Jorge Arturo Estrada García.
«A veces los hombres no quieren escuchar la verdad
porque no quieren que sus ilusiones se vean destruidas”.
Friedrich Nietzsche.
“La intolerancia, la estupidez y el fanatismo pueden combatirse
por separado, pero cuando se juntan, no hay esperanza”.
Albert Camus.
“El pobre no es libre; en todas partes es un siervo”.
Voltaire.
El cierre de sexenio resultó trepidante, otra vez. La Primavera Democrática mexicana fue demolida. López Obrador la destruyó. El viejo expriista tabasqueño, vio la oportunidad, e implacablemente acabó con ella. Andrés Manuel, es el hombre fuerte de México. Nadie le regaló nada, él se dedicó 30 años a conquistar ese sitio. Al más puro estilo de la política, ese poder se consolidó con base en traiciones, demagogia, alianzas inconfesables y miles de millones de pesos. Así, logró el cambio brutal de régimen. “Haiga sido como haiga sido”, impone su nuevo régimen.
La aplastante victoria de López Obrador, con su candidata, la doctora Sheinbaum, en junio del 2024, generó una nueva dinámica al cierre del sexenio. La férrea decisión del presidente, López Obrador, de imponer sus cambios constitucionales, le restó protagonismo a Claudia. La intensidad del mandatario, para amarrar la destrucción de los contrapesos democráticos, y además concretar una mayoría calificada mediante argucias, amenazas y trampas, mantiene a la futura presidenta lejos del foco de atención. El tabasqueño aun domina la agenda pública nacional y acapara los reflectores.
Andrés Manuel construyó un proyecto de poder. Él ganó, la frágil democracia está colapsada. Los ciudadanos transitan indiferentes, tal vez agobiados por su vida endeudada, sin sistema de salud ni medicinas; amenazada por los criminales que extorsionan, que asesinan y desaparecen a jóvenes, mujeres y hombres, y hasta familias completas.
Los mexicanos somos ciudadanos apáticos, tal vez sin pensamiento crítico. Y, que, nos sentimos agradecidos por el dinero de las Becas del Bienestar, que llegan, a por lo menos, a 25 millones de familias, de los 35 millones de hogares del país. De esta forma, la estructura morenista logró llevar a las urnas a 36 millones de votantes para Claudia Sheinbaum.
Lo cierto es que AMLO no tuvo un gobierno brillante, lo suyo fue construir un sólido proyecto de poder personal. Así, en lo económico, a México le ha ido mal con el tabasqueño. Ya cada habitante carga una deuda de 126 mil 818 pesos. Al inicio del sexenio de López Obrador, en el 2019, la deuda per cápita era de 109 mil 818 pesos. Entonces, la deuda, por habitante, se incrementó un 15.5% durante el presente sexenio.
El petróleo, ha dejado de ser la panacea para nuestro país. Es una empresa en ruinas. En el caso de la deuda de Pemex, con proveedores y contratistas ya superó los 139 mil 115 millones de pesos entre 2023 y febrero de 2024, es decir un incremento de 60 por ciento. Durante el mismo periodo del año pasado, las deudas llegaron a 86 mil 676 millones de pesos, Así esta paraestatal ya perdió la calificación crediticia de Moody’s, hasta B3, debido, principalmente, a la falta de liquidez de la empresa y a sus elevados vencimientos de deuda.
Actualmente, la deuda de Pemex asciende a 99 mil millones de dólares, este gobierno ha aportado 20 mil millones de dólares para pagos. Sin embargo, la deuda sigue siendo un problema significativo debido a la falta de liquidez y los altos costos de operación.
En su sexenio, José López Portillo puso sus expectativas en la riqueza petrolera del país. Él abrió los mantos de Cantarell, que han sido considerados dentro de los 100 más importantes campos petroleros en el mundo. Ellos llegaron a contribuir con el 45% de la producción mundial, pero ya se agotaron, y los precios del hidrocarburo son inestables.
Ya la viabilidad económica del país no llegará por esos medios. Estos mantos, generaron durante décadas las dos terceras partes del petróleo que se produjo en México, lo que representó la gran fuente de riqueza para el país. Cantarell, inició operaciones en 1979. A partir de 2004 inició su agotamiento. Nunca aprendimos a administrar la riqueza, como sugirió José López Portillo. Pemex, ya no será el motor de la economía mexicana. Aunque, López Obrador, pretenda revivir esas viejas rutas y leyendas nacionalistas.
