ENTRE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y LOS TENDONES DE AQUILES

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Fernando Fuentes García.

Y ahora, ¡oh hijos de los aqueos! Cantad los peanes y volvamos a las naves arrastrando este cadáver. Hemos conseguido una gran gloria, hemos matado al divino Héctor, a quien en su ciudad los troyanos dirigían votos como a un dios. Habló así… Aquiles… y ultrajó indignamente al divino Héctor, le pinchó en los tendones de ambos pies, entre el talón y el tobillo, y pasó correas por las aberturas, y le ató a la trasera de su carro, disponiéndole de modo que la cabeza le arrastrase.
La Ilíada. Canto XXII. Homero

Checoslovaquia, independiente tras el colapso en 1918 de los imperios de Alemania y Austria-Hungría, será el territorio de disputa que detonará la Segunda Guerra Mundial. Los acuerdos de paz en torno a Versalles, “impuestos por los aliados”, habían entregado territorio y población despojada de Alemania y el nuevo reino de Hungría a Checoslovaquia. Por tanto, su partición comenzará a planearse por el regente de Hungría, Miklós Horthy y el Führer de Alemania, Adolf Hitler (1934-1945). Para Hitler, la partición significaba la posibilidad de eliminar el obstáculo para la dominación de Europa y de aislar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ante la amenaza de guerra, el primer ministro de Inglaterra, Arthur Neville Chamberlain (1937-1940), promueve el Acuerdo de Munich, firmado el 30 de septiembre de 1938 por Alemania, el Reino Unido, Francia e Italia. En el acuerdo, en el que se excluye a diplomáticos checos y soviéticos, se le da el visto bueno al ejército de Alemania para ocupar la región de los Sudetes de Checoslovaquia, la que contaba con una población mayoritaria cesionista de origen alemán. En el acuerdo se establece además a una comisión internacional para decidir sobre el futuro de las otras áreas en disputa; la resolución obligará a Checoslovaquia a entregar territorio a Hungría. Para Chamberlain, el acuerdo había logrado “la paz con honor”, sin embargo, para el ex canciller de hacienda, Winston Churchill (1924-1929), el acuerdo es una deshonra que invariablemente presagia la guerra. En otras palabras, para el ex canciller la guerra es el camino para la paz y el acuerdo significa deshonra puesto que evidencia la arbitrariedad impuesta en torno a Versalles. Chamberlain decide confiar en la palabra “fatua” de Hitler y descarta un acuerdo con la Unión Soviética, que mostraba disposición para apoyar la seguridad colectiva de Europa y la resistencia de Checoslovaquia. La batalla frente a la Alemania nazi, la esquivaban los ingleses y franceses, los conservadores y la derecha, es entendible puesto que como cita Michael J. Carley: “Durante los años entre guerras, el fascismo se hizo atractivo para las elites capitalistas asustadas ante el socialismo y la URSS”. Para los checoslovacos, el Acuerdo de Munich, había representado una traición y esto acercaría a Alemania con la Unión Soviética.[1]

Este artículo, da continuación al trabajo:

  1. El proyecto mundialista, en el teatro neoliberal. El germen del vil plan. (2/03/2023).
  2.  El momento neoliberal. (16/05/2023).

El acecho de Hitler y Horthy sobre Checoslovaquia no cesaría y llevará a la independencia de Eslovaquia (marzo de 1939), lo que le convertirá en un Estado títere Nazi. Le seguirá la ocupación inmediata del resto de Checoslovaquia por Alemania y a la entrega de más territorio eslavo a Hungría.[2] Polonia, que tenía garantías de apoyo militar francés y británico, para agosto de 1939 estaba en la mira de Alemania, pero antes de invadir, Hitler requería neutralizar una posible reacción de la Unión Soviética, así es que firmaría con esta, el pacto de no agresión Molotov-Ribbentrop, el 23 de agosto de 1939, en el que se dividen en secreto a Polonia y el resto de Europa Central y Oriental. El primero de septiembre de 1939, Alemania invadía Polonia desde el Mar Báltico y el norte de Eslovaquia e iniciaba la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Seis décadas después, el 19 de septiembre de 2019, el Parlamento Europeo utilizará como justificación el pacto Molotov-Ribbentrop, para atribuirle a la Unión Soviética, la Segunda Guerra Mundial, sin considerar la arbitrariedad de los acuerdos de Versalles y la Traición de Munich.[3] El actual asedio a Rusia se trata de justificar ante el mundo.

