En 30 días más tendremos a la primera presidenta de México

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Jesús M. Moreno Mejía.

La mujer que mueve la
cuna, también puede
controlar el mundo.
Anónimo.

            Han existido mujeres, en diferentes épocas, que han demostrado tener el poder suficiente para administrar y conducir una comunidad e incluso a una nación, si este ha sido su encargo.

Claudia Sheinbaum Pardo, doctora en Ingeniería Energética, exjefa de gobierno de la CDMX y académica, ha militado en política desde que era estudiante y fue cofundadora del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); cuenta a la fecha con 62 años de edad, y dentro de 30 días se dispone a conducir la República Mexicana. Esperamos lo haga bien, por el bien de todos.

El 1 de octubre próximo asumirá el cargo de Presidente de México, en virtud de haber sido electa por más de 35 millones de votos, convirtiéndose en la primera mujer en calidad de Ejecutivo Federal y, por consiguiente, con la encomienda de conducir al país por las rutas del desarrollo económico y social que mejor nos conviene.

En el continente americano han existido mujeres con igual puesto, entre ellas: María Estela Martínez de Perón (1974) y Cristina Fernández de Kirchner (2007), ambas de Argentina. Violeta Barrios de Chamorro (1990) y Mireya Moscoso (1999), de Nicaragua. Michelle Bachelet (2006) en Chile. Laura Chinchilla (2010) en Costa Rica. Dilma Rousseff (2011) en Brasil. Xiomara Castro (2021), en Honduras.

Algunas de ellas electas de manera directa, otras no; reelectas por un segundo período y otras destituidas por un motivo o por otro.

Según la ONU, “las mujeres demuestran liderazgo político al trabajar por encima de las divisiones partidarias y en grupos parlamentarios de mujeres” y “al defender asuntos de igualdad de género como la eliminación de la violencia de género, licencias parentales y cuidado infantil, pensiones, leyes de igualdad de género y reforma electoral”. Esperamos que eso mismo haga la Presidenta Electa.

Efectivamente, a ella se le avizoran graves problemas por diferencias de tipo partidista, especialmente de quienes siguen siendo oposición al presidente saliente y a su llamada Cuarta Transformación, pues dicho que continuará con la misma línea política, pero no teniendo aún el poder en sus manos, bien puede estar manejando la línea política de AMLO y después corregir el rumbo, como muchos esperamos lo haga.

Recordemos que han existido gobernantes en el pasado que así lo han hecho, al grado de haber expresado su arrepentimiento por haber designado a quién los sucedió. Ejemplos hay muchos, pero en esta ocasión recordemos sólo un par de casos: El presidente Miguel de la Madrid, al tomar posesión, en diciembre de 1982, rompió prácticamente con su predecesor y reconoció que recibía al país en un momento de “emergencia nacional”.

Posteriormente, tras de haber decidido apoyar a Carlos Salinas como el futuro presidente de México, declaró poco más adelante en una entrevista periodística: “En aquel entonces (cuando lo designó como su sucesor) no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas, de eso me di cuenta después”.

Y qué decir de Ernesto Zedillo, nombrado por Salinas de Gortari como el remplazo del candidato del PRI asesinado, Luis Donaldo Colosio Murrieta, pues pese a que aquel primero formó parte del gabinete de Carlos Salinas, la transición de ambos fue algo sumamente ríspido, gracias al llamado “error de diciembre”, además de la detención de Raúl Salinas de Gortari, hermano del exmandatario, ordenada por Zedillo.

Todo lo anterior sucedió en los últimos sexenios del PRI en el siglo pasado, para luego comenzar la transición a la oposición (PAN) en el año 2000 con Vicente Fox, que triunfó ante Francisco B. Labastida Ochoa, un débil candidato priista, supuestamente designado por el presidente saliente, según afirmaron analistas políticos.

La sucesión presidencial del 2006 representó un momento de fuertes disputas políticas, pues a medida de acercarse la administración de Fox, las dudas sobre quién podría ser su sucesor fueron apareciendo en la escena pública, ya que muchos de los militantes del PAN, e incluso integrantes de la oposición, colocaban al entonces titular de la Secretaría de Gobernación, Santiago Creel Miranda, como el candidato idóneo.

Pero el candidato oficial fue Felipe de Jesús Calderón, enemistado con su antecesor, quien encaminó la segunda presidencia panista en la historia de México. Sin embargo, este periodo es recordado como el más violento de los últimos cincuenta años en México, lo que motivó que la candidata oficial para suceder a aquel, Josefina Vázquez Mota, perdiera ante el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto.

Como es del conocimiento general, el presidente priista, tampoco tuvo un sexenio tranquilo, pues fueron en ascenso las múltiples acciones del crimen organizado y la ola de hechos delictivos de toda índole, incluyendo la desaparición de personas, entre ellas los 43 jóvenes de Ayotzinapa, cuyo caso sigue sin resolverse a la fecha. Por lo tanto, no pudo Peña Nieto dejar a su delfín, José Antonio Meade, resultando triunfador Andrés Manuel López Obrador, cuyo sexenio está por concluir

En conclusión, los presidentes de México de todos colores partidistas han dejado, o pretendido dejar, a su sucesor, pero alguna situación especial ha surgido en cada caso, como seguramente ocurrirá con la sucesión del actual presidente, al llegar al poder Claudia Sheinbaum Pardo, el próximo 1 de octubre.

¿O usted, amable lector, que piensa sobre el particular? Seguramente la opinión de usted será la mejor.

¡Hasta la próxima!