Andrés Manuel, está anclado en la política económica populista de Luis Echeverría Álvarez, que, en su momento, no encontró sustento real. Así el gobierno de LEA, incrementó la deuda externa y las devaluaciones: la deuda externa aumentó de 6,000 millones a más de 20,000 millones de dólares. La devaluación del peso respecto al dólar lo llevó de 12.50 a 25.50 pesos por dólar al final de su sexenio.
Adicionalmente, el gasto público, también, se disparó adquiriendo empresas privadas en quiebra, para sostener las fuentes de empleos, lo cual resultó en ineficiencias y corrupción. La política económica echeverrista, fue considerada populista y desordenada, al intentar expandir el poder del Estado, en la economía, a costa de la estabilidad fiscal y la eficiencia. Las mega obras del tabasqueño podrían convertirse en carísimos elefantes blancos por no ser autosustentables.
Ahora, en el mundo globalizado, el comercio internacional es el motor de la economía mexicana. Así, México se insertó exitosamente, en esta nueva etapa, con el tratado comercial con Estados Unidos de 1994, TLC, ahora renegociado como T-MEC.
Este convenio, nos convirtió en el socio principal de la mayor economía global. Ni más ni menos. En una potencia exportadora de clase mundial. Con una economía que fluctúa en el lugar 9 al 14 del mundo, en tamaño.
La revisión del tratado puede representar un desafío y una complicación para México, ya que ante la reforma judicial que impulsa López Obrador, y la probable desaparición de los organismos autónomos, los estadounidenses nos acusan de violar nuestras obligaciones en el T-MEC.
Los señalamientos sobre inminentes incumplimientos, por parte de México, en diferentes áreas del tratado son cada vez más frecuentes. Se ha puesto en duda la seriedad del país, lo que está en juego es la integración y vinculación con la mayor economía del mundo, de la que dependemos para seguir progresando.
La revisión del T-MEC, que es fundamental para la economía mexicana por ser un motor para su crecimiento, se llevará a cabo en 2026 y no será sencilla. Se asegura que el ambiente en EU ha cambiado, pues hay nuevos consensos y mayor proteccionismo, por parte del agresivo Donald Trump, pero hay que considerar que Kamala Harris votó en contra del T-MEC.
En Estados Unidos, ya consideran que con el ‘Plan C’ del presidente López Obrador, México implícitamente abre la ‘renegociación’ del T-MEC. Demócratas y republicanos, coinciden en que las reformas constitucionales propuestas tendrían un impacto negativo en las instituciones democráticas, la separación de poderes, la independencia judicial, la transparencia y la seguridad de México.
En su búsqueda por el poder, Andrés Manuel se ha transformado. Salió de Tabasco como un aguerrido líder expriista que buscaba sacar al tricolor del poder. Ofrecía atender al pueblo, primero los pobres y una honestidad valiente. En su ascenso al poder se fue convirtiendo en lo que reprobaba en sus discursos. Sus años de derrotas lo marcaron, lo curtieron.
Sus seis años en el poder lo marcaron, aún más profundamente. Básicamente, ratificó que en México la política se hace acumulando miles de millones y repartiendo dinero. Se fortaleció, entonces, el Rey del Cash y se toleraron los negocios al amparo del poder. La opacidad, en la rendición de cuentas, se volvió una regla.
Gobernó con mentiras y repartiendo dinero, su popularidad es mediocre pero las votaciones que consigue son impresionantes. Aplastó a los opositores. Destruyó al PRI y al PAN; sus actuales dirigencias pululan entre ruinas y maniobras torpes. Luchan por la sobrevivencia personal y de grupito.
Por el momento, el tabasqueño desafía a los estadounidenses y se envuelve en la bandera de la soberanía. Ya está cerca de concretar su sueño de cambio de régimen. El sueño de colocarse al lado de Hidalgo, de Juárez, de Madero, de Cárdenas. Sus historiadores ya preparan sus biografías, y reseñar sus gestas, para consumo de las siguientes generaciones.
La turbulencia de fin de sexenio aumenta. Faltan 15 días para que AMLO deje Palacio Nacional. En contraste, el poder lo irá concediendo poco a poco, según le vaya conviniendo en sus planes sucesorios, del 2030 o antes. Ya trabaja en ellos. Veremos.