Tras la segunda conflagración mundial, surgen dos bloques antagónicos respecto de la doctrina política social y económica a seguir. Los gobiernos de las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, acuerdan sus respectivas esferas de control e influencia territorial, quedando en el aire la situación fuera de Europa, salvo Japón, ya que en Asia se previa la oleada de descolonización. Hay que destacar que, si bien la Rusia soviética, llegó al inicio de la segunda conflagración mundial con una pujante economía industrializada gracias a la planificación central y el sistema de planes quinquenales que implementó su máximo dirigente, Iósif Stalin (1924-1953), aunque a muy alto costo humano y en perjuicio de su economía agrícola, para fin de la guerra se encontraba en ruinas, desangrada y exhausta. Era claro que, ante la posición incólume y de fortaleza económica en la que quedaba Estados Unidos, tras el conflicto bélico mundial, la potencia soviética no representaba ninguna amenaza expansionista militar, menos aún, después de la imposición de los tratados de Bretton Woods y, sobre todo, al haber quedado en desventaja nuclear y constatado el vil atrevimiento del exterminio nuclear de los pueblos japoneses.

Lo que sigue, marcará el rumbo de la humanidad y alimentará el desarrollo del ogro estadounidense que se erigirá como un imperio en la sombra. Entender los discursos del momento, de Stalin, del ex primer ministro de Inglaterra Winston Churchill (1940-1945) y del presidente de Estados Unidos Harry S. Truman (1945-1953), nos darán la pauta histórica de lo que se pondrá en marcha para avanzar en el proyecto mundialista y de lo que, gracias a la revolución social de 1917, se habrá de producir, un fructífero período bautizado como “los años de oro del capitalismo”. A continuación, hago una interpretación de los mismos.

En el primer discurso, Stalin se dirige a los miembros de su partido y a oficiales, con ocasión de la elección del Soviet Supremo, el 9 de febrero de 1946.[4] El discurso inicia con una verdad incómoda para las élites económicas del mundo occidental. Stalin reconoce que la causa de ambas guerras mundiales ha sido el inevitable desarrollo de las fuerzas económicas y políticas mundiales sobre la base del capitalismo monopolista del momento y descubre el fondo del problema reafirmado ya por los marxistas, citando:

“El sistema capitalista de economía mundial contiene los elementos de una crisis general y conflictos militares, que, en vista de ello, el desarrollo del capitalismo mundial en nuestros tiempos no procede de manera suave y uniforme, sino a través de crisis y guerras catastróficas. El punto es que el desarrollo desigual de los países capitalistas generalmente conduce, en el transcurso del tiempo, a una fuerte perturbación del equilibrio dentro del sistema capitalista mundial, y aquellos países capitalistas que se consideran menos seguros de proveerse de materias primas y mercados, usualmente intentan cambiar la situación y redistribuir las esferas de influencia a su favor, empleando la fuerza armada. Como resultado de esto, el mundo capitalista se divide en dos campos hostiles y la guerra estalla entre ellos”.

Hay que tener en cuenta que las contradicciones del capitalismo, le han transformado de uno pre-monopolista a uno monopolista, caracterizado por un alto grado de concentración y centralización del capital en unas cuantas manos privadas (ideal Fabiano). Esta centralización produce drásticos cambios cualitativos en las economías de las naciones, que hacen indispensable la mayor injerencia de los Estados en sus economías (Lenin). Como ya constatamos, la injerencia del Estado es el debate que, en 1938 se da en el Coloquio Lippmann y resulta ser el punto de desencuentro en nuestra época, en especial en aquellas naciones en las que el Estado y sus instituciones, -no- han caído en una privatización irreversible, como en México, no es el caso de Estados Unidos, que, en realidad, “no” es una democracia, sino una plutocracia que rigurosamente subsume a los giga-bancos de fondos de inversión y a Wall Street (A. Jalife-Rahme. 26/12/2021). 

