Epopeyas y alegorías de  nuestra historia patria

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Jesús M. Moreno Mejía.

“Ama a su país el que
trata de hacerlo mejor”
Robert Ingersoli.

            Nuestra Patria ha registrado en los anales de la historia, lo mismo grandiosas epopeyas que alegorías sin un sustento serio, como el atribuirle al cadete Juan Escutia, uno de los seis aguerridos jóvenes defensores del Castillo de Chapultepec, haberse envuelto en la Bandera Nacional para que no cayera en manos del enemigo.

Redacto esta colaboración en la fecha que se recuerda a los llamados “Niños Héroes de Chapultepec” (12 y 13 de septiembre de 1847), con el ánimo de recordar objetivamente la gesta heroica de los jóvenes cadetes que defendieron las instalaciones de su Colegio Militar, cuando fue atacado por los soldados invasores de Estados Unidos de América.

Los defensores del Castillo de Chapultepec eran: Juan de la Berrera, nacido en la capital del país; ingresado en el Colegio Militar en 1841 cuando tenía 12 años de edad, que era un privilegio concedido sólo a los hijos de militares. Estudiaba ingeniería y era miembro del batallón de zapadores para la defensa de su institución. Murió a los 18 años tratando de salvar una de las baterías instaladas a la entrada del Bosque de Chapultepec. ¡Murió por la Patria!

Juan Escutia era oriundo de Tepic, Nayarit, y es el cadete al que se le atribuye haberse arrojado envuelto en el Lábaro Patrio para que éste no cayera en manos del invasor, pero sin que exista prueba documental de que así haya sido, ya que incluso el ejército enemigo al ocurrir un suceso extraordinario era tradición consignarlo en sus partes de guerra. Lo único cierto es que fue encontrado muerto en las faldas del cerro. Tenía 20 años de edad. ¡Murió por la Patria!

Francisco Márquez, el más joven de los cadetes, había ingresado al Colegio Militar a los 13 años pues era hijo de un capitán. Su cuerpo fue encontrado junto al de Juan Escutia, acribillado por las balas del invasor. En ese entonces contaba con 14 años de edad. ¡Murió por la Patria!

Agustín Melgar, nacido en Chihuahua, entró al Colegio Militar a los 17 años. Había sido dado de baja cuatro meses antes por faltar a una revista de personal, pero el 8 de septiembre fue aceptado su reingreso, y durante la batalla fue herido de gravedad cuando defendía la escalera del lado norte del “Mirador”, se le amputó una pierna, pero murió al día siguiente. Contaba con 18 años de edad. ¡Murió por la Patria!

Fernando Montes de Oca, nacido en Azcapotzalco en 1820; pidió su admisión en el Colegio Militar en enero de 1847. Murió al saltar una ventana que daba al Rancho de Anzures, intentando unirse al grupo de cadetes que estaban en la entrada del Bosque de Chapultepec. Tenía 27 años de edad. ¡Murió por la Patria!

Vicente Suárez, era alumno del Colegio Militar desde que tenía 12 años por ser hijo de un comandante. Fue destinado a la Segunda Compañía en noviembre de 1845 y murió en su puesto de centinela, luchando cuerpo a cuerpo con el enemigo. Tenía 14 años de edad. ¡Murió por la Patria!

Pese a la resistencia de los jóvenes cadetes y de las tropas del general Nicolás Bravo, que trataron de fortificar el Castillo de Chapultepec, sin éxito pues tenía pocos hombres a su mando, aparte de faltarle artillería y pólvora, pues el general Santa Anna había concentrado todo el armamento en otros sitios.

El Batallón de San Patricio

Es digno de recordar que en la defensa de nuestro suelo invadido por los estadounidenses a mediados del siglo XIX, cuyas acciones bélicas se iniciaron en 1846, hubo soldados extranjeros que se unieron a las tropas de nuestro país.

Nos referimos concretamente a un grupo de irlandeses desertores del ejército invasor, que habían sido enrolados con engaños en el vecino país del norte, y que al enterarse de las verdaderas intenciones de la guerra contra México, se unieron a los nuestros bajo las órdenes del capital John O’Reilly, formando el llamado “Batallón de San Patricio”, en honor a su santo patrono.

Eran 260 católicos exiliados, que habían salido de su país perseguidos por los ingleses y por ello emigraron a Estados Unidos de América donde fueron enrolados con el ejército, pero luego se convirtieron en un batallón de apoyo a las fuerzas armas mexicanas, que demostraron siempre un valor indomable. La mayor parte de ellos murió en los campos de batalla, llevando como insignia los escudos de México e Irlanda, en tanto que su bandera tenía la imagen de San Patricio, y en el reverso el escudo mexicano y el nombre de su batallón.

El “Batallón de San Patricio” participó en la campaña del Ejército del Norte; en la batalla de la Angostura (donde se hizo retroceder varias veces a los soldados invasores); en la defensa de la capital del país; en la batalla de Padierna y, finalmente, en Churubusco (20 de agosto de 1847), donde fueron apresados por los estadounidenses y ejecutados en su mayoría, en tanto que otros fueron condenados a 50 azotes a espalda desnuda y marcados con un  hierro candente en la cadera, dejándoles una “D” permanente.

Batalla de la Angostura

Brevemente recordaremos que el 22 de febrero de 1847, los ejércitos de Zacarías Taylor y de Antonio de Santa Anna, se encontraron por primera vez en un lugar formado por lomas y barrancos, llamado la Angostura, donde la caballería no podía combatir, pero los invasores pudieron colocar sus cañones.

Sin embargo, los mexicanos lograron inicialmente apoderarse del cerro que dominaba el lugar, habiendo logrando que los estadounidenses retrocedieran, pero al día siguiente el triunfo fue para los invasores gracias a su artillería, y a pesar de las grandes bajas sufridas por los nuestros, con los viejos cañones del general José Manuel Micheltorena, obligaron de nuevo que los soldados de Taylor retrocedieran nuevamente, e incluso capturaron parte del armamento enemigo.

Más tarde hubo un tercer repliegue de los estadounidenses, quienes perdieron todas sus posiciones, menos una, preparándose para un último esfuerzo, que no llegó ni para unos ni para los otros, dado que una fuerte tormenta obligo a ambos volver a la carga, con la desventaja de que ambos estaban exhaustos y sin comida, por lo que ambos se adjudicaron la victoria, y en la retirada los nuestros creyeron encontrar alimento en la hacienda de Aguanueva (cercana a Saltillo), pero con horror vieron que había sido incendiada por los enemigos.

A pesar de que no hubo un triunfo definitivo, la historia consigna esta batalla como un hecho épico, por haber logrado retroceder al enemigo en hasta tres ocasiones, tal como lo consignan los partes militares.

Inicio de la Independencia

En México celebramos el comienzo de nuestra independencia en lugar de conmemorar la consumación de la lucha armada de 1821, pues se afirma  que al presidente Porfirio Díaz le agradaba que el 15 de septiembre se diera el tradicional “Grito de Independencia” con un festejo nacional, por ser ese día su cumpleaños.

Sin embargo, nuestros amables lectores tienen la mejor opinión a lo  mencionado en este artículo.

¡Hasta la próxima!