reciente, porque en su radicalismo verbal confundieron las luchas reivindicativas con la revolución, por eso tienen un panteón de conmemoraciones de luchas perdidas y masacradas. Ahora también están confundiendo un gobierno constitucional emanado de las elecciones, con una revolución al estilo de los dictadores bananeros de América Latina.

Por tal motivo, la radicalización que ahora exhibe el presidente López Obrador se antoja de antemano derrotada por los antecedentes de sus duros “asesores”. Un ejemplo es Alberto Anaya, el “maoísta” dueño y sempiterno dirigente del Partido del Trabajo (PT), fundado en 1990 con el apoyo total del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, en pago porque lo destaparon en Monterrey como candidato del PRI a la presidencia.

Antes de Morena el PT, PVEM, el PAN y el PRD sirvieron a los gobiernos priistas, y ahora muchos militantes de esos partidos están al servicio de AMLO. Todo por seguir viviendo de las nóminas gubernamentales.

Y como Alberto Anaya, entre los rijosos y rabiosos “revolucionarios” lopezobradoristas hay muchos simuladores que en las épocas presidenciales del PRI y del PAN votaron en contra de los intereses de México, recibieron moches y se enriquecieron a la sombra del poder, pero ya habrá tiempo para dar los nombres de estos farsantes.

Por eso, la acusación mutua de “traidores a la patria”, es una delación que se hacen entre hermanos, porque no hay que olvidar que el PRD y PT son hijos putativos del PRI, tienen el mismo ADN, por eso son tan parecidos y el poder los ha mostrado idénticos en sus corruptelas y actitudes dictatoriales, antidemocráticas e ilegales.

Por tal razón, en las próximas elecciones los votantes nada más tienen de una sopa: los mismos reacomodados en los partidos existentes, pero el ingenio mexicano ya encontró un método para votar: “Por el menos peor”, tal y como me dijo un morenista resentido con el PRI, pero convencido que son los mismos en ambos bandos.

Política aldeana

En días pasados, en la mañanera, el presidente López Obrador manifestó su respeto por Peña Nieto, debido -según dijo- a que no intervino en su contra en las elecciones de 2018. Seguramente por ese respeto presidencial se le perdonaron todos sus latrocinios en contra de México: corruptelas, saqueos y negocios a la sombra del poder. Aunque no había necesidad de decirlo como justificación, pues los mexicanos ya sabían que entre AMLO y Peña Nieto hubo un pacto para no perseguir la corrupción.

Preguntas Huérfanas

¿Sabrá AMLO lo que provoca cuando pidió “no tenerle miedo a la polarización” como justificación para seguir dividiendo a los mexicanos?

¿Qué pensará Humberto Moreira y Samuel Rodríguez de sus recomendados María de los Ángeles Errisúriz Alarcón y Noé Garza Flores, que ahora están siendo investigados en Nuevo León por corruptos? ¿O para eso los recomendaron?