El discurso de Stalin no era agresivo, sino defensivo. De hecho, tras exponer la verdad incómoda propone una solución pacífica al dilema de las materias primas y los mercados y reconoce la victoria aliada, sobre el principio de la lucha por la restauración de las libertades democráticas, arrebatadas por los fascistas. Lo que a los anglo-estadounidenses les ha hecho ruido, es que, como afirma Stalin, la victoria ha reafirmado el proyecto social soviético, incluso sobre cualquier otro sistema social y ha reafirmado también la viabilidad de la unión del Estado soviético multinacional, que surge en 1922 de la amistad y la cooperación fraterna entre los pueblos, impulsados por la visión marxista-leninista, importante destacarlo, en contraste con otras uniones (de Occidente) que nacen sobre la base burguesa, que estimula los sentimientos de desconfianza nacional y enemistad nacional.

El reto para el bloque anglo-estadounidense se intensifica cuando Stalin propone restaurar los planes quinquenales, para que con el apoyo de la banca y la industria “nacionalizadas” se concentre el esfuerzo productivo en la industria pesada del petróleo, acero, hierro y carbón, para restablecer y expandir el potencial material con el que pudieron hacer frente a la segunda guerra, lo que pone en desventaja al sistema capitalista que primero tiene que desarrollar la industria ligera para después, con la banca, invertir en la industria pesada. Es importante destacar que la eficacia de los planes quinquenales bajo la planificación centralizada, se había constatado al crear un rápido desarrollo industrial en el período de entre guerras, y aunque aplicado de forma brutal, salvaje y además con un impacto negativo para la agricultura, por difícil que resulte de creer, el sistema contó con una legitimidad moral popular, aunque no del campesinado. El sistema estalinista de crecimiento económico ultrarrápido, resultó ser un atractivo programa de desarrollo para los países atrasados o de economías primitivas y agrícolas.

Los partidos comunistas de otras naciones comulgaban con el patrón estalinista, es natural que, en algunas naciones, el atractivo sistema de desarrollo soviético, se adoptara libremente, es el caso de Yugoslavia, Albania, Checoslovaquia y Bulgaria. En Polonia, Alemania ocupada, Rumania y en Hungría se imponía por la fuerza, mientras que, en China, Corea y la antigua Indochina francesa, la adopción del comunismo, no era por las armas soviéticas. Las economías socialistas del momento, comenzaban a experimentar positivos efectos en el crecimiento, que, tras quince años, habría de ser superior al de las economías occidentales.

Es claro que el Eje anglo-estadounidense, algo tenía que hacer para recuperar el dominio capitalista y restaurar el orden liberal que se desquebrajaba desde 1917. Así es que, de manera inmediata y aprovechando el discurso, los estadounidenses desatarán una campaña de propaganda de dimensiones apocalípticas contra la potencia soviética y su sistema económico. Colocado el tema en la discusión pública, el Departamento de Estado estadounidense, le solicitará a su embajador en Moscú, George Kennan, un análisis sobre la potencia soviética. La respuesta de Kennan conocida como el “telegrama largo”, que califica al comunismo como una enfermedad a combatir (un virus), resultará ser la perfecta justificación para establecer la política de “contención paciente a largo plazo, pero firme y vigilante”, que el embajador recomendaba y que evoca a la estrategia Fabiana y al cordón sanitaire.

Para apuntalar y justificar la estrategia de contención “del virus” del socialismo soviético, unas semanas después del telegrama de Kennan, el 5 de marzo, Winston Churchill viajará a tierra estadounidense para recibir un “titulo” otorgado por el Westminster College, en Fulton, Missouri. Allí, en presencia del presidente Truman, pronunciará su discurso The Sinews of Peace,[5] cuya traducción literal del título, hace referencia a las fibras conjuntivas que unen los músculos a los huesos en la parte posterior e inferior de las piernas. Hay que destacar que, en el discurso del ex primer ministro de Inglaterra, aflora su tendencia, ya marcada desde su campaña de reelección de 1945, a defender el argumento del economista austriaco Friedrich von Hayek, padre del neoliberalismo, quien declara en su libro Camino a la servidumbre (1944), no debe de darse ni un paso hacia el socialismo o hacia la planificación del mercado, puesto que esto representa una amenaza de totalitarismo. Hay que decir también que, en su discurso se reafirma el concepto de La fabricación del conceso de Walter Lippmann (1922), que propone reservar la toma de decisiones a la élite de «hombres responsables”, es decir, a los maestros de la humanidad que mediante las tácticas de Cecil Rhodes, podrán construir esa mano invisible que encauza la inercia política, a la que se refiere la escritora y novelista Luisa Etxenike (El Diarioes, 2015), esa inercia que nos hacía entender, declara Luisa, como si las cosas funcionaran por que sí.

