Samuel Cepeda Tovar.
ed. 356, octubre 2018
No sorprende, pero sí alarma, pues los recientes casos de linchamientos hacia personas completamente inocentes por culpa de personas irresponsables que propagan información falsa, amarillista, tendenciosa y lesiva se han vuelto repetitivos y dejan ver dos preocupantes realidades: la primera, es la laxa cultura informativa de la mayoría de los mexicanos que se informan de la manera más simplona: a través de medios de dudosa reputación, principalmente electrónicos, y la segunda, que tiene que ver con la ausencia de un Estado que proteja a inocentes de estos ataques causados por sicosis carentes de fundamentos.
La causa de la debilidad cultural (cultura, proviene del latín que significa cultivo) informativa de los ciudadanos mexicanos tiene una causa perfectamente identificada, pues según la ENSU 2018 (Encuesta Nacional de Seguridad Pública), los mexicanos usan tres principales fuentes para informarse: Televisión, vecinos y Facebook. Ello explica perfectamente la causa de que las noticias falsas en medios como Facebook, también conocidas como fake news sean la fuente principal de sicosis colectiva que ha terminado en casos de linchamientos en días pasados y que han costado la vida de inocentes en razón de casos que, independientemente de la fuente noticiosa, son tan improbables que, aunque aparecieran en medios fidedignos nacionales, tendrían validez alguna.
Se rumora sobre el secuestro de infantes para extracción de órganos, lo cual es prácticamente improbable, pues, para empezar, una operación quirúrgica de extracción de órganos requiere de expertos y de condiciones bastante especiales que no se pueden dar en cualquier lugar, es decir, se requiere un laboratorio altamente equipado, no una bodega o una camioneta como se rumora falsamente. Después, se debe señalar que no es lo mismo tráfico de órganos que robo de órganos, el primero es la venta clandestina, pero con la aquiescencia del donante o vendedor de órgano para la extracción del mismo, que al no ser una práctica legal y al realizarse frecuentemente adquiere el nombre ignominioso de tráfico de órganos.
El robo de órganos, por su parte, es el despojo forzado de órganos de personas; situación que, al menos en nuestro país, no genera índices siquiera para una nota amarillista. Esta confusión e ignorancia sobre el tema ha causado estragos y hasta la pérdida de vidas en payasos, encuestadores del INEGI, simples transeúntes que por el hecho de no ser conocidos en la comunidad y al estar sembrados los cerebros de los habitantes de dicha localidad de noticias ligeras y sensacionalistas, han provocado calamidades que nos degradan como sociedad y ponen en tela de juicio nuestra racionalidad como especie. Desde luego que el Estado no puede estar en todos lados protegiendo a cada ciudadano, por lo que gran parte de la seguridad de nosotros mismos, es responsabilidad de nosotros mismos, y lo que podemos hacer como primera tarea, es evitar compartir información en materia de seguridad pública de forma indiscriminada y sin verificar en primera instancia el origen o la fuente noticiosa de las notas que compartimos en redes, en segundo lugar, hacer un pequeño esfuerzo y dedicar algunos minutos al día a la lectura de información en medios profesionales y de preferencia de talla estatal y nacional, que son quienes acceden a la información de agencias noticiosas prestigiadas.
Se trata de que el cultivo sea pragmático, no pernicioso, se trata de que reforcemos nuestra calidad de seres racionales, no de que nuestros pensamientos sean visuales, tal cual lo señala Julio Cabero en su libro sobre tecnologías en la educación.