Ya no hay gobierno, solo campañas

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Jorge Arturo Estrada García.

 «Podrías aprender más de tus errores si no te ocuparas tanto en negarlos»
Carl Gustav Jung.

“No diría que México es el único lugar en el mundo en donde los crímenes se aceleran, la violencia se incrementa, la imaginación delictiva florece y la empatía termina siendo residuo de los pocos que aún aspiran a cierta humanidad. Pero en este país los niveles de impunidad son tales y la injusticia es tan galopante que las acciones casi nunca convocan reacciones en lo legal. En México se roba, se viola, se asesina… porque se puede.”
Gabriela Warkentin.

El país se sacude sin control. Ya no hay gobierno, se acabó el dinero y el tiempo. Ya solamente quedan las campañas del 2023 y 2024. Las cuales, serán cada vez más descaradas, sucias e intensas. El presidente busca la permanencia, apoderarse del Edomex y exterminar al PRI. Así, pasará a la historia y será una historia que él mismo redactará. Andrés Manuel sabe que, si Morena pierde el 2024, casi seguramente, enfrentaría juicios penales y hasta la cárcel.

Actualmente, López Obrador, persiste en la tarea de construirse una presidencia imperial. Él insiste en destruir la precaria democracia mexicana; mientras, la tormenta económica, política y social arrecia sin control. Así, sin gobierno diestro, seremos sacudidos severamente por una tempestad, de la cual difícilmente podremos salir en el corto plazo.

El presidente busca la permanencia, apoderarse del Edomex y exterminar al PRI

Al mismo tiempo, el presidente se enfrasca en una pelea que no puede ganar. Desde la Mañanera señala que su discurso está listo para el “mexicanos al grito de guerra” y desata una serie de conflictos contra nuestros principales socios comerciales. Precisamente, con los que invierten los miles de millones de dólares para instalar las empresas que generan los empleos formales de los mexicanos y que además son los que adquieren los productos terminados y, adicionalmente, en medio de una estanflación global que no cede.

Sabemos que para su discurso populista cualquier conflicto o crisis le cae como anillo al dedo. Aunque su popularidad ha caído desde un 80 por ciento en febrero del 2019 hasta un 59 en julio del 2022, su base social es amplia, pero es similar a la que tuvieron Zedillo, Fox y Calderón a los 42 meses en el cargo.

Sin embargo, en el escenario político nacional, actual, él es el personaje dominante. Con esta idea, se llena de soberbia y arremete contra el emproblemado Joe Biden. En sus cálculos, piensa que controla hasta los votos de los mexicanos, los que tienen derecho al sufragio, en el coloso del Norte; al respecto, ya ha enviado varias amenazas a los legisladores estadounidenses, en varias ocasiones. Es evidente que, si el lance le sale mal, las consecuencias las pagaríamos todos. Así ha pasado en otras ocasiones, con presidentes “nacionalistas” y valentones.

¿Estaríamos dispuestos a perder al mercado más grande del mundo, del que además somos socio comercial? En los últimos 12 meses exportamos 430 mil millones de dólares a Estados Unidos, y 14 mil a Canadá. Los problemas derivados de los procesos legales en el T-MEC, casi seguramente significarían un desplome importante en nuestras exportaciones, perjudicando directamente a los agricultores e industria manufacturera. Con una caída del PIB cercana a los 2 puntos. Además de pagos por sanciones arancelarias, por más de 30 mil millones de dólares.

Actualmente, la pugna más fuerte en el país es la que sostiene el presidente contra la realidad. Sus adversarios no crecieron en estos casi cuatro años, aunque el malestar sí lo hace cotidianamente. Sin embargo, no hay quien los capitalice. No hay liderazgos, la clase política actual, además de impresentable, es mediocre.