Churchill juega hábilmente con el Concepto Estratégico Global (estrategia no es objetivo), planteando, cual demagogo, las ideas de seguridad, bienestar, libertad y progreso, como un fin para los pueblos del mundo y un medio para los fines de esos “hombres responsables” de la élite del poder. Esa élite que bien sabe se conforma por “los señores de la guerra, los altos jefes de las empresas y el directorio político” y que integran los Estados dentro de los Estados de los pueblos de habla inglesa. La familia mundialista, cuyo destino manifiesto, es ejercer el dominio unipolar.

Churchill prosigue su discurso apoyado en la tragedia de las guerras y comienza a venderle el problema al incólume pueblo estadounidense: Los designios de hombres malvados y el impulso agresivo de Estados poderosos. El espejo se ha roto luego de auto-declarar a su nación, junto a Estados Unidos y Canadá, como los guardianes de la fórmula nuclear y señalar a los Estados “comunistas”, como criminales en potencia, si la fórmula nuclear llegara a sus manos. Esto deja impune el atroz crimen cometido en Japón. Le llega el turno a los Estados fascistas y se refiere a ellos para contrastar y exaltar los nobles principios de la “verdadera” democracia, la que invita a practicar. Más demagogia, pues los principios de Hayek que apoya, son contrarios a la democracia. Avanza en el discurso, identificando los dos peligros del mundo, guerra y tiranía, es decir la amenaza de expansión de la Rusia soviética y el tirano Staliny los dictadores, los que habrá de combatirse para lograr la expansión de bienestar material (del capital) y, tal vez, una era de abundancia, acompañada de la organización mundial (globalización unipolar). Lo que condiciona a la formalización de la “relación particular” entre la Commonwealth, el Imperio Británico y los Estados Unidos, que deberá incluir al sistema de sociedad y al sistema militar, (la alianza afianza la estrategia de Cecil Rhodes).

Prosigue invitando a los trabajadores de todo el mundo a conciliar las diferencias entre ellos, dejando a un lado a los patrones o empleadores, por lo que se infiere que estos no claudicarán a sus demandas, con lo que confirma su apoyo a Hayek. De hecho, la unión de la clase obrera y trabajadora que el gobierno de F.D. Roosevelt favoreció, se comenzó a desintegrar en la nación estadounidense; los empresarios industriales consideraron a la clase obrera “un peligro” y comenzaron a restringir sus derechos, seguridad y sindicación. Continúa Churchill, recomendando hacer más palpable a la humanidad los riesgos de la ciencia como forma de cimentar la paz. Es evidente que se refiere al fermento de la revolución social y al discurso de Stalin, en el que apela al desarrollo de la ciencia, el que se interpreta en Occidente como desarrollo nuclear.

Vienen entonces las célebres frases por las cuales se conocerá al discurso como “la cortina de acero”. Churchill cita: “Una sombra ha caído sobre la escena recientemente iluminada por la victoria aliada. Nadie sabe qué pretende hacer en el futuro inmediato la Rusia soviética y su organización internacional Comunista, ni cuáles son los límites, si los hay, de sus tendencias expansivas y proselitistas”. Aún que reafirma su admiración y respeto por el valiente pueblo ruso y su camarada de guerra, el mariscal Stalin, en el hondo espíritu menosprecia el hecho de que ha sido la URRS, la que cerró la victoria a un incomparable alto costo humano y económico, que pone en entredicho su supuesta amenaza expansionista. De hecho, al reconocer que Estados Unidos está en el pináculo del poder mundial y proponer la alianza militar, exalta la ventaja en la que ha quedado su bloque, la que representa una gran oportunidad, ante la difícil circunstancia de la Rusia soviética.

Es entonces que suelta el golpe del martillo para retomar la estrategia del cerco sanitaire de 1919, citando: “Desde Stettin en el Báltico hasta Trieste en el Adriático, un telón de acero ha descendido sobre el continente. Detrás de esa línea se encuentran todas las capitales de los antiguos estados de Europa Central y Oriental. Varsovia, Berlín, Praga, Viena, Budapest, Belgrado, Bucarest y Sofía, todas estas ciudades famosas y las poblaciones que las rodean se encuentran en lo que debo llamar la esfera soviética”. Estos son los “Tendones de Aquiles” al que evoca su discurso. El cordón sanitaire, el recurso que el bloque anglo-estadounidense, encarnado en la figura de Aquiles, habrá de aplicar en nombre de la paz mundial y la seguridad. Los nervios de la Rusia soviética que habrá que atravesar, como Aquiles a Héctor, para lucir su cadáver, arrastrándolo en el carro de los aliados occidentales. No habrá paz, hasta acabar con el enemigo: Rusia y cualquier elemento de fermento social, ya sea radical o no, soviético o no. No habrá muerte con honor, como pedía Homero, sino escarmiento, como lo hicieran al implantar el sistema neoliberal en la década de los setentas y ochentas y al caer el régimen soviético. Como lo hicieran también en 1811 con el padre de la Patria Mexicana, Miguel Hidalgo y Costilla y los insurgentes Aldama, Allende y Jiménez, luciendo sus cabezas en cada esquina de la Alhóndiga de Granaditas de la ciudad de Guanajuato. Esta es la naturaleza de “los hombres y las mujeres responsables, los amos de la humanidad”.

Churchill continúa su discurso con la descripción del drama en Europa y manifiesta su apuro por la situación de Grecia y Turquía. Gran Bretaña había incrementado su poder con la partición del Imperio otomano, que habría de dar origen al mundo árabe, sacando provecho con la redefinición de las fronteras turcas y griegas, con el Tratado de Lausana de 1923, entre Grecia, Turquía y los aliados. La influencia inglesa en Turquía, se había establecido junto a su primer presidente, Kemal Ataturk, quién abolió el sultanato (Imperio otomano) en 1922 y formaría la República de Turquía, que se reconocerá con el tratado. Su mano derecha le sucedió en el poder, el segundo presidente Ismet Inonu (1938-1950), quien en 1946 estaba en proceso de reelección. En Grecia, el ala derecha, conservadora y monárquica, apoyada por los ingleses, lograba imponer su gobierno, tras liberarse de la ocupación ítalo-alemana (1944). El gobierno era rechazado por el ala izquierda (socialista, marxista, comunista) de Grecia, que había llevado el mayor peso en la lucha contra la ocupación fascista. Un par de meses después del discurso de Churchill, se desata la Guerra Civil Griega (1946-1949), en la que Inglaterra habrá de intervenir apoyando a la facción conservadora y monárquica. 

La “relación particular” se pone a prueba, cuando Inglaterra, en reconstrucción de postguerra, se declara incapaz de seguir “apoyando” a Grecia y Turquía. El presidente Truman, convoca entonces el 12 de marzo de 1947, a los miembros del Congreso de los Estados Unidos, a seguir apoyando a Turquía (hoy con la mayoría de su población con fuerte sentimiento antiestadounidense) y a salvar la democracia de Grecia apoyando, contradictoriamente, a la facción conservadora y monárquica. Los maestros de la humanidad contemporáneos, han pinchado los tendones del pueblo heleno, cuna del aedo Homero y de la democracia. Esos hombres y esas mujeres responsables, exhiben el cadáver de Grecia y escarmientan a los demás pueblos del mundo, que se atrevan a retarlos. Esos que se proclaman defensores de la democracia y la libertad, le han impuesto a la República Helena un sistema neo-colonial. Los grandes capitales y las instancias multilaterales, han subyugado a su pueblo con las reformas y privatizaciones neoliberales y una deuda de más de 170 por ciento del Producto Interno Bruto. La soberanía y la democracia en Grecia, están hoy por de facto anuladas.[6]