Para este momento de su gestión, López Obrador ha trazado un plan de varios pasos: vestirse de héroe y distraer sistemáticamente a los mexicanos de los problemas y agobios que le puedan costar popularidad. Luego, presentarse como el mejor y el único político que hecho cosas por los pobres, por el país y por la soberanía: “sólo él y el Tata Lázaro”. Así, simultáneamente se ocupa en desgastar a las instituciones que no lo obedecen, en combatir a sus adversarios, a los que hay que vencer o anularlos. De esta forma, podría mantener competitivas a sus corcholatas, tan desgastadas y tan poco atractivas, él se encarga de allanarles el camino. Su arma más importante, en el sexenio, ha sido el discurso mentiroso y la propaganda con los que ha cautivado millones de los ciudadanos más vulnerables, más marginados y menos educados.

En estos días, ordenó a sus legisladores desaparecer el Instituto Nacional Electoral y cambiar las leyes del tema, ya que le estorban para consolidar su presidencia imperial y garantizar la permanencia de su Cuarta Transformación en el poder. Este país, apenas tiene un par de décadas de democracia y alternancia, aunque tiene más de 200 años de ser independiente. Sin embargo, por el momento no cuenta con la mayoría necesaria para hacerlo.

Entonces, el plan sería dejar incompleto al INE al entrampar la renovación de consejeros cuando salgan Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, también provocarle una asfixia financiera que seguirá, en cascada, hacia las entidades que gobiernan Morena y sus aliados hacia los organismos estatales.

Por lo pronto, el presidente demostró ser el más apto entre la clase política en los duelos de poder. Adicionalmente, más de la mitad de la élite económica fue copada, ya fuera por temor o por la amenaza de las pérdidas. En México, los negocios y las fortunas se hacen a la sombra del poder y sólo así se incrementan o se conservan. López Obrador juntó a unos cuantos, estratégicamente escogidos, y eso le basta para neutralizar al resto.

La larga cadena de victorias electorales en las entidades federativas, su popularidad y el temor que él inspira, lo han llenado de soberbia. Nunca voltea a ver a sus fracasos y las condiciones en las que su gobierno va dejando al país.

En el ámbito político. el Prian perdió toda credibilidad y no cuenta con figuras creíbles y carismáticas, que sepan comunicarse con el electorado, ni siquiera cuentan con personajes que aglutinen a grupos importantes o que generen respeto o respaldo amplios. Por eso se encaminan a la extinción.

Ante estos escenarios, solamente un fenómeno político, un personaje que jale la atención de los ciudadanos libres competiría contra obrador y sus aburridas corcholatas, tan obsoletas y grises. 

En este caso no se puede competir en experiencia, colmillo y poderío. tendría que ser con popularidad, si no cuenta con lo anterior y sin desgaste político sería competitivo por su frescura; si no cuenta con una amplia trayectoria podría conseguir branding y posicionamiento con una marca colocada indeleblemente en el imaginario colectivo, como llamarse Luis Donaldo Colosio.

Andrés Manuel es un fenómeno político difícil de encontrar e igualar. Se requiere una organización con enormes recursos y planeación estratégica y prospectiva, que funcione como maquinaria de precisión para enfrentarlo. Además, de un candidato que rápidamente ascienda y que no genere rechazos amplios.

Es cierto, que para los periodistas y los analistas son momentos interesantes. Lo cierto es que también son turbulentos y muy tristes. Atravesamos por uno de los peores periodos de la historia del país, con un millón de muertos en dos años, la violencia sin control, y la pobreza aumentando, sin seguridad social ni medicinas. La corrupción, las trampas y las impunidades apestan como siempre, nunca nos abandonaron.

Otra vez escogimos mal. Nos volvimos a equivocar. Otra vez, volvieron a arruinar al país y otra vez lo padeceremos pasmados, resignados. Cuando parecía que ya finalmente evolucionaríamos, un viejo expriista nos vino a recordar lo que es el gobierno de un solo hombre. Uno, que arruina a millones con sus exabruptos y tozudez

Finalmente, el presidente se quedará con el poder, o será encausado judicialmente o estará en el ostracismo. El país estará más jodido, igual nosotros y nuestras familias. Tendremos décadas difíciles. Veremos.