El especial llamado de Truman a su Congreso, se conocerá después como la Doctrina Truman,[7] puesto que en este llamado, se declara formalmente la Guerra Fría, iniciada ya antes con la intervención en Grecia. Truman auto-proclama a su nación, en nombre de la paz y la seguridad, como “el guardián del mundo libre”. En otras palabras, la capacidad intimidatoria de aniquilación nuclear del eje anglo-estadounidense y la ventaja en el poder y la que ha quedado Estados Unidos, le permite a Truman y a su Congreso, auto-otorgarse la libertad de intervenir impunemente en otros países, e imponer instituciones y guiar el desarrollo de esas naciones, en especial de las del tercer mundo, conforme su voluntad, intereses y forma de vida (Sueño Americano) y librar la guerra contra las revoluciones sociales, acabando con los regímenes o movimientos que atenten contra sus intereses, señalándolos de comunistas, totalitarios, populistas, terroristas o antidemocráticos y justificando sus felonías a nombre de la seguridad, la libertad y la democracia.

Bien apunta el galardonado historiador y especialista en la guerra fría, Melvyn Leffler: “Tan pronto la guerra llegó a su fin, la preocupación principal de los legisladores estadounidenses era asegurarse de que nunca más ningún adversario tuviera la perspectiva de obtener el control de los recursos de Europa y Asia y el gran temor (anglo-estadounidense) en 1946 y 1947 no era que la URSS de Stalin se involucrara en una agresión militar. El gran temor era que él (Stalin) pudiera explotar el fermento social y el entusiasmo político que existía en la Europa de la posguerra, no solo en Europa del Este y parte de Europa Central, donde… estaba su control… sino en todo el sur y occidente de Europa, donde los partidos comunistas competían por el poder, con mucho éxito en Italia y Francia”.[8]

El capitalismo habría de regresar a su dominio real, integrando el universo autónomo del campo socialista a la economía mundial, lo que diera como resultado el fructífero periodo de 1950 a 1973 llamado “los años de oro del capitalismo”, que permitiría una movilidad social sin precedentes y que conduciría en 1989 al fin de la Rusia soviética y de nueva cuenta al “pináculo del poder” al Eje anglo-estadounidense. El equilibrio se había alcanzado con el fructífero periodo y se perturbará con la crisis “premeditada” de la década de los setentas y ochentas, tras la cual se producirá un espejismo de equilibrio, por el nuevo reinado del capitalismo, huérfano de competencia y “libre” de cuestionamientos. Esta posición, le permitirá al Eje revertir los logros sociales del fructífero período y retomar el capitalismo monopolista de principios del siglo XX, pero ahora, a diferencia de aquel tiempo, mediante una fórmula letal: El sistema neoliberal. Con el refinado sistema, se instituye, organiza y legaliza a una mafia (término apropiado) mundial de cuello blanco, que se dedicará a saquear a las naciones y a los pueblos del mundo, incluyendo a sus pueblos. La letalidad del sistema, produjo la más grande desigualdad social de la historia y esta, por su puesto, ha producido el inevitable colapso del sistema. Para mantener el crecimiento de las ganancias del capital, el Eje avanza en la construcción de una nueva fórmula, con la que se pretende aprovechar la debilidad en la que ha quedado alrededor del 80 por ciento de la humanidad.

Reiteradamente, Noam Chomsky, el intelectual y académico más citado del mundo, considerado como un tesoro internacional, nos recuerda que “No deberíamos olvidar la perspicaz observación de Adam Smith, de que los “amos de la humanidad” nunca cesan de perseguir su infame máxima: Todo para nosotros y nada para los demás” (¿Quién domina al mundo? P.182). Parafraseando a Chomsky, el sistema neoliberal le brindará rienda “libre” al capital, para explotar y destruir con abandono, “liberando” a las personas trabajadoras, es decir, dejándolas al desamparo del Estado, para que traten de sobrevivir como puedan a la desigualdad y precariedad creadas con premeditación. Más allá del libre mercado y el Estado mínimo, el sistema neoliberal prácticamente coloca a la humanidad en una guerra de clases sin restricciones.[9] Importante identificar que en esta guerra, los perpetradores que conforman esa familia mundialista que ha llevado a la humanidad a caminar en el desfiladero, se disfrazan, se victimizan y se proclaman salvadores, mientras que se empeñan en aplicar la lógica que dicta, divide y vencerás, para destruir cualquier perspectiva de vida humana organizada y así mantener y acrecentar su poder y riqueza.

La verdad incómoda, expuesta por Stalin, se ha hecho evidente. La élite oligárquica global occidental, ha decidido tratar de mantener y acrecentar su poder y riqueza, aplicando el excedente económico que produce, en la ampliación de gobiernos imperialistas y militaristas y la creación de conflictos. El mundo nuevamente se divide en dos campos hostiles, con proyectos de filosofía de vida humana en confrontación, tan solo limitados por lo que significaría una nueva guerra total mundial, la hecatombe humana. Estalla así entre los dos campos la nueva modalidad de guerra híbrida y con esta, se extienden los Tendones de Aquiles, de la Federación Rusa a China, pasando por Grecia, Turquía, Israel, Australia, Filipinas y Guam al país insular del Japón. Tendón o cordón en el que nuevamente las naciones de Turquía y Grecia, juegan un papel estelar en la disputa por el control del espacio euroasiático, misma que acontece en torno a la reconstrucción de sus economías y su lucha por liberarse del yugo occidental. Rusia y China, consolidan el proyecto multipolar y tratan de conducir con cuidado y pacíficamente hacia su sepulcro, al proyecto de gobernanza mundial unipolar del imperio estadounidense,[10] que visualiza un solo centro de poder, fuerza y toma de decisiones, con una humanidad desarraigada de sus culturas y sociedades, homogénea, despolitizada, desmoralizada y atrapada en la virtualidad, en esencia, controlada y esclavizada.

Entretanto la humanidad reacciona, rechazando con ahínco el inhumano modelo, el imperialismo, la guerra y los conflictos que claramente empuja el Occidente colectivo, liderado por el imperio estadounidense en declive y en profunda decadencia espiritual y moral. El mundo atestigua los avances en la integración económica y la construcción del andamiaje para una paz real y duradera, que el polo euroasiático impulsa. Las protestas mundiales se generalizan y el socialismo, entendido como un nuevo capitalismo del estado de bienestar, renace. La humanidad avanza en el estrecho desfiladero, entre las tinieblas que la oligarquía occidental mantiene a través de su oligopolio de medios de comunicación masiva. ¿Serán las armas de esa mafia de “los hombres y de las mujeres responsables”, las que tendrán la última palabra o la humanidad?

Referencias


[1] Michael J. Carley. Red Voltaire. 01/10/2015  https://www.voltairenet.org/article188894.html

[2] Kafkadesk Budapest Office. On this Day, in 1938: The First Vienna Award forced Czechoslovakia to surrender territory to Hungary. 2/11/2021. https://kafkadesk.org/

[3] Red Voltaire. 19/09/2021 https://www.voltairenet.org/article207854.html

[4] From the Pamphlet Collection, J. Stalin, Speeches Delivered at Meetings of Voters of the Stalin Electoral District, Moscow. Foreign Languages Publishing House. Moscow, 1950. Pp. 19-44. Wilson Center, digital archive. https://digitalarchive.wilsoncenter.org/

[5] America’s National Churchill Museum. Churchill’s speeches. https://www.nationalchurchillmuseum.org

[6] La Jornada. Grecia: Occidente, exhibido (21/08/2022). https://www.jornada.com.mx/2022/08/21/edito/002a1edi

[7] The Harry S. Truman Presidential Library & Museum. Special Message to the Congress on Greece and Turkey: The Truman Doctrine. March 12, 1947. https://www.trumanlibraryinstitute.org/

[8] The Forum. The Truman Doctrine: Beginnings of the Cold War. BBC. 07/04/2022. https://www.bbc.co.uk/sounds/play/w3ct38s4

[9] C.J. Polychroniou. Noam Chomsky: We’re on the Road to a Form of Neofascism. Truthout, 8/12/2022. https://truthout.org/articles/noam-chomsky-were-on-the-road-to-a-form-of-neofascism/

[10] Thierry Meyssan. El sistema económico occidental está ‎a punto de expirar. Red Voltaire, 19/10/2021.